Se hizo justicia con el Caballo Suárez. O mejor dicho, la Cámara Federal reparó una injusticia y revocó su prisión domiciliaria y lo mandó de nuevo a la cárcel. El fallo del juez suplente, Luis Rodríguez daba vergüenza ajena y despertaba medio millón de sospechas. Después que el magistrado titular de la causa que estaba de vacaciones le negara cuatro veces el privilegio de pasar su detención en la mansión de su hija, Rodríguez, entre gallos y medianoche accedió a ese pedido y no se sabe bien que motivó semejante actitud bastante infrecuente. Es raro que un juez subrogante tome decisiones de fondo. Pero Luis Rodríguez lo hizo, pese a que todos los informes médicos indican que el Caballo tiene problemas de salud como tanta gente pero que ninguno es terminal o imposible de tratar desde la prisión. El único parte que decía lo contrario es el que presentó el abogado del Caballo Suárez. Supongo que también habrá que investigar porque Luis Rodríguez hizo lo que hizo y le regaló 18 días en casi libertad, en una casona lujosa que su hija tampoco puede explicar con qué dinero la adquirió.
Pero lo cierto es que el Caballo Suárez volvió al lugar desde nunca debía haber salido: la cárcel. Esta vez, en lugar de Marcos Paz estará en el penal de Ezeiza porque el hospital penitenciario es más completo. Otra vez vimos al sindicalista mafioso con un chaleco anti balas y un casco con una placa de plástico que también le tapaba la cara.
De esta manera los camaristas Farah y Bruglia hicieron lugar al riguroso pedido del fiscal Gerardo Pollicita que escribió que “Suárez no demuestra ningún problema con el alcoholismo (habían dicho que tomaba 5 litros por día durante 32 años) y resulta inverosímil la demencia que alega”.
El doctor Carlos Broitman, abogado de Suárez que también tiene como clientes a algunos narcotraficantes, se enteró que la resolución dice que el Caballo “no tiene sangrados activos ni patologías agudas en evolución”.
No hay que olvidar que Suárez está procesado con prisión preventiva por extorsión y jefe de una asociación ilícita y por haberle robado plata de los afiliados de su propio gremio. El fiscal Pollicita ya solicitó la elevación a juicio de la causa. Hay suficientes pruebas para condenar al Caballo que no galopa. Es uno de los dirigentes sindicales más corruptos de la historia argentina. Durante un cuarto de siglo se hizo ultra millonario atornillado al sillón de secretario general del Sindicato Obreros Marítimos Unidos. Hoy la justicia lo tiene contra las cuerdas. Le intervino el gremio, lo procesó por hacer piquetes en las vías navegables para extorsionar a los dueños de los barcos, es decir por cobrarles peaje o directamente una coima.
El ministro de transporte, Guillermo Dietrich, en su momento, fue contundente. Dijo que el Caballo extorsionaba a las empresas de navegación con coimas del 600% de promedio y le hizo un daño tremendo al sector. A los barcos que no pagaban, les negaban el servicio obligatorio de remolque y les bloqueaban el acceso a los puertos”. Está sindicado como el comandante de una banda de delincuentes que lograron hacer una especie de grupo de empresas y desviar dinero hacia sus bolsillos en forma descarada. Hay que decir que llegó a su gremio como siempre se manejó en la vida. De prepo, a las trompadas y en un par de meses pasó de ser un guardaespaldas temible y agresivo al mandamás de los obreros del puerto. En poco tiempo se convirtió en el amo y señor del puerto. En una suerte de rey o jefe del cártel de los portuarios. Hay denuncias serias que lo involucran incluso en la exportación de drogas por agua hacia México y España.
