La historia empieza en septiembre de 2014, cuando la Cámara de Apelaciones de Dolores decidió condenar por unanimidad como coautor de homicidio agravado por alevosía a un expolicía llamado Fermín Basualdo por el asesinato de un chico llamado Emilio Blanco, acaecido el 28 de septiembre de 1997.

A partir de lo resuelto por el tribunal, Basualdo, ex jefe de calle de la Comisaría primera de Chascomús, terminó condenado.

La hipótesis sostenida por la fiscalía, por la cual se llegó a la condena, indica que Emilio fue levantado por un grupo de policías, entre los que se encontraba Basualdo, para llevarlo a la Comisaría y allí torturarlo hasta su fatal desenlace. Es lo que dijeron los medios también.

De acuerdo a esa línea de investigación, los propios uniformados habrían intentado encubrir el crimen arrojando el cuerpo a las vías para fraguar un accidente ferroviario.

Por su parte, Basualdo denunció la “presión social” ejercida por el municipio, la UCR y la Iglesia.

Es algo de lo que habló Tribuna de Periodistas en su momento, en una nota publicada en 2005, titulada “Homicidio en Chascomús”, firmada por Christian Sanz, director de este portal. Allí se explicó:

A pesar de no haberse encontrado ningún sospechoso, no se siguieron otras pistas que no sean las de una vinculación policial. Nadie investigó por ejemplo, al sacerdote que encontró el cadáver, el padre Carlos Kippes, quién era profesor del menor en el Colegio Corazón de María, ubicado en la calle Casalins Nº 106, a pesar de que no fue creíble sus declaraciones, en cuanto dice que encontró el cuerpo a las 7:30 de la mañana del día 28 de septiembre de 1997, cuando se dirigía a la carnicería como lo hacía habitualmente.

Estas declaraciones no son coincidentes con las del carnicero, quién dice -en coincidencia con varios vecinos- que su negocio abre todos los días entre las 9 y 9:30 horas.

Nadie investigó tampoco, los antecedentes del Obispo Maccarone, del padre Kippes ni de otro sacerdote, el padre Rubén Oscar Revello, quienes ya tenían antecedentes por "abusos deshonestos" contra menores de ese Colegio.

Este periodista habló con personas de la zona y le revelaron las enormes sospechas existentes contra los hombres de la curia, en particular sobre la figura de Kippes. "La carnicería adonde se dirigía el sacerdote abre a las 9 horas como casi todos los negocios en Chascomús. Encima el sacerdote siempre aparecía como a las 10 de la mañana por la zona", afirmó a quien escribe estas líneas un oportuno investigador de la causa.

Otro dato muy interesante fue aportado por una fuente similar: "¿Quién era el Obispo de Chascomús en ese momento? Juan Carlos Maccarone. ¿Dónde está ahora Macccarone? en Chascomús. El padre Kippes, otro sacerdote de nombre Rubén Rebello y Maccarone, tienen las mismas "tendencias", y los tres estaban en Chascomús en esos momentos".

Todo un dato que jamás podría ser menor en el marco de la investigación de este crimen.

En el marco de lo publicado por este portal, sumado a diversos elementos que aparecen en el propio expediente judicial, al que tuvo acceso Tribuna de Periodistas —dos voluminosas carpetas plagadas de peritajes y medidas judiciales—, aparecen severas contradicciones que nunca fueron tenidas en cuenta por la justicia y que beneficiarían a Basualdo.

Muchos de esos elementos fueron publicados por la propia familia en una página de Facebook denominada Reclamo de Justicia por la Inocencia de Fermín Basualdo.

Por ejemplo, advierten que cuatro testigos situaron al exuniformado en otro lugar en el momento en que fallecía Emilio Blanco, de acuerdo al horario de la autopsia.

“Horario que sorpresivamente, tuvieron que cambiar en la sentencia, sí, así como se lee... el horario de muerte de Emilio Blanco fue cambiado en medio del juicio, porque nada les daba para condenar a este policía inocente, entonces ya la autopsia no importaba, el horario que estaba plasmado en la causa desde hacía más de 14 años, había que cambiarlo para poder culparlo, había que hacer que fuera culpable Basualdo sea como sea”, cuenta la familia en Facebook. Y no miente. Como se dijo, todo aparece en el expediente.  

Respecto del expolicía, la familia advierte que hoy “es un condenado a morir lentamente en un penal por su enfermedad de cáncer, esto a nadie le importa, es inocente y puede demostrarlo (existen las pruebas), pero pareciera que a nadie interesa, ni quiere que así sea, hay mucha corrupción de años, en medio de historia y su hija por ser funcionaria policial se ha visto limitada para hacer pública esta atrocidad”.

El caso es oscuro y espeso, y hay mucho más por revelar. Es lo que hará Tribuna de Periodistas.