Cristina está desesperada porque tiene información muy negativa sobre su actuación electoral. Hay que esperar la hora de la verdad que es cuando se cuenta el último voto de la última urna. Pero casi no hay ninguna encuesta que no advierta que Cristina está perdiendo el domingo 22 y algunas van más allá: dicen que está perdiendo el invicto contra ella misma. Ya hizo en las PASO la peor elección de la historia del peronismo. Sacó menos votos que dos impresentables como Aníbal Fernández y Herminio Iglesias. Nadie jamás, hundió tanto al peronismo bonaerense. El problema es que algunos consultores aseguran que esta vez, en los comicios generales, podría llegar a sacar menos votos todavía. Sería un papelón y una confirmación: es ella la mariscal de la derrota. Hay un rechazo muy extendido hacia su figura. Altísima imagen negativa es igual a baja cantidad de votos.
Y eso la desespera porque sabe que la exhibición de su fragilidad política tiene dos consecuencias inmediatas. Por un lado, muchos intendentes y legisladores van a huir de su lado. Ya se sabe que el peronismo perdona todo menos la derrota. Y por el otro, los jueces federales van a avanzar a paso redoblado en las causas que podrían llevar a la ex presidenta a la cárcel de Ezeiza donde la esperan ex funcionarios, testaferros y cómplices.
¿Qué hace Cristina frente a esa situación que la angustia? Empieza a diseminar la semilla del fraude. En cada reportaje o discurso ella plantea que el sistema electoral no es confiable y que están dadas todas las condiciones para el fraude. Abre el paraguas. Prepara el terreno para huir hacia adelante. Empieza a victimizarse para evitar ir presa. Actúa de perseguida política por el presidente Macri y dice barbaridades incomprobables como, por ejemplo, que de cada tres argentinos 2,9 son pobres.
Cristina está jugada. No le interesa ni la verdad ni la honestidad. Cuesta abajo en su rodada, Cristina es capaz de hacer cualquier cosa. Patear el tablero del sistema democrático, por ejemplo. Ir a los organismos internacionales a denunciar un fraude electoral inexistente. Ella le dijo a los opositores que formaran un partido y ganaran las elecciones. Y eso hizo Cambiemos: armó una coalición que expresó el hartazgo por una dinastía K, la más corrupta, autoritaria y mentirosa de la democracia recuperada. Y Macri le ganó limpiamente a Scioli. Así como se negó a entregar los atributos de mando, asi como no felicitó nunca al ganador de las elecciones presidenciales, asi piensa deslegitimar el resultado si es que pierde por lo menos por un par de puntos como anticipan varias encuestas. Ese nivel de irresponsabilidad tiene Cristina. No está conforme con todo el daño que hizo. Quiere destituir al gobierno de Mauricio Macri y por eso inventa una situación caótica que no existe. Es que nada produce tanto pánico como imaginarse tras las rejas. Ella la mira a Milagro Sala o a Lázaro Báez y es como si se mirara en el espejo. Por eso dice que no pone las manos en el fuego por Julio de Vido. El gerente de la corrupción pinguina fue ministro los 12 años y también en Santa Cruz. Pero ella le suelta la mano.
El fraude en las elecciones solo está en la imaginación y en la expresión de deseo de Cristina. Ella es un fraude. Miente con una liviandad insólita en todos los temas. La relación con Domingo Cavallo, por ejemplo. Denuncia que Federico Sturzenegger trabajó con el ministro de la convertibilidad. Y dice que esas mismas políticas fracasadas en lo económico son las que lleva adelante Mauricio Macri. Bad information. Vamos por partes. Primero hay que recordar que Cavallo fue el gran impulsor de Néstor Kirchner a nivel nacional. Decía que era su mejor alumno. Néstor privatizó hasta el Banco de Santa Cruz. Hay un recorte de Ambito Financiero que lo certifica.
Los Kirchner apoyaron la privatización de YPF del menemismo y Oscar Isidro Parrillitudo fue el miembro informante en el Congreso. Por eso Cavallo premió a Néstor con los tristemente célebres fondos de Santa Cruz que se evaporaron en el aire.
Y como si esto fuera poco, Cristina en una entrevista que le hice yo y que ya mostré otras veces dice que Cavallo es su amigo. Era la interna del Partido Justicialista de la Capital donde competían Cavallo, Béliz e Irma Roy. Yo le pregunté a quien apoyaba. Y ella dijo que a ninguno porque todos eran sus amigos y compañeros.
Y como si esto fuera poco hay que decir que fue Jorge Capitanich, su ex jefe de gabinete y Axel Kicillof su ex ministro chiquitin, los que trabajaron con Cavallo en aquella época.
