El lunes, la expresidenta Cristina Fernández destacó que en el frente político opositor "no debe haber una división entre los que rezan y los que no rezan", ya que en el seno del movimiento "hay muchos pañuelos verdes pero también hay pañuelos celestes".
"No puede haber una división entre los que rezan y los que no rezan. División que no es nacional y popular. Es un lujo que no nos podemos permitir. Porque en nuestro espacio hay pañuelos verdes pero también hay pañuelos celestes. Tenemos que aprender a aceptar eso sin llevarlo a la división de fuerzas", dijo en clara clave electoral.
Es que Cristina sabe que mientras se entretenía afrontando causas judiciales de las más variadas, otra grieta entró por la ventana, y es lo suficientemente inteligente para saber que esta es transversal.
Si ser K y no K dividió la Argentina en dos, la postura sobre el aborto legal dividió a la Argentina en cuatro. Y la líder de Unidad Ciudadana no puede seguir afrontando fragmentaciones, sin embargo, las pocas referencias que ha hecho sobre el tema han estado plagadas de falacias que desencantan, asombran y desilusionan al electorado a favor del aborto legal.
El primer error de la exmandataria es relacionar directamente la religión con la postura sobre el aborto legal. Así como colectivos católicos se mostraron a favor de la interrupción legal del embarazo, como es el caso de CDDArgentina, también los hay laicos en contra de ese derecho. Vincular exclusivamente el color del pañuelo a la dualidad «los que rezan y los que no rezan» es una falacia total, y sin caer en el análisis de equiparar los pañuelos; como si ampliar un derecho o no fuese un Boca-River.
El problema -y preocupación reinante por estas horas- es cómo la religión intenta hacer política y meterse en asuntos que deberían ser laicos y científicos. De hecho el triunfo del fascista-evangelista Bolsonaro en Brasil ocupó gran parte del discurso de la «contracumbre».
El segundo error no tiene que ver tanto con la lógica de su discurso, sino con la lógica de su frente político, y es bastante decepcionante. Es entendible que Cristina no quiera darse «el lujo» de la fragmentación y que a meses de las elecciones se dedique a hacer lo que debe: política, pero sostener que es necesario «aprender a aceptar que haya pañuelos verdes y celestes en nuestro espacio sin llevarlo a la división de fuerzas» da una clara visión de lo que maneja como prioritario en ese espacio, y en definitiva el aborto legal no lo es.
Unir los pañuelos para fines más ¿importantes?, ¿más atados al clima electoral? Solo a semanas de la discusión por el aborto legal del Congeso murió una mujer por insertarse tallo de perejil. Y siguen muriendo por abortos clandestinos, como sucedió siempre. Entonces, ¿para qué espacio político esto será realmente importante? Para este no; pero es la política y la prioridad es sacar a Macri y bla, bla bla.