Juan Grabois es un soldado del Papa y de Cristina. Hasta hace una semana era asesor de Francisco en el Consejo Pontificio de Justicia y Paz. Es uno de los argentinos que más diálogo y cercanía tiene con el Santo Padre. Grabois dice que no es kirchnerista y que nunca se afilió a ningún partido político pero, toda su actuación, es funcional a los cristinistas más fanáticos y fundamentalistas.
Es abogado defensor de Milagro Sala, de Luis D’Elia y dice que el “vicio del gobierno de Macri” es la violencia y que por eso persiguen a “Cristina y su familia”.
Asegurar que Milagro Sala y Cristina son dos perseguidas políticas es ignorar o no querer mirar los bolsos llenos de dinero, las megacoimas, el enriquecimiento ilícito y el saqueo al estado que lideró la ex presidenta mediante una asociación ilícita, tal como la acusa la justicia.
Lo más grave de sus declaraciones recientes fue comparar al presidente Mauricio Macri con Fernando de la Rúa. No se sabe si fue un análisis o una expresión de deseo. Igual que cuando dice que hay un futuro negro y muy complicado en la Argentina.
Ricardo Roa lo definió en una rigurosa columna como el líder de “grupos que actúan en los bordes del sistema democrático para presionar al gobierno a cambio de fondos”.
Grabois caracteriza al presidente Macri mas allá de decir que su vicio es la violencia “como un liberal posmoderno y un populista de derecha que heredó una fortuna de la corrupción de estado”. De la fortuna de Máximo y Florencia no dice una palabra. Para él, son perseguidos políticos.
Grabois acusó a Roa de ser “un triste escriba colonial” al que “no le da la nafta para pelear con el Papa que está en otra categoría”. Lo dijo por twitter.
Yo defino a Grabois como un peronista chavista papista pero en la revista de la Universidad de San Martin lo caracterizaron como “de formación marxista con influencias católica y peronista”.
A Marcelo Longobardi y Jorge Lanata con los que discutió duramente al aire en esta radio los llamó “moralistas inmorales, violentos y autoritarios”. Y eso que el Papa recibió a Longobardi y familia con mucho afecto y cordialidad.
Entre otras definiciones sesgadas por su fanatismo e ideologitis asegura que el RAM es un invento de “Patricia Bullrich y el gobierno para estigmatizar a los pueblos originarios y crear un enemigo interno”. Ignora la sucesión de hechos violento como incendios, ataques con palos y piedras, toma de tierras que los RAM han ejecutado y reivindicado en comunicados oficiales, escondidos o disfrazados detrás de los reclamos territoriales de los verdaderos mapuches que son pacíficos y trabajadores.
Grabois ignora que hasta la propia Michelle Bachellet, ex presidenta socialista de Chile, calificó a los pares del RAM trasandinos como “terroristas” y por eso exigió la extradición de Jones Huala. Salvo que Bachellet también tenga como vicio la violencia y sea una oligarca de derecha y no la heredera del socialismo honrado y democrático de Salvador Allende y Ricardo Lagos.
Abogado y licenciado en Ciencias Políticas, Juan Grabois tiene 35 años y tres hijos. Se fue al sur a buscarse a sí mismo y regresó liderando cooperativas de cartoneros. Su capacidad de convocatoria a las marchas es apenas modesta pero su estrecha amistad con el Papa Francisco y Marcelo Sánchez Sorondo le otorga un poder celestial. Es un aliado de Emilio Pérsico, líder del Movimiento Evita y ex integrante de Montoneros y Quebracho. Es hijo de Roberto “Pajarito” Grabois, fundador del FEN, Frente de Estudiantes Nacionales, cuadro destacado de Guardia de Hierro, organización del peronismo de derecha, enemiga de Montoneros, en la que militaron varios destacados dirigentes como José Luis Manzano, Guillermo Moreno y el propio Papa Franciso además de Julio Bárbaro que fue padrino de bautismo de Juan Grabois, de padre judío y madre católica llamada Olga.
