"Esto se soluciona si dejamos de robar durante dos años". Si bien esta sentencia del sindicalista, dirigente, político y filósofo peronista contemporáneo Luis Barrionuevo es real, es una verdad a medias.
Los problemas de la Argentina no se solucionan si los gobernantes de turno solo dejaran de robar. Es un poco más complejo, y simple a la vez.
Es simple porque cualquier político y/o economista medianamente preparado, —y que tenga buenas intenciones, obviamente— sabe perfectamente qué habría que hacer. Pero aquí viene la parte más difícil, la compleja. Hacerlo en Argentina es prácticamente una misión imposible.
Lamentablemente todo, absolutamente todo, gira alrededor de la economía. Sin recursos económicos es imposible emprender ningún tipo de empresa, y si empezamos por el principio, nos encontramos con lo más básico, lo fundamental: los sueldos en Argentina son bajos, no alcanzan para tener un estándar de vida medianamente aceptable, o por lo menos a lo que el común de la gente aspira.
Y esto es otra verdad a medias. Si bien es cierto que los sueldos son bajos (basta con ver que el salario mínimo vital y móvil no cubre el valor de la canasta básica, desde hace décadas) la otra mitad de esta realidad es que los costos son altos, que es parecido, pero no es lo mismo.
Producir, lo que sea, en Argentina, es caro, muy caro. Es cara desde la energía hasta la mano de obra, pasando por supuesto por los insumos, y todo esto tiene un hilo conductor: la fuerte carga impositiva de absolutamente todo lo que a usted se le ocurra, que a esta altura de las circunstancias, cualquier argentino medianamente informado lo sabe, además de sufrirlo en carne propia.
Y aquí nos encontramos con la parte compleja de la "hipótesis Barrionuevo", y es que, sencillamente, lo que es indispensable para sanear la economía, es inviable.
En Argentina, las personas que dependen del Estado son, aproximadamente 16,5 millones, mientras que el estado tiene unos 3,5 millones de empleados, o sea que alrededor de 20 millones de personas cobra una jubilación, un subsidio o un sueldo estatal. En el sector privado trabajan entre empleados, empresarios, comerciantes y monotributistas (o sea, quienes aportan los recursos) menos de 7 millones.
Según un informe publicado por el diario Clarín en su edición del 19/10, titulado "El empleo público bajó 1,1% en el Estado nacional y creció 1,5% en las provincias", dice: "El sistema público provincial – con 2.321.598 empleos --durante 2017 tuvo un incremento de 36.300 empleos, (+1,1%) de los cuales 18.000 se explican por el traspaso policial. Por esa razón, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires registró un incremento del empleo del 13,2%. Sin esa transferencia el aumento sería del 3,2%, de acuerdo al Informe de la Secretaria de Trabajo."
Pero espere, todavía falta lo peor: "A nivel administración pública nacional, los mejores salarios se observan en los entes del sector público nacional no financiero -entre los que sobresale la AFIP- con un salario bruto promedio de $ 102.445. Luego aparecen el poder judicial ($83.997 y los bancos nacionales ($ 72.357). Los peores salarios son para Universidades nacionales ($28.139) el sector Salud ($29.272) y las Fuerzas Armadas ($ 30.316)."
De estos datos se deduce que el salario promedio que perciben los 702.826 empleados de la Administración Pública Nacional es de $41.363, más los beneficios que todos sabemos tiene un empleado estatal.
¿Qué habría que hacer, entonces, para sanear la economía? Veamos: 1) Reforma impositiva. 2) Reforma laboral. 3) Reforma previsional 4) Reforma judicial. 5) Acuerdo con provincias, y reformar el sistema de coparticipación, recaudación y reparto tributario.
A simple vista, y si seríamos un país normal, nadie en su sano juicio se opondría a llevar a cabo cualquiera o todas estas reformas, que como cualquier economista sabe son cosas que habría que modificar.
Pero... siempre hay un pero en Argentina ya que no somos un país normal, y el solo hecho de intentar hacer una sola de estas reformas es imposible. ¿Por qué? Creo que la respuesta la sabemos todos: Gobernar Argentina, cuando el gobierno no es peronista, cuesta el doble, o más.
Cuando hubo un intento de reforma tributaria, nada de eso ocurrió, y terminamos con que el impuesto al cheque va a ser eliminado en el 2023. Cuando el presidente intentó la reforma laboral se encontró con los sindicatos. Pero además están los gobernadores peronistas y los gobernadores radicales, todos abrazados en una ideología populista muy marcada.
Tanto el gradualismo, como los inconvenientes que tiene el gobierno, sobre todo por la falta de acuerdos políticos, hacen inviables estas y cualquier otro tipo de reforma.
Estas reformas que son indispensables son políticamente inviables, y por varias razones, pero fundamentalmente porque del otro lado de cada una de estas están los gobernadores y están los sindicatos.
Y seguimos con el déficit fiscal y un estadio ineficiente. Entonces, ¿cómo se soluciona todo? aplicando más impuestos, y esto hace que los costos sean altos, y por lo tanto, los salarios no alcanzan. Es como tapar un dedo con el sol.