Nuevamente los celulares están en la mira y el ataque es contínuo por parte de Defensa del Consumidor, que en cinco meses -desde enero hasta mayo del 2005- recibieron 7.777 denuncias por parte de los usuarios que se ven obligados a tener que recurrir a este organismo porque se sienten indefensos por las irregularidades que cometen las prestadoras del servicio. El gran problema lo tienen los "famosos aparatos modernos" que poseen la tecnología GSM –Global System Movile– con cámaras fotográficas, videos y demás chiches que tientan a pesar de que son costosos, pero que se pueden pagar en cómodas cuotas con tarjeta de crédito o bien a través de la factura mensual del servicio.

    Entre los mayores inconvenientes, se encuentran la ausencia total o parcial de señal, llamadas entrantes que van a las casillas contestadoras de los celulares y mensajes de texto que no entran en forma inmediata cuando son enviados.

    Todo ello permite determinar que estas empresas CTI, PERSONAL y MOVISTAR no cumplen con el servicio que prestan, a pesar de lo cual las ventas crecen sorprendentemente. Se compran celulares, no solamente para las épocas "clave" como son el día del padre, del niño, de la madre o las fiestas de fin de año -cuando se ofrecen kits o combos "dos  al precio de uno"-, sino a diario, como algo esencial y cual si formara parte de la vida de una persona. Se estima que existen 16 millones de líneas en todo el país y esto está equiparado con la línea de pobreza que afecta a nuestro país –14 millones de pobres-, lo que resulta totalmente irónico y provoca estupor e indignación .

    Si bien el rubro más denunciado en las entidades de consumidores es el de los celulares -15 llamadas por día-, se estima que el 31% de los usuarios que tienen problemas con sus móviles no reclama “porque cree que sería inútil”, mientras que el 71% de los que hicieron una queja formal no quedaron satisfechos con la respuesta obtenida. La atención en las distintas sucursales de estas empresas da vergüenza ajena. Uno puede esperar eternamente. El cliente tiene que aguantar hasta que lo atienden y encima sufre los malos tratos de empleados totalmente disconformes con su trabajo, generalmente por la cantidad de horas que pasan y por los sueldos bajos que poseen.

    También se reclama por el incumplimiento de cesación del servicio por deficiencias técnicas y administrativas en la facturación. También en los casos en los que se produce el robo o pérdida del celular, en cuyo caso, las empresas -como CTI-, para dar de baja la línea, le cobran al cliente una suma mensual durante varios meses y hasta finalizar el año en curso. Es decir que, frente a la desesperación por la pérdida o sustracción del celular, se debe pagar por algo que no se tiene más.

    Más allá de que el usuario tiene donde reclamar por problemas con los celulares -Defensa del Consumidor o Tribunales Arbitrales de Consumo dependientes del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires- los resultados siguen siendo los mismos y las promesas de los encargados de las distintas empresas de radiocomunicaciones móviles son "más de lo mismo", ya que se comprometen a tomar medidas que luego no toman o lo hacen a largo plazo sin importar que el único damnificado frente a la inseguridad y falta de lealtad es el cliente.

    En la provincia de Neuquén y, a raíz de las múltiples quejas de los usuarios de telefonía celular -abonados de CTI-, las autoridades de la empresa se deben presentar en la delegación neuquina de Defensa del Consumidor de la Nación, donde se realizarán las pertinentes audiencias en las que explicarán las razones de los trastornos que se produjeron durante las ultimas semanas. Los trastornos tienen que ver con la mala calidad del servicio, el incumplimiento de los contratos y la falta de veracidad en informar al cliente sobre los reales lugares de cobertura de los celulares.

    Todo esto permite llegar a la conclusión de que el cliente no tiene razón, que siguen engañándolo con ventas que son tentadoras, que entran por los ojos -con publicidades de alto vuelo- y que son compulsivas para convencer y evitar que el usuario pueda leer e interpretar la letra chica de los contratos. Cuando los problemas surjan, estas empresas no responderán, porque lo que nos dijo el vendedor nunca existió en el contrato ni al momento de comprar el celular.
    Y así nos seguirán vendiendo el otrora "buzón de la esquina", con trámites burocráticos como el del arbolito que identifica a los porteños y la burocracia.

Graciela Catalán Álvarez