Desde que asumió Mauricio Macri, venimos escuchando, una y otra vez, que Cambiemos, el Frente Renovador y algunos sectores del justicialismo van a impulsar la "ley del arrepentido" en la Argentina.
Nuestro país aún carece de herramientas esenciales para investigar y juzgar a los responsables de la criminalidad organizada y la corrupción.
Las normas de este tipo sólo se aplican a casos de terrorismo, debido a los atentados perpetrados en la AMIA y la Embajada de Israel en Buenos Aires, y a los de lavado de dinero.
La no incorporación de este beneficio para todo tipo de investigaciones tiende a reforzar la impunidad e impedir que las penas lleguen hasta los cabecillas e ideólogos de los grandes delitos.
En abril de 2016, el ex valijero Leonardo Fariña sorprendió a todos al acogerse a este tipo de herramientas.
La última vez que se modificó la Ley de Lavado de dinero, en 2011, se establecieron varios cambios en nuestra legislación a pedido del GAFI, el organismo internacional que combate este flagelo y había colocado a la Argentina en una peligrosa “lista gris”.
En esa oportunidad, se dispuso que habría fuerte reducción de la pena para el imputado que colaborara en los casos antes mencionados brindando información idónea.
La norma estableció también que la conducta de la persona denunciada debe ser de mayor gravedad que aquella que brinda el arrepentido.
Por último, se estipuló que los beneficios no pueden aplicarse a funcionarios o ex funcionarios públicos.
La pregunta se cae de madura: si pudieron avanzar enormemente gracias a esta "hendija" legal que encontró el ex marido de Karina Jelinek, ¿por qué no sancionar normas parecidas a las de Estados Unidos, España, Italia o Brasil, donde los jueces se cargaron a buena parte del sistema político local? Uno más uno es dos.
Basta ver cómo Lázaro Báez y Julio de Vido mostraron las cartas (y las garras) en sus escritos ante distintos jueces de Comodoro Py: ambos apuntaron a Iecsa y su titular, el primo Calcaterra.
Fueron mensajes claros hacia el centro mismo del poder. "Si no nos dejan en paz, tiramos del mantel y que se sepan todos los sobreprecios. Incluso, los que disfrutó el primo del presidente Macri, quién le "compró" el holding completo a Franco y Mauricio.
Angelo le facturó obras a los K por nada menos que 1800 millones de dólares.
La avanzada kirchnerista hizo retroceder a la "famiglia" y el propio Calcaterra puso en venta su grupo de empresas. El paso de comedia es el mismo que hicieron en 2007 cuando el mayor de los hijos del clan llegó a la jefatura de gobierno porteña. Gatopardismo puro, cambiar para que nada cambie.
En el día de hoy, viernes 27 de mayo, la familia Báez rompió todos los códigos: presentará una carta escrita de puño y letra por la ex presidenta Cristina Fernández, firmada por ella, en la que le recomienda a Lázaro ensuciar al empresario Calcaterra.
Debe recordarse que el ex cajero del Banco de Santa Cruz y el primo del primer mandatario nacional armaron una UTE para ganar la licitación por las represas Barrancosa-Condor Cliff en la Patagonia Sur. Cristina se la escribió al dueño de Austral hace apenas un mes.
¿Puede explicar Caputo los negocios privados que hizo en Puerto Madero con empresarios kirchneristas y ligados al ex titular de la AFA, Julio Grondona?
¿Puede Nicky mostrar los números de la construcción por más de cien millones de pesos del Museo de Malvinas que funciona en la parte posterior de la ESMA? Si así fuera: ¿Por qué no puso ningún cartel de obra cuando son característicos sus gigantescos Caputo en cada trabajo que lleva adelante?
¿Puede la firma Terranova, que responde al alter ego del actual presidente, explicar cómo se quedó con una parte del mobiliario urbano de CABA mientras al ultra K Pepe Albistur le adjudicaban otra porción gigantesca de una torta de 130 millones anuales?
¿Puede Franco mostrar transparencia absoluta en sus manejos del ferrocarril Belgrano Cargas que le adjudicó el kichnerismo y por el cuál le pagó cientos de millones de pesos en subsidios para el personal y la operatividad del sistema?
¿Puede el jefe del clan hacer lo propio con la importación de locomotoras y vagones chinos a través del gigante asiático CITIC?
¿Puede Calcaterra justificar dónde fueron a parar esos cientos de palos verdes que le entregó De Vido?
Mientras tanto, Mauricio ensaya junto a Elisa Carrió el archiconocido juego del "policía bueno y el policía malo".
Lilita despotrica contra Lorenzetti, los jueces federales, los gremialistas y el peronismo. Luego, el Jefe de Estado se sienta a calmarlos, consolarlos y arreglar las cuentas internas.
Lo dijimos muchas veces, cuando parecía que se venía el "mani pulite" a la Argentina.
Aquí, no va a pasar absolutamente nada. La ley del arrepentido es una caja de Pandora que nadie se atreverá a abrir.
Quienes conocen a Macri dicen que Mauricio está muy lejos de sentir el Síndrome de Estocolmo. No siente ninguna pasión por el FPV. Está mucho más preocupado por el Síndrome do Brasil, un espejo mucho más cercano y peligroso.