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AMIA: el día que el nuevo titular de la DAIA puso en duda la autoría de Irán

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Quema esos registros
Quema esos registros

La nota salió publicada este domingo en diario Tiempo Argentino y la firma Ricardo Ragendorfer.

 

Allí, se revela un diálogo que se dio en 2013, cuando el nuevo titular de la DAIA puso en duda la autoría de Irán respecto del atentado a la AMIA.

No hace falta mencionar que ello va en sintonía con lo que viene publicando Tribuna de Periodistas desde el año 2003. No por capricho, sino porque no existe una sola prueba de que iraní alguno haya tenido algo que ver con el hecho de marras. Dice la nota de Tiempo Argentino, textual:

El 18 de diciembre pasado asumió la nueva conducción de DAIA, encabezada por Jorge Knoblovits. Fue en el Hotel Intercontinental, ante mil invitados que incluían altos dignatarios del régimen macrista; entre ellos, la ministra Patricia Bullrich, quien al tomar la palabra, soltó: “Sería muy importante para nosotros tener un juicio en ausencia”. Se refería a los funcionarios iraníes sospechados por el atentado a la AMIA.

Tal alternativa –no contemplada por las leyes argentinas– ya había sido deslizada con insistencia en 2013 por el entonces presidente de la DAIA, Julio Schlosser, durante una reunión con canciller Héctor Timerman, a propósito del Memorándum con Irán.

Aquel cónclave fue reconstruido por Timerman el 10 de febrero del año pasado en su piso de la calle Castex, frente a la Plaza Alemania, al recibir –ya convaleciente y con arresto domiciliario– al autor de esta nota; también estaba el dirigente de Familiares y Amigos de Víctimas de la AMIA, Sergio Burstein, y el periodista Juan José Salinas. Los detalles vertidos por él adquieren ahora una significativa relevancia.

Schlosser había concurrido al despacho de Timerman en la Cancillería con el vicepresidente de la AMIA, Waldo Wolff (hoy diputado de PRO), y el entonces secretario general Knoblovits. Al ministro de Relaciones Exteriores lo acompañaba el secretario de Culto, Guillermo Oliveri.

Los visitantes no creían que el acuerdo con Irán para interrogar allí a los presuntos responsables del atentado pudiera guiar la pesquisa hacia la verdad. También invocaron “impedimentos estratégicos” no debidamente aclarados. Y al respecto, Schlosser esgrimió un notable argumento: “Los muertos ya están muertos, Héctor; hay que pensar en los vivos”.

Wolff, a su vez, permanecía mudo, con los ojos clavados en el suelo.

Y Knoblovits, abogado de profesión, iba levantando temperatura. Hasta que, de pronto, saltó de su asiento, al grito de: “Si Canicoba Corral (el juez de la causa) va a Irán y le dicta a los acusados la falta de mérito porque la prueba no alcanza, ¿de qué nos disfrazamos?”. Y remató: “¡Eso sería inaceptable!”.

Schlosser entonces le ordenó con un parpadeo que se llamara a silencio. Wolff continuaba con los ojos clavados en el suelo. 

¿Qué temía realmente Knoblovits? ¿Acaso no estaba convencido de la autoría iraní del atentado?

Tanto las circunstancias de esa reunión como el registro textual de los diálogos fueron confirmados a este diario por Oliveri.

A un lustro de semejante “sincericidio”, el doctor Knoblovits alcanzó la cima de la DAIA. Su entronización coincidió con la agonía de Timerman. El ex canciller exhaló días después su último suspiro. Vueltas del destino.

La causa por el Memorándum (instruida por el juez Claudio Bonadío) es un himno al desplome del estado de Derecho. En tal marco, el procesamiento de Timerman requirió, por su debilitada salud, una dosis extrema de crueldad. Era como si pesara sobre él una condena a muerte no escrita en el expediente. Y en aquella crucifixión, el rol de la DAIA fue particularmente vil. Porque sus jefes no fueron cómplices pasivos (como en el caso del martirio sufrido por su padre, Jacobo Timerman, durante la última dictadura) sino los artífices de su desgracia, en tándem con la servidumbre judicial del macrismo.

De hecho, fue aquella dirigencia la que lo querelló en base a una trampa tendida por el ex presidente de la AMIA, Guillermo Borger, al grabar de modo clandestino en 2013 un diálogo telefónico con él, donde –en su condición de funcionario– se lo escucha decir: “¿Y con quien querés que negocie? ¿Con Suiza?”. Esa frase fue su pecado. Cabe destacar que es la primera vez desde la vuelta de la democracia que en los tribunales se convalida el uso como prueba de una comunicación intervenida en forma ilegal.

Hacé clic acá para leer la nota completa

 

2 comentarios Dejá tu comentario

  1. ¡Bueno, alegra que quien ponga sobre el tapete este tema de DEBATE interno en la comunidad Judía, sea un periodista de esa extracción, pues si lo hace otro que no lo es, seguro que serìa tomado de antisemita o cualquier otra descalificaciòn en la que parece que existe DISCRIMINACION de opiniòn según quien la efectúe!

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