En una columna en Página 12, Grabois, con el mismo fanatismo que todo lo lleva al extremo y la exageración, escribió lo siguiente, escuche por favor que vale la pena: “Es precisamente la muerte de Milagro Sala, ya no tengo la menor duda, lo que están buscando algunos sectores del poder, muy particularmente aunque no exclusivamente, en Jujuy. No es una metáfora ni una sugerencia: me refiero a su muerte física. Y si es un suicidio o una trifulca carcelaria, tanto mejor para ellos. En su odio ideológico, clasista, xenófobo y misógino que han demostrado con creces, la ven como un trofeo de guerra y quieren clavar su cabeza en una estaca”, para poder decir: “Se suicidó la india patasucia, se mataron entre negras”.
Alguien que se dice católico y defensor de los derechos humanos debería escuchar aunque sea una vez a las víctimas de Milagro Sala. No digo que escuche a Gerardo Morales o Jorge Lanata que fueron atacados por la comandante de la Tupac Amaru que está detenida. Grabois debería atender las denuncias de los jujeños y jujeñas más humildes que han sido humillados, torturados y en algunos casos reducidos a la esclavitud y a la servidumbre por quien tiene mucho de resentimiento y poco de intenciones de liberar y emancipar a los que más sufren los rigores del capitalismo salvaje.
Es incomprensible que su anteojera kirchnerista no le permita ver la violencia de género que produjo Milagro con tantas mujeres que no se quisieron arrodillar ni subordinar a sus órdenes. Es insólito que el colectivo “Ni Una Menos” haya sido aparateado por las militantes cristinistas para imponer a Milagro Sala como un emblema de su lucha cuando en realidad es todo lo contrario, una victimaria, una brutal golpeadora de mujeres. ¿Eso es progresismo o fascismo de izquierda o feudalismo corrupto?
La jefa tupaquera, la flaca, la gobernadora paralela de Jujuy que hoy está detenida a derecho, era de una crueldad digna de un capanga.
Amenazas de muerte, de sacarle o no darle una vivienda o una vacante en la escuela para sus hijos eran una constante de Milagro y su grupo de tareas encabezado por quien es apodada Shakira y también está detenida. Robos y estafas con los fondos que sacaban con bolsos de los bancos y devolvían en forma de coimas en la Quinta de Olivos, relaciones con los narcos de Bolivia, enriquecimiento ilícito, cientos de viviendas que no se hicieron, mansión para Milagro, autos para su familia. Todos los delitos todos. Hay que preguntarle al Perro Santillán, clasista y combativo al que Grabois supongo que no acusará de terrateniente. Hay que preguntarle por las patotas de Milagro, por las armas que manejaban y por esa idea de sentirse dueña de la vida y la suerte de los jujeños.
Si faltaban tres veces a una marcha le sacaban la casa. Por eso no las escrituraban.
Sin embargo el Papa la trata como a una hija: “comprendo su dolor y su sufrimiento”, le puso en la carta el Santo Padre a Milagro y no a sus víctimas. Lo mismo con los rosarios bendecidos. Fueron para la acusada y condenada y no para quienes la padecieron.
El obispo Marcelo Sánchez Sorondo declaró en Clarín que Milagro Sala dijo, escuche bien por favor esto que es bizarro por donde se lo mire. Dijo que Milagro dijo “yo habré robado pero hay gente que robó mucho más y sin embargo no está presa”. Un par de preguntas: ¿Cuándo dijo eso Milagro? ¿A quién se lo dijo? Sanchez Sorondo debería aportar esos datos a la justicia. Porque Milagro reconoce que robó. Y otra pregunta: ¿A Quién se refiere Milagro cuando dice que otra gente robó mucho más? ¿A Cristina?
Ayer, Jorge Fernández Díaz, en su brillante editorial de La Nación citó el libro de Juan José Sebrelli titulado: “Dios en su laberinto”. Allí define al Papa Francisco como un “conservador popular” y a sus apóstoles los critica porque “no encuentran en la pobreza una carencia y si una virtud” y se proponen “para gerencias la dádiva y no para ayudar a salir de la pobreza”. Provocador, como siempre, Sebrelli nos obliga a pensar en otra columna sobre el rol del Papa en la Argentina actual.
Asegura que, igual que Perón, le dice a cada uno lo que quiere escuchar y que “con el pretexto de acoger a los pecadores arrepentidos recibe a corruptos no recuperables”. Es un tema para otro día. Y Grabois debería saberlo para poner el grito en el cielo.