Siempre digo que para entender el presente es necesario conocer nuestra historia. Cuando escribí la “Historia sexual de los argentinos” analicé el complejo entramado entre poder y sexualidad, un tejido apasionante para comprender una sociedad.
El abuso hacia las mujeres en estas tierras es mucho más antiguo que los países de este continente. Durante la conquista, los españoles impusieron en todo el territorio americano la política del mestizaje, consistente en la violación y apropiación de las mujeres.
Para su goce personal, sí, pero era más que eso, era una política de Estado para expandir la sangre ibérica y mestizar la población. Hay relatos como los del cronista Ulrico Schmidl que dan cuenta de los abusos bestiales a los que sometieron a las mujeres originarias.
En territorio americano existían culturas poligámicas como la guaraní; los conquistadores aniquilaron a los líderes de sus pueblos tomando su lugar y obligando a sus mujeres a servirlos en verdaderos harenes. De hecho, a la zona del actual Paraguay le decían el Paraíso de Mahoma.
La corona mandaba clérigos para poner orden, pero los propios curas se adueñaban de los harenes. La cantidad de hijos del expresidente Lugo, un sacerdote, obedece a esta tradición.
El derecho de pernada es una práctica que llegó a América desde Europa, herencia del feudalismo. Si bien nunca fue una ley escrita acá, ocurría y sigue ocurriendo. Y pone de manifiesto el poder de dominación sobre el cuerpo y la sexualidad de las mujeres que tiene el “señor”, y que se tolera socialmente. En las provincias del NOA sigue siendo una práctica habitual.
Más acá en el tiempo, Juan Manuel de Rosas tenía en sus filas a un militar muy leal, el teniente Castro, viudo, quien malherido en batalla, dejó a cuidado a su hija María Eugenia para que la criara. Rosas encerró a esta hija adoptiva en su finca y la sometió a una vida de servidumbre y violaciones. Producto de los abusos, la mujer tuvo seis hijos que Rosas nunca reconoció y murió en absoluta pobreza.
También los pueblos originarios se ensañaron con las mujeres blancas. Uno de los motivos esgrimidos para avanzar con la campaña del desierto era el argumento de liberar a las cautivas secuestradas por los indios.
Sin embargo, Julio Argentino Roca también tuvo su cautiva: Ignacia Robles una chica de apenas quince años que rechazó sus galanteos. Pero Roca, en ese momento hombre fuerte de la provincia de Tucumán, no iba a aceptar un “no”. Optó por secuestrarla y servirse de ella a su gusto, abandonándola luego, embarazada.
Leopoldo Lugones, escritor argentino responsable de la proclama del golpe de 1930, tuvo una relación extramatrimonial contrariada con la joven estudiante Emilia Cadelago. Lugones la acosaba con unas cartas espantosas, escritas con sangre, saliva y otros fluidos masculinos. Emilia Cadelago sufrió uno de los acosos más terroríficos de la historia.
Polo Lugones (Jefe de la sección especial de la Policía), hijo de Leopoldo inventó la picana eléctrica. La paradoja trágica es que su hija Pirí, militante montonera, fue torturada con el invento de su padre durante la dictadura de Videla.
Pocos conocen la relación de Juan Domingo Perón con una chica de quince años a la que llamaba La Piraña. A veces la presentaba como su hija y otras, como una sobrina. Pero lo cierto es que la trataba como a una sirvienta, era una especie de esclava traída del campo y Perón hacía uso de ella en todo sentido. Evita la terminó echando literalmente a patadas de la casa cuando consolidó su relación con el general.
Más conocidas fueron las andanzas de Perón con las adolescentes de la UES, especialmente con la chiquita Nelly Rivas: un verdadero escándalo.
En los años ‘90 nos sacudió el caso María Soledad que puso al descubierto cómo los poderosos de las provincias feudales se sirven de las adolescentes como si fueran objetos desechables.
Y ahora, frente a las denuncias de prostitución infantil que recibió el proxeneta Concejal massista Daniel Sizuela, que escuchamos en este programa, y a las acusaciones de militantes kirchneristas que hablaron del sistema de abusos sexuales a las que eran sometidas por algunos dirigentes de La Cámpora, Máximo Kirchner dijo: “Que los que mercantilizaron a la mujer no nos vengan a correr con la vaina de la moralina y la ética”.
Interesante confesión: para él la ética es una vaina vacía, una mera apariencia. A propósito hay que recordarle a Máximo que esto no es nuevo en el kirchnerismo.
“Las Casitas” era una red de prostitución que funcionaba en Santa Cruz cuando Néstor era gobernador y brindaba una importante recaudación a la política.
Las casitas eran antros donde mujeres esclavizadas ejercían la prostitución, en la mayoría de los casos habían llegado al sur engañadas con promesas de trabajo y un futuro mejor. ¿Quién los denunció hace ya muchos años? Antes de ser amigos por supuesto. El denunciante fue Gustavo Vera.
Todas estas historias ocultas de la historia las relato en “Historia sexual de los argentinos”, compuesta por tres volúmenes: “Pecar como Dios manda”, “Argentina con pecado concebida” y “Pecadores y pecadoras”.