El Caballo resume mucho de lo peor del sindicalismo argentino. Corrupto, autoritario y oportunista. Un caballo de troya contra la honradez. Un caballito de batalla de los ladrones. Primero tomó por asalto el sindicato con dos represores de la dictadura de Videla: El Indio Castillo y Paqui Forese. También participaron del ataque simpatizantes del líder carapintada Aldo Rico y luego se hizo fervorosamente menemista, duhaldista, kirchnerista y, como si esto fuera poco, la ex presidenta Cristina Elisabet lo definió como su “gremialista favorito” y explicó que por eso lo quería “mucho”. Claro, todo tiene una explicación. El Caballo al trotecito se puso al servicio de Guillermo Moreno y aportó los buques que trasladaron la mercadería, 1.500 toneladas, de productos argentinos para armar aquel show bizarro de criollismo que montaron Guillermo Moreno y la presidenta de entonces. El concubinato entre Cristina y el Caballo tiene esa explicación. Los une la voracidad por el dinero fácil y la bulimia por el poder eterno. A Caballo regalado no se le miran los dientes.
Pero lo que es inexplicable es la relación entre el Caballo y el Papa Francisco. En la última elección, el Caballo decidió presentarse para gobernar otro período porque según dijo se lo había pedido el Santo Padre. Insólito. Incomprobable. Pero lo que sí se puede comprobar es que Cristina lo hizo participar de una audiencia con el padre Jorge que duró más de una hora y media y que el despacho del sindicalista equino estaba tapizado de banderas amarillas no del Pro y si del Vaticano y de fotos en distintas situaciones con el Sumo Pontífice argentino. Incluso durante un tiempo funcionó en el gremio una radio FM llamada “Papa Francisco” que dirigía la periodista Alicia Barrios una amiga íntima de Jorge Bergoglio. Es muy triste decir esto. No es la primera vez que lo digo. Pero es la más cruel de las realidades.
Por el contrario, el actual presidente tiene en la mira a este emblema de la corrupción que vive a caballo del delito y el sindicalismo. Le cuenta a todo el mundo que con sus aprietes a las empresas navieras convirtió al puerto de Buenos Aires en uno de los más caros del mundo y que muchos productos dejaron de llegar a la Argentina porque sus comerciantes estaban cansados de pagar dinero ilegal y de hacer denuncias que nadie en el poder quiso escuchar.
Los caballos de fuerza de su codicia sin límite fueron al galope rumbo a la cárcel porque expulsó a 8 dirigentes sindicales opositores que denunciaron con pruebas concretas todos estos chanchullos. Era capaz de lo peor. Darle palizas a los que intentaban ponerle algún límite a su angurria, alguna puñalada en un entrevero a quien se atrevía a discutir con él y no mandarle los remolcadores a los barcos que se negaban a pagar sus altísimas coimas. No tenía problemas en dejar a buques cargados de contenedores o de millones de litros de combustible en el medio del agua. Una irracionalidad que ponía en peligro la seguridad de todos. Por la plata no baila el mono, baila el caballo. Este soldado de Cristina se comportaba como el patrón, como el dueño y señor del puerto. En las empresas truchas que armó para desviar el dinero colocó a integrantes de su agrupación sindical y hasta su esposa, Andrea Susana Belleza. Una belleza el dirigente preferido de Cristina. Todas las empresas tenían el mismo domicilio, Belgrano al 1600, la vieja sede del gremio. El caballo batió todos los records de velocidad para el choreo cuando hizo un hotel y una casa flotante para su uso personal en Monte Caseros, Corrientes, donde el caballo nació y se crió de potrillo. El tema es que para hacerlo violó los depósitos del estado en la Isla Demarchi y se llevó todo tipo de materiales carísimos, boyas, flotadores, cables de acero. Suarez como jefe de la mafia de los puertos tuvo varios negocios en común con el ex ministro Julio de Vido y con otro malandra llamado Exequiel Espinosa, ex titular de Enarsa. ¿Se acuerda de este personaje? Fue el alquiló el avión que pagamos todos en el que trajeron a Antonini Wilson con su valija repleta de dólares negros de la corrupción chavista.
El corcel favorito de Cristina no se priva de nada. Tiene un yate en San Isidro cuya matrícula es “REY014232”. El rey de la reina. Un pistolero temible y poderoso que está preso.
El rey de los puertos. El jefe de la mafia de los marineros. Un caballo de agua y plata sucia. Un caballo indomable que ya no galopa porque volvió a estar entre rejas.