¿Cómo somos los argentinos? ¿Qué privilegiamos? ¿Qué llevamos dentro?.
Podríamos decir que algunos argentinos han sabido justificar muchas de las críticas alegando ser discípulos de los tres "monos sabios" y otros muchos simplemente jactándose -como no podía ser de otra forma- de aplicar la llamada "viveza criolla". Pero la pregunta es, ¿Somos realmente vivos? Si hay algo que identifica al argentino es la habilidad de no hacerse responsable de nada que este mal, siempre será la culpa de otro y, por el contrario, si las cosas están bien, siempre será por su aporte en caso que no pueda apropiarse de lo ajeno, sea esto un proyecto, una obra, un éxito o incluso la mujer ajena.
Los argentinos opinamos de todo, sabemos de todo y somos los mejores. Basta pararse cerca de donde haya dos o más argentinos juntos para escuchar cómo tenemos un país privilegiado en el que si algo parece sobrar es la materia gris.
El argentino típico es un tipo muy hábil, lleno de proyectos y, si Ernesto Palacios definió al hombre como mitómano por naturaleza, el argentino es bien natural, es sanguíneo, y un ser que es capaz de apelar a los recursos que otras culturas quizás nunca pensarían utilizar. Sí , el argentino es el único capaz de venderte un buzón. ¡Cuánto nos divertía el Negro Olmedo con sus representaciones! pero cuanta verdad había en esos personajes: un Pai umbanda estafador y libidinoso, un empleado servil al extremo de dar todo por quedar bien, un dictador en una república bananera, y otros más. De alguna manera, Olmedo era el Hamlet de los argentinos mostrando los infortunios de una sociedad cada día más berreta.
Antes de enojarnos deberíamos mirar adonde estamos y hacia donde vamos. El Estado ha alcanzado un grado de corrupción y degradación sustentado en la impunidad, que ha ido degradando a los otros órganos de poder. Así el Poder Judicial y el Legislativo, han demostrado -a través de los actos de sus funcionarios- que están de oferta: corporativamente votan según intereses del cuerpo, del bloque o personales, mientras que por otro lado los funcionarios judiciales juegan con las causas, las dejan dormir o las vician según corresponda. En tal sentido, en los últimos años hasta coquetean con los políticos e imprudentemente se pasan a sus filas, algunos incluso pidiendo licencias para luego regresar a sus cargos. "Y sí... bien argentino, voy y veo, pero por las dudas no largo esto", dicen. "La moral, lo ético, poco importa, después de todo no soy el único", frase con la que lavan su conciencia y justifican sus actos.
Mientras, la gente no avanza, la educación no mejora, los problemas laborales tampoco. Total los mantenemos con los planes... ¿Para qué quieren trabajar si sus aspiraciones son bajas? piensan muchos funcionarios, y cuanto menos conocimientos mejor, no vaya a ser que comiencen a pensar de verdad. Mientras sigan con el fútbol, con las carreras, los boliches, el alcohol, la droga, y la televisión, todo bien. Triste realidad, el dinero que todo lo compra y la baja moralidad han llevado a que todo se prostituya, y así el país se transforma en lo más parecido a un burdel, el que tiene dinero se lleva a la más linda, los demás lo que pueden y el que no tiene nada que se conforme con mirar.
Si alguna vez un presidente prometió que la fiesta se iba a terminar, nunca volvió a aclarar si otra mayor comenzaba.
Lo común, es que casi nadie quiere hacer lo correcto, hemos tenido muchas frases célebres que así nos dejaron, “no te metas”, “algo habrá hecho”, “mientras a mi no me joda…”, pero todo llega, el dejar hacer a otros, el mirar para otro lado, el callar, el ser permisivo y el ser cobarde, nos ha hecho lo que somos, un pueblo al que se le puede hacer todo, y a pesar de ello no aprende, el argentino es frágil de memoria suelen decir, pero la verdad es que tiene memoria selectiva, dale algo aunque sea poco y ya está, prometéle, seducilo, halagalo, ahogálo en su ego y será tuyo.
En conclusión, somos el producto de
años de mentiras, somos un poco de todo, pero seguramente tenemos mucho de lo
que se dice ventajeros. Privilegiamos
la comodidad, la forma más cómoda de vivir, si es sin trabajar mejor, después de
todo el argentino es efímero, y todo en él tiene la misma condición.
Llevamos
dentro un cóctel de razas, de ideologías, y en esa mezcla nada es puro, entonces
todo sabe a poco.
Marcelo Hawrylciw