"No se enojen con la Iglesia", sorprendió diciendo la senadora y expresidenta Cristina Fernández de Kirchner en el recinto el día de la discusión por el aborto legal, seguro y gratuito, y dirigiéndose a las miles de personas que aguardaban afuera del Congreso bajo la lluvia.
Las palabras venían de la misma persona que durante su mandato y el de su marido habían mantenido una pésima relación con la Iglesia católica, incluso negándose a ir a los tradicionales tedéums en más de una oportunidad, que por ese entonces comandaba nada menos que Jorge Bergoglio. Al poco tiempo, esa relación viraría con una rapidez sorprendente.
En Sinceramente, Cristina no solo hace autorreferencia constante, incluso en las primeras páginas, a los ataques machistas (más allá del género) que sufrió por haber sido la primera mujer electa presidenta de la historia argentina, sino que remarca además que esos ataques fueron aún más virulentos por su condición progresista.
Pero a medida que uno se adentra en sus "memorias", la capa de política feminista y progresista se cae a pedazos y queda al descubierto un papel lamentable, digno de una oligarca vecina de Recoleta. Tal vez, la verdadera Cristina.
En unos de los párrafos critica fuertemente a Mauricio Macri por no haber respetado la tradición de jurar por la Patria en su asunción como presidente. «¿Por qué no respetó la fórmula?», se pregunta CFK, y remata con algo insospechado: «...ese cambio me hizo mucho ruido, al igual que su negativa evidente a hacerse la Señal de la Cruz después del Amén. ¿Sabrá hacerlo? Todo muy raro».
En su libro CFK le critica a Macri no haber respetado la tradición de jurar por la Patria (cuando ni siquiera entregó el bastón) y NO HACERSE LA SEÑAL DE LA CRUZ. De todo lo que puede criticar, menciona que Macri no sabe persignarse #muyraro pic.twitter.com/rfkZHTUsMl
— Ellie Toro (@deltoroeliana) April 25, 2019
¿Desde cuándo esa intolerancia religiosa? ¿Desde cuándo ese fanatismo por la simbología, las tradiciones y las fórmulas? Sobre todo cuando esas críticas vienen de la misma persona que destrozó la tradición de entrega de mando entre dos presidentes democráticos.
«Daba manotazos en el aire para evitar persignarse», sigue Cristina. Casi los mismos manotazos que daba su marido cuando no sabía cómo tomar el bastón correctamente al momento de asumir en 2003.
Y no es el único recoletismo que se le escapó a Cristina en Sinceramente. Más adelante ensalsa su propia familia perfectamente ensamblada «en serio», y critica el de Macri y Juliana Awada, casados en terceras nupcias. Ni el Opus Dei se atrevió a una descripción tan anacrónica.
Familias ensambladas impuras. Pasó Lucius Malfoy y dijo que se fue al carajo. pic.twitter.com/yNyv2XnE1v
— JesssPastelesMcFly (@JesssMcFly) April 27, 2019
Y como si todo eso fuera poco, luego exhibe el «matrimonio pantalla» que ostenta la diputada Mariana Zuvic ante la supuesta homosexualidad de su pareja. «En Rio Gallegos es un secreto a voces que ella sirve de pantalla para su marido y padre de sus hijos», pareciéndole una total buena idea dejar expuesta su homofobia y patetismo tan, pero tan, sinceramente.
A ver, en un ballotage entre CFK y Macri, claramente la prefiero a ella. Pero este fragmento de su libro está mal. Enojada por lo q decía Zuvic de su matrimonio, escribe q ella es una pantalla de Costa. O sea, le hace outing, saca forzadamente del clóset, a un adversario. Pésimo pic.twitter.com/5QnFihSi5l
— Pablo M. Shiff (@pableshiff) April 27, 2019