Países como Nueva Caledonia, Corea del Norte, Irán, Níger e incluso Irak, con la devastación que han provocado las guerras en los últimos años, se las ingeniaron para clasificar a un equipo representante al Campeonato Mundial Sub-17 que por estos días se disputa en la India.
Por cierto Irak, además de mantener una lucha encarnizada contra el Estado Islámico en su territorio, es en el plano deportivo una de las actuales revelaciones de Oriente Medio y de Asia en general en lo que se refiere a fútbol de juveniles: su selección sub-16 es la actual monarca de la región.
En la India también compiten España, Brasil, Estados Unidos, un país que le presta denodada atención al trabajo con infantiles y a la formación de jugadores en lo que aquí en la Argentina se conoce como divisiones menores, y lógicamente participa Alemania; porque Alemania siempre está.
La selección nacional para menores de 17 años quedó fuera del Mundial, no logró clasificarse, al cumplir una decepcionante labor en el Sudamericano de Chile a comienzos de 2017.
Aunque todavía más desastrosa resultó la participación de los conjuntos argentinos en la Copa del Mundo Sub 20 que se disputó meses atrás en Corea del Sur y en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, en 2016. Nueva Caledonia sí; Argentina no.
¿Y Alemania? Alemania siempre está...
Basta con ensayar un breve repaso de las penurias más recientes de distintas selecciones juveniles en su derrotero internacional para comprobar que los problemas organizativos y estructurales del fútbol nacional trascienden largamente la angustiosa realidad por la que transita el equipo de mayores en su afán de obtener un boleto para Rusia 2018.
Es cierto que Argentina, después de no haberle podido ganar a Perú en la cancha de Boca, quedó en el umbral de su fracaso más grande de la historia, tomando en cuenta que en sus filas milita nada más ni nada menos que el astro Lionel Messi, considerado el mejor futbolista del planeta.
Pero la enfermedad que aqueja al fútbol argentino es mucho más aguda, más profunda; es una enfermedad de base.
A esta situación se llegó producto de años de desidia -en el mejor de los casos- o directamente de mala praxis, y a decir verdad, la dupla boquense Claudio "Chiqui" Tapia-Daniel Angelici no parece a simple vista ser la indicada para liderar el proceso de quimioterapia que pide a gritos el deporte más popular del país, por más cercanos -o no- que parezcan del Gobierno.
La selección "hace ruido" en la campaña
Este sábado, los dos diarios más importantes de la Argentina, La Nación y Clarín, publicaron en tapa una encuesta sobre intención de voto en la ciudad de Buenos Aires, donde el próximo domingo 22 de octubre la candidata a diputada nacional por el oficialismo, Elisa "Lilita" Carrió, podría arrasar en las urnas, de acuerdo con la consultora Management & Fit.
Además de suministrar a sus lectores información periodística, ambos matutinos se encargaron indirectamente de "recordar" que dentro de apenas dos semanas la sociedad debe tomar parte en unos comicios legislativos que pueden resultar clave desde el punto de vista político por varios aspectos.
¿Cuáles? Las próximas elecciones de medio término serían cruciales para determinar por ejemplo: el nivel de adhesión regional y nacional -medido en votos- que despierta la gestión de Mauricio Macri, quien pretende competir por la reelección en 2019; la suerte que podría correr la ex presidenta Cristina Kirchner en su ambición de reconstruir desde el Senado un liderazgo nacional que le permita, eventualmente, retornar a la Casa Rosada dentro de dos años; y las probabilidades del peronismo no kirchnerista de sumar respaldo y voluntades, aglutinar poder y fortalecerse a tiempo, antes de que la "grieta" lo devore.
La polarización claramente ha causado estragos en aquellos que han invertido tiempo, esfuerzo y energías en tratar de edificar una alternativa frente a la disputa binaria que sostienen desde hace largos meses ya el macrismo y el kirchnerismo, que si bien para muchos analistas políticos corre serio riesgo de extinción, al Gobierno le ha convenido mantenerlo vivo.
En este sentido, encuestadores arriesgan que en la provincia de Buenos Aires Cristina (de Unidad Ciudadana) podría perder por más de tres puntos ante el postulante Esteban Bullrich, que en caso de imponerse llevará consigo al Senado de la Nación a su compañera en la boleta de Cambiemos, Gladys González.
Sin embargo, el ruido estridente y perturbador que provocaron las recientes actuaciones de la selección nacional de fútbol se ha colado en la campaña política, al desviar casi por completo la atención de la ciudadanía, angustiada por la posibilidad de que Argentina tropiece en su misión de clasificarse al Mundial del año que viene en Rusia.
Messi, Braden o Perón
La "grieta" no es nueva en el país ni mucho menos. A lo largo de la historia han habido divisiones sociales y políticas tan o más apasionadas que las que se registran actualmente, sobre todo, (ahora) entre admiradores del kirchnerismo y detractores.
Allá por 1946 el ex presidente Juan Domingo Perón planteada su propia "grieta", con aquel exitoso eslogan de campaña "Braden o Perón", referido a la devoción que mostraban los Estados Unidos en general y su embajador en la Argentina en particular, Spruille Braden, por inmiscuirse en asuntos políticos ajenos.
En cualquier contienda electoral, los mariscales de campo de cada fuerza política diseñan la estrategia de comunicación sobre la base de los dos o tres temas de interés más recurrentes entre sus potenciales votantes, además de lo que se intenta "vender" a la sociedad para ganar adhesiones (por ejemplo, la concreción de obras públicas) y de los asuntos que se tratan de imponer o proponer para el debate.
Saber de lo que se está hablando, tener en claro cuáles son las principales preocupaciones de los militantes "cautivos", pero también de aquellos que pueden resolver una elección con su voto es clave para los estrategas políticos. Se trata, a todas luces, de información trascendental, si es precisa.
¿Será por eso que el kirchnerismo parece haber desistido de su intención primaria de involucrar la grave desaparición de Santiago Maldonado en la campaña?
"La gente no te habla de los problemas nacionales. En los sectores más poStegados del Conurbano, te habla desde su metro cuadrado. Quiere dejar de salir con barro en los pies de su casa, conseguir una vacante en la escuela para sus hijos y tener para tomar agua segura cuando abre una canilla. De eso te hablan", sostuvo el intendente de Pilar, Nicolás Ducoté, en diálogo con el programa "Sintonía Fina" de FM Milenium.
Según Ducoté, del frente Cambiemos, Pilar es el distrito en el que existe el "mayor contraste de la Argentina" por los niveles de desigualdad, ya que allí conviven decenas de vecinos de barrios privados con gente que no dispone de cloacas (un 86 por ciento de la población del distrito), red de agua potable (76%) ni conexión al tendido de gas natural (77%).
Allí, como en tantos otros rincones de la provincia de Buenos Aires y del país, cualquier político en campaña busca despertar una luz de esperanza entre la población.
Ahora bien, cuando la "grieta" llega al fútbol, de la mano de Messi y compañía, y el país se divide entre quienes anhelan que la selección triunfe y aquellos que pretenden que fracase -cuando se están por cumplir 25 años del último título de Argentina en mayores, la Copa América de 1993-, la estrategia de comunicación mejor estudiada corre peligro de hacer sapo semanas antes de unos comicios nacionales.
Porque la gente habla y se encoleriza discutiendo sobre fútbol, no sobre política, ni sobre mafias en la Policía bonaerense ni sobre aumento de tarifas... La selección argentina se empeñó en acaparar la atención del país entero y agregó así un condimento por demás inesperado e incierto a la campaña.