Nadie duda que Domingo Cavallo estuvo siempre muy cerca de los Kirchner y no de Mauricio Macri. Pero Cristina miente, miente porque sabe que algo queda.
Varias veces dije que lo peor de Cristina no es haber cometido la mayor cantidad de delitos o haber sido la más autoritaria y la más mentirosa. Lo peor es su condición humana. Es una mala persona. No tiene amigas, no demuestra afecto ni por sus hijos ni por sus nietos. Al contrario, los complicó en la corrupción. Los empujó a la hoguera de los tribunales. Es la consecuencia de que tiene solo dos intereses en la vida: el poder y el dinero. Está enferma de bulimia de poder y de dinero. Y eso la hace cometer errores burdos a repetición. Pierde el concepto de realidad. Tiene tanto odio que no puede decidir con la cabeza fría. Por eso pone a Boudou de vice, por eso pone a Aníbal Fernandez de candidato a gobernador, por eso no le da la interna a Randazzo. Se convierte en una máquina de cometer errores no forzados. Viene cayendo en las encuestas por su propia torpeza. Hasta se pelea con dos de las figuras más queridas durante años de la televisión argentina: Susana Giménez y Mirtha Legrand. A usted le pueden gustar más o menos los programas de televisión que las dos divas hacen. Pero lograron el respaldo popular durante décadas. Es una locura hablar mal de ellas a pocos días de las elecciones. Susana se negó a entrevistarla y dijo textualmente:” De ninguna manera voy a recibir a la ex presidenta, sería como traicionar mis principios y mis ideas”.
Todo lo que toca lo divide. En todos lados genera una fractura producto del odio que inocula.
El otro día dijo que los encapuchados que tiran piedras, molotov y andan con facas para apuñalar a ex compañeros de Quebracho eran servicios de inteligencia que sembraba el macrismo para desvirtuar el reclamo por la aparición con vida de Santiago Maldonado. Ya se conoció que hay más de 20 detenidos y procesados y que la mayoría son de La Cámpora o cristinistas.
Da lástima Cristina. No pega una. Se tira contra María Eugenia Vidal que es la persona con mayor imagen positiva de la Argentina. ¿Quién la aconseja a Cristina?
Dicen que estaba furiosa porque el juez Claudio Bonadío la citó a declarar como sospechosa de encubrimiento de los terroristas de estado que volaron la AMIA. Es por la denuncia que hizo el fiscal Alberto Nisman. ¿Qué hizo? Salió a demoler al juez. Habló de la servilleta de Corach, de que Bonadío fue acusado por esa causa y de haber matado a dos personas con una pistola Glock. La pregunta es: ¿Y si Bonadío eran tan malo para la justicia, porque durante 12 años de gobierno no hicieron nada y ningún militante ni dirigente kirchnerista dijo una palabra sobre Bonadío?
Cristina está parada sobre arenas movedizas. Mientras más se mueve, más se entierra.
Llegó a decir que Macri tiene una lista negra de más de 500 personas que quiere mandar a la luna para que Argentina funcione mejor. Tomó textualmente el comentario coloquial e irónico de un periodista pero exageró más todavía. Dijo que ella está primera en esa lista negra para que la manden a la luna y eso significa que la quieren hacer desaparecer. “Quieren que me muera, llegó a decir”. Otra vez frivoliza un concepto sagrado: el de la desaparición. Ya en un momento había dicho que Clarín había secuestrado los goles. Dice cualquier cosa. Se siente impune.
Vive tan lejos de la realidad que critica a Cambiemos por la concentración de poder que tiene. Dice que eso es inédito y peligroso. Habla así de un gobierno que no tiene ni tendrá mayorías parlamentarias como si tuvo ella durante casi toda la era K.
Acusa a los demás de sus propias miserias. Hizo responsable al presidente Macri de la persecución política que sufre con la fuerza de tareas que es la justicia. Justo ella que intentó y casi logra colonizarla y domesticarla con Justicia Legítima. Todavía Alejandra Gils Carbó comanda esa fuerza partidaria que busca la impunidad para la arquitecta egipcia.
Cristina es un fraude que tiene que explicar lo inexplicable de su fortuna y la de su familia. Y como broche de oro tiene que explicar quién paga la cancha de Racing para el acto del lunes 16. Dicen que el presidente del club se lo presta gratis o que el intendente de Avellaneda puso los 500 mil pesos del alquiler. Sería una aberración republicana. Como si no hubiera hinchas de la Academia o vecinos de Avellaneda que no simpatizan con Cristina. Es una concepción. Se apropian de todo. Son dueños y señores de las instituciones. Son señores feudales que tienen miedo de perder y por eso inventan que hay un fraude en ciernes.Son más buitres que pingüinos.