Era algo que ya se sabía, se callaba a voces, pero el presidente Mauricio Macri tuvo que anunciarlo formalmente y manifestó que el Gobierno le pedirá al Fondo Monetario Internacional que adelante los recursos necesarios para poder cumplir las obligaciones requeridas hasta el mes de diciembre del 2019, una vez que se haya finalizado el período electoral. Ello, con el propósito de recuperar la confianza en los mercados (algo a lo que el jefe de Estado no está acostumbrado).

"La última semana hemos tenido nuevas expresiones de falta de confianza en el mercado sobre nuestra capacidad de financiamiento para 2019. Hemos acordado con el FMI adelantar todos los fondos necesarios para garantizar el cumplimiento del programa financiero del año próximo" aseveró el presidente.

Además, como suele hacer, su discurso tuvo una base fundamental en la confianza al afirmas que dicha decisión “apunta a eliminar cualquier incertidumbre que se hubiera generado ante el empeoramiento del contexto internacional. Garantizar el financiamiento para 2019 nos va a permitir fortalecer la confianza y retomar el sendero de crecimiento lo antes posible”.

Obviamente la oposición se agarró de los dichos del primer mandatario y quienes iniciaron el manifiesto fueron los diputados pertenecientes al Frente para la Victoria, conducido por Agustín Rossi, que en su mensaje mencionaron que “la confianza más defraudada es la del pueblo argentino”.

Según se desprende del comunicado de la bancada kirchnerista, "Mauricio Macri anunció como un triunfo el pedido de un nuevo adelanto por la ´falta de confianza´ en la Argentina, cuando en realidad la confianza más defraudada es la del pueblo argentino producto de la brutal política económica empleada por Cambiemos".

Para el FpV-PJ, "el problema de la Argentina no es fiscal, sino que el verdadero inconveniente es el rumbo económico de Mauricio Macri que liquidó el consumo popular, frenó el mercado interno y generó recesión sin producir divisas auténticas por exportaciones con valor agregado".

Sin embargo no fueron los únicos, en este corriente miércoles, el diputado massista Marco Lavagna cuestionó la petición del adelanto de los fondos por parte del FMI al anunciar que "la deuda se sigue dolarizando y cada vez se pagan más intereses".

El dirigente del Frente Renovador opinó que el Gobierno “tiene que cambiar el esquema económico” y “poner plata en el bolsillo de la gente”.

"Hablan de ajuste fiscal como si fuera la solución, pero en el día a día los problemas de empleo e inflación siguen estando", mencionó, agregando que "la prioridad número uno tiene que ser hacer crecer la economía".

Como si lo acontecido no fuese suficiente, existe otro tópico económico que al presidente le trajo un mal pasar, el dólar.

En el día de la fecha, el dólar escaló nuevamente batiendo records como lo viene haciendo desde la asunción de Macri a la presidencia, llegando hoy a un valor de 34,40 pesos para la venta en la city porteña.

Esto sucedió en gran parte sobre la base de la gran demanda de divisas tras el cuestionado anuncio del presidente respecto de adelantar los fondos del FMI.

Según el Banco Central, la jornada finalizó con un billete verde a 33,13 pesos para la punta compradora y a 34,40 pesos para la venta. En un día el dólar aumentó 2,35 pesos, es decir, un 7,33 por ciento.

Nuevamente bajo su insistente costumbre, desde Olivos, el presidente justificó lo sucedido a raíz de “nuevas expresiones de falta de confianza en los mercados”.

“La confianza es todo” recita un viejo refrán y como se sabe es demasiado complicado ganarla y muy fácil perderla, y Macri hace lo imposible por recuperar la confianza en los mercados pero parece que no le está yendo muy bien.

Nadie quiere invertir en la Argentina por la corrupción, algo similar a lo que está pasando en Brasil tras el escándalo del Lava Jato.

Tampoco quieren invertir porque el peso se devalúa a pasos agigantados y la recesión económica no augura un final elocuente, por tanto, el jefe de Estado ya no sabe que más inventar para conseguir que los mercados confíen, inviertan y el país pueda salir del atolladero económico en el que se encentra hundido.

El gradualismo fracasó y la famosa “lluvia de inversiones” nunca existió, solo resta esperar para ver que nueva ocurrencia tienta al oficialismo y rogar para que esta vez la jugada le salga, aunque sea, favorable.