Luego de un artículo publicado ayer en este medio, en el cual un lector cuenta una historia de estafa de la casa Bresnon de la marca de autos Ford al consignar un acuerdo de Plan Ovalo, quien escribe estas líneas se vio en la obligación de contar qué pasa detrás del mostrador o del teléfono, a la hora de acordar planes de automotores.
A este cronista le consta, ya que trabajó un breve tiempo en una empresa de automotores, si bien no fue en Ford, el sistema se repite, casi sistemáticamente, al menos en la empresa Renault, la que, no casualmente ofrece un plan similar, el plan Rombo.
Lo que el eventual comprador no sabe, es que el vendedor que se encuentra detrás del teléfono o del mostrador ejerce obsecuentemente bajo los intereses y exhortos que sus empleadores le imponen.
Una muestra tácita de lo dicho, se puede observar cuando estos empleados llaman insistentemente a un celular, y a pesar de que la persona perjudicada insista en peticionar que no se lo llame más, su teléfono suena y suena, día tras día, mes tas mes, e incluso ese hecho se puede replicar por años, tornándose intolerable.
El vendedor termina la charla aseverando que se dará de baja del sistema ese número, algo que nunca ocurre, ya que no existe tal sistema, sino que a aquellos que se encuentran detrás del teléfono ofreciendo el producto, se les entrega una hoja con números a los que se ven obligados a llamar y a mentir a pedido de sus empleadores.
Para que esta medida no falle, los vendedores se encuentran bajo la presión de un supervisor que constantemente pasa por atrás y controla las conversaciones, no hay chance de zafar.
Entre la gran cantidad de “opciones” de ventas, también le ofrecen a estos simples chicos, muchas veces sin experiencia, crearse un perfil en redes sociales con nombre de mujer, con el argumento de que “garpa más”.
En esos perfiles se puede recibir de todo, incluso fotos de órganos sexuales masculinos. Una vez, uno de estos chicos le explicó a este periodista que son “prostitutos morales”, en alusión a tener que aguantarse esas actitudes con el propósito de vender.
Estas agencias, cuando ingresas a una entrevista te prometen un mínimo de 8 mil pesos más comisión de venta. El problema es que el mínimo es deducible, ¿Qué quiere decir ello? Que si la comisión supera el sueldo, este no se cobra, algo que a los fines prácticos no sucede. Estos chicos trabajan únicamente por comisión, “si no vendes, no cobras” supieron explicar los mismos compañeros de aquel lejano trabajo.
Otro tema es la mentira a la hora de hablar de ciertos detalles de los cuales el vendedor quizá no posee conocimientos, “si te preguntan algo y no lo sabes decí que sí”. La única forma de escapar a estas aberrantes actuaciones es pasarle la conversación a un superior, arriesgándote a perder una eventual venta.
Como las situaciones aquí mencionadas, se pueden citar una veintena de irregularidades que perjudican a aquellos que tienen la intención de comprarse un vehículo y culminan comprándose otro más caro a raíz de la elocuencia que presentan los vendedores, con ciertos incentivos que nunca se cumplen y que afectan a los mismos empleados.
Un dato personal y de color: el autor de este artículo trabajó una semana en ventas de Renault, no aguantó la presión de vivir mintiendo para ganar el 1% de la venta del vehículo.
Sería promisorio que estas compañías dispongan de un sistema más transparente y no continuar con estas operaciones perniciosas, con clara falta de respeto hacia el cliente y que puede terminar con la bronca de los compradores a quienes no se les cumple lo prometido y, tal como explicaba el lector en su columna, no se les devuelve el dinero ni obtienen una respuesta convincente.
F abricación O rdinaria R otura D iaria
No puede ser que un sistema tan viciado siga atrapando víctimas sin ninguna consecuencia. Alguien tiene que responder.