La visión increíble del venerado Edwin “Buzz” Aldrin golpeando al cineasta Bart Sibrel es una muestra de lo que pesó y sigue pesando el llamado “Moon hoax” en la cultura popular mundial, esa teoría re loca y por demás divertida según la cual el primer alunizaje fue un montaje armado en estudios televisivos para hacerle creer al mundo que Estados Unidos fue el primer país en pisar la Luna.
El conspiranoico director de cine fue a confrontar al ex astronauta a la salida de una de sus conferencias, ofreciéndole una Biblia para que pusiera la mano sobre ella y jurara que realmente estuvo en la Luna, y se llevó un trompis bien puesto en la nariz. Es que Aldrin, que hoy seguramente va a festejar a todo trapo los 50 años de aquella hazaña, viene escuchando sobre la conspiración casi desde que se sacó la escafandra y era cuestión de tiempo que terminara dándole una patada a alguno.
El mito de que todo fue mentira es una de las tantas obsesiones, leyendas y misterios que rodea a nuestra gran amiga y compañera en el Universo, que con su poder influye en las mareas de nuestros océanos, en la rotación de nuestro querido planeta y hasta en algunos neurotransmisores que existen en nuestro pobre cerebro.
Conquistarla fue un reto en los años ’60 por dos motivos. Uno de ellos trascendente, que tuvo que ver con el inicio de la exploración del espacio con la fe de encontrar algún día un planeta en el cual refugiarnos cuando el nuestro se agote o cuando el Sol se convierta en una gigante roja y nos incinere. El otro motivo es mucho más pequeño y patético: los millones de dólares de presupuesto que recibirían las oficinas espaciales si mostraban resultados positivos. Por ese obvio interés mundano nació la sospecha de que con tal de llevarse el crédito, tanto EE.UU. como la ex Unión Soviética hubieran sido capaces de cualquier cosa.
¡Yo no te pido la Luna!
La década del ’60 trajo un estallido de historias fantásticas de seres de otros planetas y de platillos voladores. Norteamericanos y soviéticos venían corriendo cabeza a cabeza para plantar la banderita de sus amores entre los cráteres lunares pero fue la misión de EE.UU. a bordo de la Apolo 11 la que cumplió el sueño. La nave partió el 16 de julio de 1969 de la Tierra y se posó sobre la superficie lunar el 20 de julio. Al día siguiente, Neil Armstrong se convirtió en el primer humano en pisar la Luna, seguido por Aldrin. El tercer tripulante, Michael Collins, piloteaba el módulo de mando.
El alunizaje fue seguido por millones de televidentes y desató un entusiasmo sin precedentes, convirtiendo a los tres astronautas en héroes. Pero la felicidad es una gran escapista, y no tardaría en aparecer el primer aguafiestas que hablara sobre un fraude.
Este arruinador fue William Kaysing, un ex empleado de una compañía fabricante de motores para misiles. Se dice que Kaysing le vio la veta comercial al escandalete y en 1976 publicó “Nunca fuimos a la Luna: la estafa de 30.000 millones de dólares”.
Los argumentos en los que basó sus sospechas fueron replicándose y pasando de generación en generación, al punto que hoy la web está llena de videos y notas donde se indican cuáles son las pruebas de que todo fue un ingenioso montaje con los recursos de edición de la época.
Por ejemplo, la falta de estrellas en las fotos que muestran a los astronautas caminando, el flameo de la bandera estadounidense sin ningún viento, y otros detalles que tenían que ver con sombras proyectadas sobre el suelo desde ángulos imposibles, entre otros.
Para los neófitos, la lista de incompatibilidades puede sonar convincente pero los científicos se han ocupado de refutar cada uno de esos cuestionamientos. Muchos fotógrafos se cansaron de explicar que sería imposible captar al mismo tiempo algo muy brillante -los trajes blancos de los astronautas iluminados por el sol- y algo pálido -las estrellas en un fondo negro-, y por eso es que estas últimas no aparecían en las imágenes. Sobre la bandera se puede ver claramente que la parte superior tiene una varilla que la sostiene desplegada porque lo que la misión quería era justamente que se viera completa.
Mentime que me gusta
Recientemente, se publicó un pormenorizado informe derribando cada uno de los supuestos fallos técnicos, pero un mito es como la fe religiosa, está blindado a las evidencias, y los defensores de la teoría de la conspiración siguen siendo numerosos.
Un año después de la publicación del libro que encendió la mecha se estrenó la película “Capricornio Uno”, donde se cuenta la historia de un operativo de la NASA para fraguar un aterrizaje en Marte, donde algo sale terriblemente mal.
El mito siguió vigente a lo largo de 30 años y nunca dejó de ser mencionado en distintos programas y revistas. En 1992, la banda R.E.M. lanzó la canción “Man on the Moon” en la que el vocalista sugiere que si uno se creyó “que pusieron a un hombre en la Luna…” se puede aceptar cualquier teoría conspirativa, aunque suene descabellada.
En 2001 la cadena Fox emitió el especial “Teoría de la Conspiración: ¿aterrizamos en la Luna?”, que molestó bastante a la comunidad científica espacial de EE.UU. En el programa se planteó por ejemplo que la hermética Área 51 (la base militar vedada a todos donde el folklore dice que hay pruebas de vida extraterrestre) fue el verdadero escenario donde se filmaron los pasos del hombre en la Luna en 1969. Nota aparte, hace apenas unos días se desató en las redes una convocatoria para entrar en masa al Área 51 a curiosear, movida que quedó en la nada cuando las autoridades militares advirtieron públicamente a los improvisados invasores que, si lo hacían, se prepararan para ser recibidos a cohetazos.
En 2002 el canal francés ARTE France presentó el documental-ficción “Operación Luna”, donde se decía muy seriamente que el fallecido Stanley Kubrick (2001: Odisea del espacio) habría sido quien comandó la filmación del falso alunizaje. El espectador que agarre empezado el programa llegará al final medio infartado para descubrir que todo era un chiste.
En 2016 se estrenó en Sundance el film estadounidense-canadiense “Operación avalancha”, otro falso documental sobre el fraude de la llegada del Apollo 11 a la Luna. Matt Johnson, el director, contó con un bajo presupuesto para filmarla aunque logró gran realismo gracias al material protegido y a los escenarios a los que tuvo acceso debido a la ley que habilita a ello, si es con fines académicos o divulgativo.
No creemos en brujas, pero…
Aunque pasaron 50 años desde aquel primer contacto, es seguro que nuestra aliada espacial seguirá fascinándonos y haciendo volar nuestra imaginación con nuevos misterios, cuanto más absurdos, mejor.
El ex político, ex jugador de fútbol y escritor David Icke –personaje pintoresco si los hay- dijo sin ruborizarse que la Luna en realidad es un satélite artificial desde donde nos vigilan los reptilianos, o algo así. Y recientemente se difundió la noticia de que un ex piloto de la CIA, John Lear, afirmó que hay habitantes en la Luna equipados con una tecnología avanzada que les permite proyectar un holograma para camuflarse, haciéndonos ver una superficie árida y deshabitada.
Y para terminar, aunque no queremos ser conspiradores, tenemos que decir que todavía no entendimos por qué Aldrin no le dio el gusto al loquito de Sibrel y le juró con la mano sobre la Biblia que, efectivamente, es uno de los pocos afortunados que un lejano día de 1969 caminó sobre la Luna. Silvia Martínez