Poné los fideos, que estamos todos. Por si faltaba un convidado más a este banquete de alienados, se tiró el jueves 1º la información sobre una posible infiltración de grupos vinculados a Al Qaeda en el país. Justo cuando el kirchnerismo vocifera desde cualquier estrado contra el execrable duhaldismo y los feos piqueteros, la enturbantada testa de Bin Laden hace su fantasmal aparición. La escalada de militarización, orgullo declamado por Aníbal Hannibal Fernández, que impidió la estrategia piquetera de cortes sorpresivos llegó a su clímax a las 19:45 del viernes 2, cuando un cordón de 1000 federales impidió que las organizaciones de desocupados alcanzaran la Plaza de Mayo.
Mientras sucedía esto en el centro porteño, en la localidad bonaerense de Tigre, Cristina Fernández de Kirchner dejaba un poco de lado el estilo confrontativo para hacer un llamamiento a “peronistas, radicales, socialistas e independientes” para que acompañen el proyecto (¿?!) encabezado por su marido. Este viraje, según algunos opinólogos, obedece a que gran parte del electorado se hastió de la disputa permanente, de las constantes apelaciones a los malos de los 90, y a la lógica de Bart Simpson basada en el yo no fui. Aunque se especula que esto puede ser producto, que mal pensados los colegas de Urgente 24, de algunas dosis eventuales de Lexotanil las cuales moderaron la iracundia habitual de Néstor Kirchner. Si esto es cierto, cuando se le pase el efecto o si llegara a distraer la dosis, todo quedará como era entonces.
Frente a la ausencia de disputa por parte del duhaldismo, que hasta ahora se ha limitado a no contraatacar los embates del matrimonio K, quien intentó esta semana pararse como opositor nato es el ex radical Ricardo López Murphy. Aquel definido por Elisa Carrió como “un hombre honesto con ideas horribles”, le pidió a Kirchner que “haga una pausa en la campaña y se dedique a gobernar”. El compañero de fórmula de Mauricio Macri por la centroderechista Propuesta Republica, intentando sacarse de encima el antecedente de peso de su breve paso durante el delarruismo, busca recuperar aquellos votos radicales que tan bien lo posicionaron en las elecciones presidenciales de mayo de 2003. Mientras que su ladero titular de Boca Juniors pasó de ser acérrimo crítico del movimiento piquetero, para mostrarse un poco más conciliador: “Yo haría un aumento en los planes, a cambio de capacitación”, declaró en tierras neuquinas.
Sólo un día después en que se conociera la presunta participación del jefe de Gabinete Alberto Fernández en la conga de los sobresueldos del menemismo, La Nación anunció en tapa la muy probable injerencia del grupo islámico integrista Tablighi Jamaat, sindicado como parte integrante de la red Base de Datos (Al Qaeda). Si bien para el canciller Rafael Bielsa esto “es mentira y un disparate”, es harto probable que la información no sea otra cosa que parte de la intoxicación paranoica proveniente de Fort Langley (la sede virginiana de la CIA), en vista de la próxima Cumbre de las Américas en Mar del Plata. Cabe recordar que en octubre del 2001, a un mes escaso del episodio de las Torres Gemelas, fuentes de la SIDE elaboraron un informe en el que constaba la presencia de Bin Laden en la famosa Triple Frontera. Y desde allí, se había planeado los atentados contra la AMIA y el mencionado complejo neoyorquino.
Si algo le faltaba a este entramado de locos, era la presencia en estas playas del nuevo enemigo de la humanidad. Lo peor de esto, es que la similitud con la realidad ha dejado de ser mera coincidencia, para tornarse en parte fundamental de la misma.
Lo que viene
Cada vez se torna más evidente cómo el presidente Kirchner resigna sus horas de trabajo casi concluyentemente a la campaña electoral, dejando al país virtualmente parado. Los proyectos de ley ya ni siquiera se discuten y el Congreso vive hoy pendiente de cada uno de los pasos que se siguen en torno a la pelea de octubre.
