La ciudad de Neuquén concentró el 4,4% de la superficie a construir registrada por permisos de edificación, a pesar de que creciente población aún no llega a representar el 1% del total nacional.
Según el último censo nacional de 2010, es el vigésimo sexto municipio de la Argentina por su cantidad de habitantes, posición que seguramente mejorará en la próxima medición del 2020. Pero es el tercero si se los ordena por la superficie a construir, detrás de la ciudad de Buenos Aires y Quilmes, dejando atrás a importantes conglomerados urbanos como Rosario, Córdoba y muchos del conurbano bonaerense.
El boom inmobiliario que en los últimos años transformó la vida cotidiana de los neuquinos no puede analizarse sin tener en cuenta el impacto económico, social y, en consecuencia, demográfico que representó la explotación de los yacimientos no convencionales de gas y petróleo en el área de Vaca Muerta.
Con el centro comercial más importante de la Patagonia, la apertura de edificios corporativos, cadenas de hoteles y el arribo de constante de empresarios, técnicos y personal con distinto nivel de calificación, la ciudad y la provincia enfrenta una serie de desafíos en los que no todas son rosas.
Salvo escasísimas excepciones, las zonas de la Argentina que por diferentes motivos tuvieron crecimientos abruptos no contaron con la planificación adecuada para hacer frente a las demandas de la nueva población. Las consecuencias inmediatas son la proliferación de barrios de emergencia o áreas urbanas sin la infraestructura básica, características de cualquier centro urbano de mediano porte y que en el caso de Neuquén se localizan mayoritariamente en el oeste de la ciudad.
Tanto el crecimiento de las villas como el de las construcciones de primer nivel son tributarios de Vaca Muerta, dos palabras que incluyen mucho más que hidrocarburos y emprendimientos inmobiliarios. Recientemente, empresarios del sector metalúrgico reclamaron al Gobierno la desactivación de la norma que libera del pago de aranceles a la importación de bienes de capital usados que se destinan a obras vinculadas a la extracción de gas y petróleo en la zona. Aseguraron que hay 40.000 puestos de trabajo directos e indirectos en juego.
La cantidad de empleos directos e indirectos vinculados a la construcción es imprecisa y creciente, no solo en la ciudad de Neuquén sino también el Añelo, el epicentro de la nueva meca. Cuesta creer que el censo de 1970 le adjudicaba apenas 76 habitantes, menos que los que viven en un edificio pequeño de cualquier barrio porteño. Los 8.000 habitantes con los que cuenta hoy podrían triplicarse en el término de no más de tres años, de acuerdo con diversas estimaciones.
Según el Instituto de Estadística y Registro de la Industria de la Construcción (IERIC), en noviembre del año pasado los puestos de trabajo destinados al sector alcanzaron en Neuquén a 13.245 casos. Y en este caso, también los porcentajes son una muestra del boom: son el 3,22% de los 411.100 puestos en todo el país, que ubican a la provincia en el sexto lugar, a pesar de ser la decimosexta por su población.
También es la sexta provincia del país por la cantidad de empresas constructoras en actividad, con 619 casos, el 2,67% del total nacional.
De cara al futuro inmediato, los datos que arroja el Registro por Permisos de Edificación indican que la actividad seguirá creciendo: la variación interanual fue del 440,3%, contrastando con la caída del 10,1% en el promedio de toda la Argentina.
El censo 2020 mostrará en números los efectos de ese boom. Como parte del conjunto de “provincias jóvenes” que en el último medio siglo creció más que la media nacional, Neuquén pudo decir antes de Vaca Muerta que su población se cuadruplicó en cuarenta años, cuando la de la Argentina apenas se había duplicado. Seguramente, el año que viene mostrará un incremento en esa diferencia. Marcelo Batiz