"Escribo como medio y arma de combate, que combatir es realizar el pensamiento". Domingo Faustino Sarmiento
A veces, en situaciones originadas en defectos propios y en supina ignorancia, un abogado puede caer en la patológica megalomanía que padece un cliente. Es el caso de Gregorio Dalbón quien, esta misma semana, aseguró que, si Cristina Elisabet Fernández iba presa, correrían ríos de sangre.
Sería bueno enseñarle que a Juan Domingo Perón, fundador de su movimiento, y a Luiz Inácio Lula da Silva, dueño del poderosísimo PT brasileño, no los acompañaron tragedias cuando vivieron sus horas más dramáticas. ¿Verdaderamente cree que la ex Presidente puede concitar un apoyo tan superior y heroico que el tuvieron estos líderes?
Tal como era previsible, las sucesivas declaraciones del contador Víctor Manzanares continúan revelando datos concretos sobre la magnitud de la corrupción kirchnerista; habló de una pileta de natación repleta de dinero, y cómo fue que el producto de la misma, además de engrosar la fortuna de la jefa y de sus testaferros y cómplices, terminó fuera del país, restando cuantiosos e indispensables recursos a nuestra maltrecha economía.
Así como las revelaciones del “arrepentido” financista Héctor Clarens están haciendo comparecer en Tribunales a un centenar de empresarios de mediano porte de la construcción, Manzanares acusó directamente a la familia Eskenazi de haber lavado dinero de Néstor Kirchner a través de su Banco de la Provincia de Santa Cruz.
Esa contribución “técnica” de Sebastián y Enrique Eskenazi a las maniobras de Néstor y Cristina Kirchner son, si se quiere, una parte muy menor de los delitos cometidos por estos angelitos en perjuicio de la Argentina: el lauro mayor, sin duda, corresponde a su participación como prestanombres en el robo de las acciones de YPF que, para ser habilitado, necesitó del estrangulamiento oficial a la actividad petrolera que, a su vez, produjo la pérdida de la autosuficiencia energética del país y el monumental drenaje de divisas que requirió la importación de gas y energía.
Pero el despojo continúa: el fondo Bulford dice haberles comprado a estos simpáticos personajes el derecho a litigar contra la Argentina, y ha entablado un juicio en Nueva York que nos puede significar perder otros US$ 5.000 millones.
En un país en el que sabemos que el manto de impunidad que protegió a empresarios y funcionarios del más alto nivel sigue existiendo, la familia en cuestión reaccionó airadamente, pero no responde a las preguntas fundamentales de la sociedad: ¿Por qué Repsol le vendió el 25% de YPF? ¿Por qué le entregó la administración de la empresa si de combustibles lo único que sabía era cargar nafta es sus autos? ¿Por qué los españoles exigieron la firma de Guillermo Moreno y Néstor Kirchner en el contrato de compraventa? ¿Por qué Repsol les prestó (o les consiguió) el dinero necesario para comprarle a ella misma las acciones? ¿Por qué el contrato de compraventa impuso la obligación de repartir el 90% de las ganancias, cuando en la industria del petróleo ese porcentaje nunca supera el 35%? ¿Quiénes son los verdaderos titulares de las acciones de Petersen Energía en España y Australia? ¿Y de los bancos de Santa Cruz y San Juan, este último multado en US$ 17 millones por falsificar órdenes de compra de divisas?
Entonces, antes las claras imputaciones que surgen de los dichos de Manzanares, el dueño de todos los secretos pingüinos, habrá que ver de qué se disfrazan ahora los jueces de Comodoro Py para continuar manteniendo, inexplicablemente, a Jorge Brito, vinculado al caso Ciccone, y a los Eskenazi fuera del radar de la Justicia; esto es algo que, confieso, me llama poderosamente la atención, en especial después de una fotografía que circuló intensamente por las redes, en la que aparece Bonadio cenando con Sebastián Eskenazi.
De todos los problemas legales que tiene Cristina Elisabet Fernández los más complicados son, o deberían ser, el tema de la re-expropiación del 51% de YPF (¿recuerda que Axel Kiciloff dijo que Repsol sería obligada a indemnizar al país y terminó entregándole US$ 10.000 millones, como hizo con el Club de París, al cual ni siquiera discutió los intereses punitorios?), el memorándum con Irán y el acuerdo con China para ceder la soberanía de territorio nacional e instalar una base militar en el sur argentino.
En todos ellos se cometió traición a la Patria, y por ello debería ser condenada, conjuntamente con los legisladores que los aprobaron en el H° Aguantadero cuando la viuda disponía de mayorías automáticas; son los mismos personajes que hoy buscan reubicarse en las elecciones de este año. Si lo logran, los argentinos no seremos meras víctimas sino cómplices.