Desde la primera entrega de "Majul
Estancado" hasta nuestros días nada ha cambiado. Mejor dicho, todo se ha
profundizado. Se profundizaron las banalidades y las discusiones sin sentido.
Las preguntas infundadas a la orden del día. Un vacío de conocimiento
sorprendente y, en caso de existir conocimiento, segmentación del mismo. Sumada
también la carencia de un pensamiento crítico bien fundamentado; y en algunos
casos un pensamiento ciertamente autárquico.
En las últimas emisiones de La Cornisa el señor Luis
Miguel Majul no tuvo programa. Tuvo más bien un simulacro de programa, un
intento de una hora y media, que invita a tomar decisiones. Es decir, optar por
que esa hora y media se convierta en una especie de veinticuatro horas con Luis
Miguel; o decidir lo más saludable: cambiar de canal.
Ocurre que poca gente sigue a Luis Miguel. Hasta algunos
panelistas lo han abandonado. Porque de un programa periodístico, teóricamente
de actualidad política, se pasó a un programa de corte un tanto amarillo.
Aunque, para ser sinceros, al señor Majul, siempre le gustó el amarillismo.
Varios personajes del mundo del espectáculo se subieron a
La Cornisa, y Luismi les preguntó todo lo que él quería saber acerca de sus
vidas privadas. Como al mejor estilo Rial, pero en versión pseudointelectual y
como periodista supuestamente especializado en cuestiones de actualidad.
Pero lo cierto es que Majul siempre terminó siendo el entrevistador
entrevistado. Hasta de las personalidades más insospechadas, como la de la
señorita Juana Viale. Y también continuó con su triste y paupérrima costumbre
“intelectual”: convertirse en hegemónico, cuando el entrevistado se presenta
como contra hegemónico; y volverse contra hegemónico, frente a un entrevistado
de corte hegemónico.
Majul Maternal
Y como no puede tener el programa que quiere, invita a "Cacho
de Buenos Aires", sí, ese mismo, el señor Cacho Castaña. El canta-autor de
Café la Humedad, de Garganta con Arena, entre otros bellos temas. Uno
de los “atorrantes” más simpáticos y bohemios, de los pocos que quedan.
Pero ¿tenía algo que hacer Cacho, en el programa de Majul? Supuestamente
homenajear a las madres en su día. Porque evidentemente Luis Miguel está en
todas. No se olvida de nada ni de nadie, ni siquiera de las "mamis" en su día.
Aunque, pensándolo bien, cabe la posibilidad de que muchos se nieguen a ir a su
programa, ya que no tienen ganas de contestar las mismas preguntas de siempre, o
sentirse atacados por un panel demencial de ecléctica cultura. Y de cultura de
contratapa en el caso de Polimeni quien, por las dudas, siempre es contra
hegemónico.
Dos mediocres se saludan
El señor Luis Miguel Majul, recibió en su programa al ex
diez, el “señor” Diego Armando Maradona. ¿El motivo? El festejo de cumpleaños de
“la mano de Dios” El resultado, una entrevista lamentable, trillada, aburrida y
lo de siempre. ¿Qué es lo de siempre? Lo que todos los lunes se puede ver a
partir de las 22 horas por canal 13. Léase, el tributo a Maradona. Una cantidad
indefinida de homenajes, de halagos, de cholulismo.
Fomentar el ego mal entendido y el narcisismo del ex diez
parece ser la tarea de todos los conductores y productores que padecen de una
adicción, extravagantemente ordinaria, la adicción a Maradona. El consumo masivo
de las demencias de un hombre con serios problemas de conducta, producto del
infierno vivido; de su falta de interés por superarse intelectualmente; de su
impunidad mediática y verbal; de su capacidad de convocatoria; y hasta de su
desamor como padre de un hijo extra matrimonial; sumado a la negación por las
consecuencias presentes, por los hechos del pasado.
Reconocer su enfermedad, no lo reivindica, de otros actos
negativos. Son dos cosas distintas. Pero como el mito Maradona es producto de
una construcción social, el problema se vuelve aún mayor. Más cuando ni los
periodistas que se autotitulan de serios le hacen ver que el camino a seguir no
debe ir de la mano de la impunidad mediática, y mucho menos, del egocentrismo.
Ayer Majul demostró ser un mediocre más. Hizo lo que todos
hacen: fomentar el error maradoniano, incentivando al reduccionismo educativo y
cultural.
Invitando a sus televidentes a seguir los pasos de uno de los
seres más contradictorios del mundo de los medios. Un hombre que dijo: “la
pelota no se mancha”. Y si la pelota no se mancha ¿qué hizo durante años, el
“señor” Maradona?
Un Diego Maradona que tuvo un sinfín de oportunidades para
salir de la chatura mental, pero que sin embargo, no supo aprovechar. Entonces,
Maradona, en su más pura esencia, es el negador de un hijo; es la dominación
artesanal mediática, que influye de manera extrema en las formas de actuar,
pensar y sentir de una sociedad pro Maradona. Una sociedad carente de
sentimientos de pertenencia, y tristemente creadora de lugares comunes, que tuvo
que sujetarse, entre otras figuras, a la de Diego Maradona.
Maradona, un hombre supuestamente Castrista, “amigo” de Fidel
Castro, un profundo admirador de quien fue, Ernesto Che Guevara. Maradona, que
tilda a Bush de asesino, de capitalista salvaje; y que si de haber votado en las
últimas elecciones, hubiese votado por el señor Mauricio Macri.
Muchas contradicciones ¿no? Mucho sin sentido. Del lado de
“la mano de Dios” y del lado de Luis Miguel. El primero, con fundación en una
pelota; y el segundo, con fundación en un periodismo serio. Ambos se dieron la
mano. Ambos se subieron a La Cornisa, ellos no se cayeron.
Muchos, seguramente los fieles pero ciegos seguidores de Maradona se habrán
quedado; y otros nos habremos caído, pero de sueño.
Lo único que cambió, es que ayer, Majul, no fue el
entrevistador entrevistado, dado que Maradona, no puede entrevistar a nadie, ni
siquiera a él mismo.
Así fue cómo la mediocridad se hizo presente por la pantalla
del canal AMÉRICA, donde dos mediocres, cada uno a su estilo, se saludaron.
Finalmente
El mensaje que dejaron, entre algunos tantos, fue un profundo
sentimiento de “miedo”. “Usted, usted, tiene miedo”. La verdad, que si.
Temo por los mensajes erráticos, temo por la deformación de la realidad; pero
fundamentalmente, debemos temer, por la falta de conciencia social, por el
declive de la memoria colectiva, y por las construcciones de sentido banales,
que evidentemente venimos haciendo, y de las que paradójicamente, muchos se
jactan.
Laura Martín