Sólo una semana pasó del triunfo de Mauricio Macri y todavía falta un trecho para que asuma el poder, pero el país ya percibe con equiparables dosis de incertidumbre y expectativa el giro de 180 grados que dará después del 10 de diciembre.
La Argentina optó por el cambio y efectivamente el nuevo Gobierno modificará sensiblemente la política exterior, el rumbo económico, la gestión del Estado, el estilo político y la estética comunicacional, entre otras cuestiones sensibles.
Esas premisas forman parte del ADN macrista y serán puestas en marcha pese a que el triunfo conseguido en el balotaje frente a Daniel Scioli fue exiguo y no dotó al nuevo Presidente de un cheque en blanco para moverse a su antojo.
El nuevo rumbo quedó marcado con el Gabinete, en el que la línea troncal es el empoderamiento de ejecutivos —nuevos y otros que ya trabajan con Macri en la Jefatura de Gobierno porteño— para imprimir otro sesgo a la gestión del Estado.
A primera vista lo que se observa es que Macri debe resolver cuellos de botella de la economía —unificación del tipo de cambio, inflación, falta de reservas, excesivo gasto público— para luego, aplicar políticas a mediano y largo plazo con mayor soltura.
La decisión todavía poco clara de eliminar el cepo cambiario —y sus eventuales consecuencias devaluatorias, inflacionarias y salariales— sigue siendo el punto clave de los primeros días del Gobierno de la coalición Cambiemos.
Eso se debe a que en líneas generales el país está mucho mejor perfilado para manejar su deuda, pero los últimos años de la administración kirchnerista dejaron a la economía prácticamente bloqueada y en retroceso.
Por eso la línea económica estará administrada por un equipo promercado como Alfonso Prat Gay en Hacienda y Finanzas y Federico Sturzenegger en el Banco Central, aunque en este último caso debe primero resolverse la salida de Alejandro Vanoli.
Atornillados por ley
El caso de Vanoli se suma a los de la procuradora general, Alejandra Gils Carbó, y los responsables de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA), Martín Sabbatella, y de Radio y Televisión Pública, Tristán Bauer, todos ellos identificados con el kirchnerismo, pero amparados por la ley para resistir en sus cargos el intento de Macri de removerlos.
Si no renuncian, el reemplazo de Vanoli —con mandato hasta 2019— es quizá el más fácil y justo, pero no inmediato. Su salida se afirma en razones opuestas a la independencia del BCRA que declama Macri, sino porque la autoridad monetaria es vital para definir el giro en la política económica.
Sabbatella y Bauer tienen reemplazantes, pero sus mandatos vencen en 2017. Sus cargos son fruto de la principal batalla cultural que impuso el kirchnerismo, la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, mientras que Gils Carbó —con mandato sin plazos— debería ser sometida a un proceso de juicio político.
Todo muy complejo para un gobierno que nace con el respaldo ajustado.
De Caracas a Washington
Barack Obama, David Cameron y Angela Merkel excedieron las formalidades habituales para felicitar a Mauricio Macri por su triunfo electoral.
"Obama me llamó y fue muy cálido", reveló el Presidente electo, quien seguramente no tardará mucho tiempo en ser huésped del mandatario estadounidense, gesto que George W. Bush o su sucesor no tuvieron con Néstor ni Cristina Kirchner en doce años.
El líder del PRO apuesta a relanzar las relaciones con el mundo desarrollado, de manera de activar un circulo virtuoso de confianza, inversiones y flujo de divisas que permitan eliminar restricciones y expandir a la economía.
¿Serán relaciones maduras, cordiales y de mutuo beneficio o un regreso a las relaciones carnales? La respuesta sólo la tiene el nuevo Presidente. Lo cierto es que paralelamente, el país que más defendió los excesos del chavismo en Venezuela será ahora el que tome la lanza para denunciarlos en los foros regionales.
Macri espera definir la fecha para viajar a Brasil. Dilma Rousseff suspendió una gira por Asia por lo que su agenda tiene más blancos para recibirlo antes del 10 de diciembre.
La situación de Venezuela, que tiene elecciones legislativas el 6 de diciembre, figura al tope de las prioridades del mandatario electo de cara a la Cumbre del Mercosur del 21 de ese mes en Asunción, donde pediría la suspensión del país caribeño por violar la cláusula democrática.
El PJ se reacomoda
En la otra vereda, la derrota electoral dejó al PJ en estado de deliberación. El partido fundado por Juan Domingo Perón tiene varios líderes emergentes, como Juan Manuel Urtubey y quizá Sergio Massa, pero Cristina Kirchner y Daniel Scioli buscan mantener sus liderazgos, amparados en el 48 por ciento de los votos.
Scioli se apuró en la semana a reunir a los gobernadores del PJ —salientes y con mandato por delante— con el fin último de quedar al frente del partido, mientras que la Presidenta también dio señales de que quiere mantener su reponderancia.
Esa colisión se vio en la última sesión de la Cámara de Diputados donde varios legisladores mostraron su rebeldía ante la decisión de Cristina de avanzar con un paquete de leyes. De todos modos, es inédito que un Presidente logre juntar quórum para sesionar a dos semanas de dejar el poder.
El PJ tiene cita para el próximo jueves para definir quien liderará la Auditoría General de la Nación, principal órgano de control que queda en manos de la oposición. Esa disputa mostrará las cartas con las que cuenta cada sector en la próxima etapa.