Existen
investigaciones periodísticas, que a uno le duelen al hacerlas, historias que
por suerte no dejan de conmoverme. Así, el caso de la señora R.M.L. internada
en el Hospital General de Agudos Parmenio T. Piñero es lamentablemente
un caso más de tantos otros que se repiten en distintos nosocomios y geriátricos.
Anciana, muy enferma, y descuidada por la hija a su cargo una vez que la
octogenaria quedara sin bienes propios (que eran muchos) fue internada contra su
voluntad en un geriátrico luego de soportar la presión de convivir con la
indiferencia y la provocación de quienes vivían con ella, hasta llevarla al
extremo de defenderse como pudiera y ser denunciada como insana. Lo que la
Justicia al parecer -como en muchos casos- considera, es el presente de una
historia ya consumada sin estudiar la génesis de la patología. Después de
todo, sólo es un expediente más y con su derivación a un instituto, la
persona termina por perder todo lo que posee, sus bienes, sus derechos, su
salud, su condición de persona y su dignidad.
Mucho se ha escrito en las crónicas policiales de ancianos
golpeados, dejados en el más absoluto abandono y generalmente terminan
perdiendo la vida de una forma brutal y penosa. Atrás quedó en la historia, el
respeto por los ancianos, considerados los sabios de los pueblos y comunidades
que formaban los concejos, hoy son despreciados, olvidados, y en el medio de la
vorágine en la que vivimos, las víctimas preferidas de delincuentes e
inescrupulosos que se abusan de ellos. Si es indignante el leer los delitos
cometidos contra ellos, también lo es el ver que para muchos, incluso
profesionales médicos, solo son cuerpos que sobreviven.
No hay un culpable, sino muchos, y la indiferencia e hipocresía
en algún momento la vivirán estos, ya que nadie escapa a la vejez.
Duele ver a hijos esperando inmutables el desenlace final,
sin siquiera compartir esos últimos momentos como una despedida.
Tampoco puedo comprender o justificar la idiotez de algún médico
superado que comente, sin medir el dolor de los familiares que sí sufren,
frases como “lo mejor que le puede pasar, es dejar de sufrir” y recomienden
de manera intencionada no hacer nada más, para no prolongar la agonía.
Uno no es ingenuo, ni desconoce que los hospitales carecen de
todo el material necesario, pero no se puede aceptar a médicos cómodos o
malintencionados.
Algo nos pasa como sociedad, y en esa pérdida de valores y
respetos, algunos se valen de la falta de cultura general, para imponer sus
excusas.
Lo diferente en esta nota es que el día miércoles la señora
falleció en el hospital, cuando me dirigí al hospital esperando encontrar al
responsable del mismo, el director Dr. Buchbinder Marcos, esto no fue posible
porque este solo trabaja hasta las 15:00 al igual que todo el personal de la
dirección.
En cambio fui intimidado por personal de seguridad del lugar
que pretendia impedir la nota y que se supiera que en el mismo hospital no se
cumplen las normas de seguridad, es decir los tubos de oxígeno están a la
intemperie y sin techo. También mintió el Dr. Herrero, cirujano a cargo de la
guardia médico al decirme que la señora estaba bien atendida
y que los médicos no tenían responsabilidad ya que una de los tres
hijos de la mujer firmó, para que no se le hagan intervenciones a la madre y así
se apresure su deceso, es decir no se la alimente ni se le suministre el suero.
Ahora es el tiempo de la Justicia y de la investigación
interna del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Nadie tiene que morir así, descuidado o mal atendido, por más
que su diagnóstico sea irreversible, todos tenemos derecho a morir con
dignidad.
Por eso reflexionemos, los familiares respetemos a nuestros
ancianos, los médicos recuerden su vocación y todos, no dejemos que nos
arrebaten la memoria y la historia.
Marcelo Ricardo Hawrylciw
Soy enfermera en un hospital geriatrico de paraná, y en tu nota veo reflejada la misma realidad aquí.- He tenido que pasar por un sumario administrativo por no aceptar una orden médica que se dirigía al atropello hacia un paciente, al cuál no se le respetaban sus derechos .-