El revuelo ocasionado por las declaraciones del ministro Juan José Aranguren sobre el dinero que atesora en el exterior del país reavivó una discusión en sectores de la clase política nacional sobre la necesidad -o no- de oxigenar el Gabinete que encabeza el presidente Mauricio Macri.
Si bien desde hace meses referentes de la oposición piden a gritos desanudar la guillotina y que rueden escaleras abajo las cabezas de funcionarios como Patricia Bullrich (titular de la cartera de Seguridad), Jorge Triaca (Trabajo), Luis Caputo (Finanzas), Sergio Bergman (Ambiente y Desarrollo Sustentable) y del propio Aranguren (Energía y Minería), entre otros, tanto Macri como su lugarteniente Marcos Peña, el jefe de Gabinete, se esfuerzan por defenderlos y respaldarlos.
El Gobierno también se ha visto obligado a salir a dar la cara por Gustavo Arribas, que se desempeña al frente de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), mientras el ministro de Defensa, Oscar Aguad, y sus colegas de Justicia y Derecho Humanos, Germán Garavano, y de Agroindustia, Luis Etchevehere, hasta han recibido perdigonadas de "fuego amigo" en los últimos días.
Figuras o dirigentes del mismo Gobierno, como Elisa Carrió o Mario Cimadevilla, los han criticado por motivos vinculados con la ética (o la falta de ética), la transparencia y la honorabilidad para desempeñarse en la función pública.
En este contexto, el alboroto por las declaraciones de Aranguren sobre sus fondos en el extranjero acrecentó un debate promovido por líderes de la oposición, pero del que también han comenzado a opinar cada vez con mayor frecuencia voceros de la gestión de Cambiemos, por ahora en "off", en diálogo con periodistas.
La necesidad de renovar, de imprimirle una bocanada de oxígeno -o no- al Gabinete que encabeza Macri se ha convertido en tema de conversación en la clase política nacional, habida cuenta del "desgaste" que presenta la imagen de algunos ministros.
En este sentido, es el propio Gobierno el que se encarga de seguir de cerca las mediciones y consultas de opinión, aunque la "mesa chica" de la gestión macrista, en la que se destacan el Presidente, lógicamente, de igual modo que Peña, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui, por el momento se aferra a su estrategia de "defensa corporativa" y demora eventuales cambios.
"El que se quema con leche..."
Otra vez un ex CEO convertido en funcionario público, como Aranguren, envuelto en una polémica, ya sea por sus actos y/o por comentarios inapropiados, como esa frase que lanzó acerca de que aquel que "se quema con leche, ve una vaca y llora", cuando intentaba argumentar durante una entrevista de radio la decisión de conservar sus ahorros fuera del país.
Horas más tarde, Macri salió a "renovarle" la confianza a su cuestionado ministro de Energía, como si se tratara del presidente de un club de fútbol -quizá recordando sus épocas en Boca Juniors- que respalda a un entrenador en la cuerda floja... ¿antes de despedirlo?
Da la sensación de que si el jefe de Estado ya se "inmoló" por Triaca, por Bullrich e incluso por Caputo, que en estos días deberá rendir cuentas ante el Congreso sobre sus fondos "off- shore", seguramente repetirá su accionar con Aranguren y el ex director ejecutivo de la petrolera Shell en Argentina permanecerá un tiempo más en la gestión estatal.
Luego, muy probablemente, Aranguren regrese a la actividad privada, de igual manera que otros tantos funcionarios que en la actualidad se desempeñan en el Gobierno.
Para colmo de males, las expresiones del ministro sobre sus niveles de "confianza" en la Argentina, ¡en un país gobernado por una administración de la que él mismo forma parte!, se producen en momentos en los que el Banco Central se ha visto forzado a intervenir con vigorosidad en el mercado cambiario para evitar que se dispare el dólar.
En marzo, la autoridad monetaria, encabezada por un Federico Sturzenegger bajo presión "in crescendo", perdió un total de US$ 2.039,6 millones de sus reservas para mantener estable el tipo de cambio: la divisa estadounidense finalizó el mes por debajo de los 20,50 pesos por unidad para la venta.
La volatilidad del dólar en la "city" porteña refleja, entre otras cuestiones, el balanceo que viene experimentado la confianza en la gestión de Cambiemos de parte de la ciudadanía en general y de los inversores en particular.
¿Quién quiere saber de qué se trata?
Sostener en un Gobierno a un ministro desgastado y cuestionado, en realidad, a cualquier funcionario en esas condiciones, claramente implica un costo.
Macri parece estar dispuesto a pagarlo y a impedir que la oposición se regocije con la renuncia "a pedido" de alguno de esos integrantes del Gabinete a los que las balas les vienen picando cerca, por más necesaria que sea una renovación, un cambio de nombres, en algún momento de su gestión.
Según supo la agencia Noticias Argentinas de voceros confiables, cada ministro "tiene su propia grieta".
Se trata de la brecha que existe entre quienes lo respaldan y aquellos que lo critican a ultranza, de acuerdo con encuestas de opinión y valoración de imagen.
En este contexto, el próximo miércoles en el Parlamento, Caputo, una especie de abanderado entre los referentes del Gobierno con depósitos "off-shore", podrá comprobar personalmente cuán profunda y escarpada es la "grieta" que sus actos y decisiones generan en ese cuerpo legislativo.
Es poco probable que la discusión se circunscriba únicamente a la abultada toma de deuda externa, una cuestión que preocupa en especial a la oposición.
Fuera del ámbito estrictamente político, las principales inquietudes de la gente de a pie están enfocadas en otros asuntos, por lo general, vinculados con el poder adquisitivo del salario, el empleo y la inseguridad.
El Gobierno lo sabe, pero de todos modos creó hace unos pocos días una "Unidad de Opinión Pública", con el fin de "conocer y analizar" con mayor detenimiento "las demandas de la población", según se informó de manera oficial.
Pero, en efecto, el macrismo pretende "enterarse" más rápido y mejor de las preocupaciones de la gente -y por ende, posibles votantes- o busca constatar, por ejemplo, qué opinan esas mismas personas de la gestión y/o de determinados integrantes de la administración nacional.
Apenas días después del anuncio de la creación de esta dependencia, a cargo de Mora Jozami, vecinos de la ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, fueron consultados en una encuesta telefónica sobre la imagen que inspiran determinados ministros del Gabinete central, entre otras preguntas.
Por último, en esta semana corta que se avecina, además de la comparecencia de Caputo, también está previsto que asuma el nuevo administrador federal de ingresos públicos, Leandro Cuccioli, sucesor de Alberto Abad, hombre de confianza del actual -o aún- ministro de Finanzas y especialista también en "preservar" al valor de los ahorros fuera del país.
Cuccioli tomará las riendas del organismo recaudador en momentos en los que el Gobierno parece decidido a llevar hasta las últimas consecuencias su disputa legal contra Cristóbal López, cuya deuda impositiva con la AFIP superaría los 20.000 millones de pesos por todo concepto.
Por ahora, el empresario sigue en libertad tras haber salido de la cárcel beneficiado por una triquiñuela judicial.