La estrategia del oficialismo es la de ir moderando su propio discurso, luego de haber caído en la cuenta de que la confrontación constante le hacía perder votos. Y es que el electorado teme a los viejos fantasmas de la violencia política. No parecen muy diferentes el "cajón incendiado" de Herminio Iglesias y los ataques infundados del kirchnerismo, ambos empapados de una enorme e inentendible violencia.
Otro de los nuevos ingredientes de la campaña oficial tiene que ver con la "peronización" del discurso de Cristina Fernández, a efectos de afianzar el voto peronista en el segundo cordón bonaerense, donde Chiche es poderosa. Todo es válido a futuro en pos de ganar el "trono" partidario.
Según comentara un funcionario del kirchnerismo al diario Página/12, “cuando esté por finalizar la campaña, vamos a hacer un discurso más abarcativo. El duhaldismo tiene una determinada una cantidad de votos, no un porcentaje. Esa masa es aproximadamente 1.600.000 sufragios. Duhalde va a tratar de que dicha masa crezca porcentualmente,ergo, que vaya a votar poca gente, más o menos un 70% l padrón. De esa manera, su millón seiscientos mil crece en porcentaje. Contrariamente, nosotros vamos a tratar de aumentar el numero de votantes, trataremos que vote el 80% Y a eso apuntará un discurso más amplio”.
Sin embargo, las encuestas muestran que habrá una enorme abstención de votos por parte de la gente. Muchos creen que el hartazgo popular puede llegar a superar el récord histórico de la "no concurrencia" a las urnas. Para entender este dato habrá que recurrir a los números de las consultoras "serias". Nada de buscar en los papers de Artemio López, Ricardo Rouvier o CEOP, la encuestadora cautiva de diario Clarín.
Duhalde, mientras tanto, piensa en el día después del 23 de octubre. Sabe que, por más que el oficialismo se lleve la mayoría de los votos, necesitará de la "fuerza" de sus hombres para llevar adelante los próximos proyectos de ley y demás iniciativas partidarias. Eso sin hablar del apoyo que precisa Kirchner para lograr su propia reelección para el 2007. Duhalde jamás lo dejará llegar hasta allí.
Por otro lado, el duhaldismo -desconfiado de los números oficiales- maneja sus propias encuestas, en las que Chiche se encuentra a menor distancia de Cristina que lo que juran los diarios. Dice Pagina/12: "Los centuriones de Duhalde coinciden en que los sondeos conocidos no tienen en cuenta el 'voto vergonzante' del interior de la provincia, que le daría al radicalismo una performance más favorable, oculta hasta ahora. Y, además, que el ARI podría contener muchos de los sufragios que en la presidencial de 2003 tributaron a la aceptable performance de Elisa Carrió (la líder del ARI también lo cree así). Estas dos variables juntas menguarían el caudal de votos que podría cosechar CFK entre el electorado de centroizquierda no peronista, dicen en Lomas de Zamora, donde ninguna especulación es desechada".
Lo que hay que tener claro a esta altura es que ni a Duhalde ni a Kirchner les interesa mejorar la situación de la gente. De lo contrario ya lo hubieran hecho hace tiempo, ya que no son personajes recién llegados a la política.
La real pelea entre estos pesos pesados tiene que ver con los más de 28.000 millones de pesos anuales del presupuesto de la provincia de Buenos Aires y los "negocios" -lícitos e ilícitos- que nacen a la vera del mismo conurbano.
El kirchnerismo dispendia fondos, vocifera, manipula, confronta, amenaza, pasicopatea, delira y aprieta. No hay estrategia definida en el oficialismo, nadie es coherente. Se ama a los piqueteros, para luego odiarlos. Se promete pelear contra el FMI para pagar más que el menemismo. Se asegura que se "cortará" con la corrupción, pero no se habla de los fondos de Santa Cruz ni de las valijas de SW. Está todo mal.
Kirchner no se da cuenta de que, luego de las elecciones, deberá rendir cuentas a la población, lo cual hoy parece no importarle.
El país no existe fuera de la disputa de octubre, aunque esto parezca no interesar a nadie.
Alguna vez habrá que volver a ocuparse de las cosas de cada día.
No es poco.
Fernando Paolella y Christian Sanz