El peor año desde el 2001, el 2016, es el resultado de doce meses de restauración conservadora. Trescientos sesenta y cinco días en que se empeoró o destruyó lo que estaba bien y se agravó todo lo que estaba mal. Proclamaron que su batalla central era combatir la inflación y la duplicaron; finalmente lograrán el resultado buscado a un costo de daños colaterales enormes. Propusieron pobreza cero y la aumentaron. Levantaron soluciones facilistas y ahora reconocen que necesitan dos décadas, aunque se sabe que es una consigna imposible. Si se puede, llegar al hambre cero. En el discurso apuntaron a la unión de los argentinos y cada vez hay más muros que separan a unos de otros. La lucha contra el narcotráfico fue una bandera reducida en los hechos a un discurso discriminatorio y xenófobo, anti inmigrante.
Hablan como un activo el decirnos la verdad, mientras mienten impúdicamente.
Todos los índices que debían subir, bajaron y los que tenían que bajar, subieron. Todo esto envuelto en una hipocresía sin límites. La lectura de los índices suministrados por el propio gobierno interpretado por sus funcionarios va en sentido contrario a lo que expresan. Los medios hegemónicos informan los peores índices en forma neutra y quitándole dramatismo como dice el humorista Adrián Stoppelman. Así pueden informar: “La actividad industrial cayó un 5,9%” como si fuera equivalente a: “no funciona el semáforo de Yerbal y Lezica”.
Sin embargo el gobierno mantiene un apoyo político y social desproporcionado a su sostenida batería de medidas antipopulares. Algún intento de aproximación a esta particular situación podría pasar por el odio a muchas de las políticas positivas del kirchnerismo y el desagrado profundo a formalidades de gestión y a enfrentamientos secundarios gratuitos, llevando a un porcentaje significativo de la población a aguantar desmejoramientos económicos y sociales con el deseo intenso de que no vuelva el kirchnerismo y la esperanza que la situación irá mejorando lentamente. Hasta ahora le ha resultado efectivo al gobierno exagerar hasta límites grotescos la tan mentada “herencia recibida”. Imposibilitados de mostrar una crisis no exteriorizada, debieron acudir al imaginativo argumento que evitaron una crisis no visibilizada y provocaron un escenario muy desfavorable cuya paternidad les corresponde.
Políticamente de cara a las elecciones de octubre se presenta un oficialismo unido con fuertes tensiones internas y una oposición dispersa. Es un escenario invertido pero parecido al que tuvo el kirchnerismo en el mayor tiempo de su recorrido en el gobierno. Si para el kirchnerismo Macri era el adversario ideal, hoy para Cambiemos Cristina Fernández es su oponente óptimo.
Para llevar a cabo su plan refundacional de restauración y romper el empate histórico entre dos modelos, han realizado ajustes como la caída del poder adquisitivo del salario entre un 6 y un 12%, aumentando la regresividad impositiva, manteniendo y aumentando el gasto público, como vaselina necesaria para cambiar profundamente la redistribución del ingreso. El sociólogo y encuestador Ricardo Rouvier en una nota en la Tecla @Eñe escribió al respecto: “Mientras el gobierno navega, está más pendiente de las condiciones de navegación que de sus destinos”. Eso de cara a octubre del 2017.
Las reformas estructurales y las consecuencias profundas de lo ya hecho, la esperan hacer efectivas intensamente después de octubre si el pueblo argentino mayoritariamente vota a los verdugos.
El plan DADA se ha desenvuelto viento en popa: Devaluación, Ajuste, Deuda (feroz endeudamiento) y Apertura de la economía.
Ganadores y perdedores
Los sectores favorecidos según José Natanson en “Le Monde Diplomatique”, basándose en un estudio de Francisco Cantamutto y Martín Schorr fueron: agricultura, ganadería, pesca y silvicultura que incrementó entre el 2015 y 2016 su participación en el PBI, un 5,39%. Téngase presente que cada punto de incremento implica alrededor de 5.000 millones de dólares. En segundo lugar la intermediación financiera que aumentó un 0,39%. En tercer lugar las empresas de electricidad, gas y agua con un incremento de participación de 0,32%. En cuarto lugar la explotación de minas y canteras con 0,17%.
Números que reflejan claramente un país agropecuario, extractivo, con hipertrofia del sector financiero especulativo.
Los que perdieron fueron: la industria con un decremento de su participación en el PBI de un 1,49%; la construcción en 1,02%; las actividades inmobiliarias en 0,66%; el comercio mayorista en un 0,60%; la administración pública en 0,57%; la enseñanza un 0,40%; el transporte y las comunicaciones en un 0,25%; y hoteles y restaurantes en un 0,22%.
En materia impositiva cayeron los impuestos progresivos como ganancias en un 2,68% y bienes personales en 0,16% y aumentaron los regresivos como el IVA que incrementó su participación en la recaudación total en un 1,23% y el impuesto al cheque 0,29%.
Todas estas cifras se vuelven cristalinas cuando la periodista Silvia Naishtat escribió el 27 de enero: “En la Argentina recesiva del 2016, mientras las ventas de una delicatessen como las cápsulas del café Nespressso trepaban 45%, las de leche fluida caían 8%”. El consumo de carne cayó un 7,5% y el del pan retrocede igualmente. Donde los funcionarios ven brotes verdes solo hay plantas marchitas. El gobierno promete realizar una reforma impositiva y contrata para realizar el trabajo a FIEL, la Fundación de Investigaciones Latinoamericanas, un centro ultra liberal fundado en 1960 a instancia de la Bolsa de Comercio, la Cámara Argentina de Comercio, la Sociedad Rural y la Unión Industrial. Es fácil pronosticar un sistema tributario superlativamente regresivo, que sea en materia impositiva el correlato funcional y necesario a lo que en economía y política se conoce como “teoría del derrame”
El diario La Nación del 4 de febrero, presenta una infografía realizada por Florencia Abd y Diego Cabot en el que revelan la variación porcentual del precio de cada acción desde que asumió Macri, entre empresa energéticas y bancos tomando lo sucedido entre el 11-12-2015 y el 03-02-2017: Petrolera Pampa aumentó un 190%, Central Costanera un 168%, Pampa Energía un 145%, Edenor un 116%, Transener un 109%, Petrobras un 95% y los compara con algunos bancos: Banco Macro un 40%, Patagonia un 36%, Galicia un 28%, Francés un 2,5%.
A las empresas energéticas el gobierno le condonó graciosamente diecinueve mil millones de pesos, alrededor de más de 5 veces la quita que realizó para Ciencia y Tecnología.
Los números acreditan la desarticulación del modelo de sustitución de importaciones y el fortalecimiento del modelo agro-extractivo-exportador atravesado por el de rentabilidad financiera.
Todo esto no hubiera sido posible sin la colaboración de una oposición entre ingenua y cómplice integrada por el Partido Justicialista, el Partido Renovador y buena parte de la dirigencia sindical.
Es oportuno recordarle a esa oposición una frase del dirigente agrario Emiliano Zapata, figura emblemática de la Revolución Mexicana, asesinado por el establishment azteca: “El que quiera ser águila que vuele, el que quiera ser gusano que se arrastre, pero que no grite cuando lo pisen”.