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Rodolfo Santángelo, el socio eterno de Carlos Melconián en el estudio Macroview, califica de “rudimentario”, ”tosco” y “bruto” al programa económico del gobierno, que según dice, “lo hicieron Pablo Marmol y Pedro Picapiedra”.
Santángelo ahora dice lo que no puede decir Melconián, un economista de la primera hora del PRO, que sigue siendo escuchado por el presidente Mauricio Macri, pero que en la práctica política cotidiana parece no influir demasiado en las decisiones.
El 2,9% de inflación de enero, con las marcas del 3.5% en alimentos y bebidas, indican claramente que bajar la inflación y poner a la economía en crecimiento no es para nada sencillo. Todo lo contrario. A simple vista parece que cuando se acomoda algo, se desacomoda otra cosa por otro lado.
El programa “rudimentario” que dice Santángelo consiste básicamente en dejar de emitir dinero, y acompañar eso con una política fiscal de déficit cero. Hasta ahí el plan muestra una coherencia que el gobierno no tuvo en sus primeros dos años, cuando quería pretendía bajar la inflación ampliando el gasto.
El Banco Central a su vez, puso en marcha un sistema de bandas cambiarias que tuvo éxito en frenar la violenta devaluación del peso ocurrida el año pasado. La “zona de no intervención” indican los valores entre los que tiene que estar el dólar. Pero acá comienzan los problemas.
La inflación mantiene su dinámica. El presidente tenía razón cuando dijo que “está bajando”, pero el dato de enero marcó otra cosa. Hasta ese momento venía disminuyendo. Primer problema: Si la inflación sigue en los actuales niveles y el tipo de cambio no se ubica “dentro de la zona” el tipo de cambio se retrasará. Eso desalienta las exportaciones, frena más la producción y alienta las importaciones.
Para colmo, falta que ingresen los dólares de la cosecha, que sumados a los dólares del préstamo del FMI presionan aún más a la baja del tipo de cambio. Es decir, se profundiza el pernicioso atraso cambiario.
En los últimos 15 días el presidente del BCRA, Guido Sandleris, decidió, entonces, ir bajando la tasa de interés de referencia de las Leliqs, los encajes remunerados que la entidad le paga a los bancos. De un pico de 70% en octubre del año pasado, llegó ahora a poco menos de 45%, con una inflación proyectada de 30%. Todo indicaría que eso debería hacer que subiera el dólar. De hecho en parte lo logró.
Pero entonces aparece el problema dos: Al subir la cotización del dólar, suben los precios de casi todo lo que tenga que ver con la divisa. Importados, combustibles, fletes, alimentos y servicios públicos. Lo cual alimenta una nueva rueda devaluatoria.
Problema tres: Si el peso devalúa, entonces hay que subir las tarifas, con lo cual sube la inflación de nuevo, o aumentar los subsidios, es decir, el gasto. Si sube el gasto en subsidios, entonces hay que achicar el gasto en otro lado, o subir los impuestos para lograr el déficit cero acordado con el FMI. Bajo cualquiera de las dos opciones, el resultado es menor actividad económica, y por lo tanto menor recaudación fiscal, lo cual dificulta lograr el déficit cero.
No parece haber grandes opciones. Desde la oposición el peronismo en sus dos vertientes, la kirchnerista y la Federal, se plantean ideas similares. La de apelar al “crecimiento” para salir del problema. Tienen algo de razón. El 70% de la economía argentina se motoriza por el consumo, tanto privado como estatal. Frenar el consumo es parar la economía. El problema es que para impulsar el consumo hace falta crédito, que no hay.
Por ello, parece inevitable que en el mediano plazo la Argentina vaya hacia una renegociación de su deuda. Según trascendió el FMI le hará “la vista gorda” a la Argentina si tiene hasta 0,4% del PBI de déficit este año, en vez de cero. Gane quien gane las elecciones, el país tiene por delante una renegociación de su deuda, que le otorgue un poco más de libertad para alimentar el consumo o bajar impuestos. En el primer caso habrá optado por mantenerse en ese esquema de economía basada en el consumo, en el segundo, habrá cambiado a un modelo fundamentado en la inversión.
TODOS ESTOS QUE OPINAN, HABLAN, DICEN LO QUE TIENE QUE HACER EL OTRO EN ECONOMÍA, CUANDO LO SIENTAN EN EL MINISTERIO O COMO SE LLAME DE ECONOMIA, SE DAN CUENTA DE QUE NO SABEN PARA DONDE RAJAR, Y QUE TODAS LAS SOLUCIONES QUE TEORIZABAN NO LAS PUEDEN PONER EN PRACTICA, Y SE JUSTIFICAN COMO PUEDEN CON LO QUE TIENEN A MANO.
La economía de un país, es demasiado importante para dejarla en manos de Economistas, como tampoco dejaría la dirección de mi empresa en manos de un Contador; los que dicen que de esto se sale en 10 años o 20, estan elucubrando algún negocio y es facil adivinar cual es, con solo mirar el Presupuesto; recorriendo la historia, vemos que Carlos Pellegrini sacó el país de una crisis igual o peor que esta en 2 años, solamente hay que tener un Proyecto de país y evidentemente ni estos ni los que pasaron antes, lo tienen ni lo tenían, sino, otro hubiese sido el cantar.
Esas definiciones memorables... demasiado reales. El plan es seguir tirando de la piola, porque nadie se atreve a arreglar el asunto.
Este será el programa economico de los Picapiedra, pero ustedes los que no llegaron nunca mas que a hablar no tienen ni siquiera el programa economico de los TELETUBBIES.
Gary Chicoine tiene un plan, para cualquier pais en crisis. Todos esclavos. Raciones minimas. Trabajo sin fin. Los numeros van a estar todos en verde, pero no les va a sobrar ni un mango. Ah y meditacion para todos!! Todos felices. Tibet 2.0 ¿Como termino Tibet? Los "budas" quieren hablar de gobierno. En el fondo son monarcas de corte medieval. La democracia NO LES GUSTA. Y saben convencer a la gente de las virtudes de la sumision. De hecho los que aca hablan lo hacen porque EN ESE ARREGLO serian la clase acomodada. Pero como Gary no tiene reino son esclavos a secas. No ven un mango.