La sabia reflexión del gran Borges de que el peronismo era incorregible ha sido confirmada por el tiempo y llevada al extremo por el kirchnerismo, que ha creado en la Argentina masas ideologizadas, fanatizadas, indiferentes a la rampante corrupción existente, y que hace que el país de hoy en día aparezca frente al mundo como una nación con un extraño pueblo que ama a sus ladrones y depredadores. Como reflexiona el mordaz e incómodo provocador politólogo uruguayo Washington Abdala: “La Argentina es una mujer golpeada. Además es una mujer sometida. Y además, todavía tiene el síndrome de Estocolmo, no se anima a denunciar a su agresor y hasta le dispensa respeto”.
Esta es la incomprensible realidad que no terminan de entender tantos analistas internacionales, que son testigos como un país se desangra debido fundamentalmente al accionar de una oposición kirchnerista formada en su mayoría por una camarilla criminal y corrupta que debería estar tras las rejas desde hace tiempo si el país contara con un sistema judicial honesto, un jefe de gobierno que no sea pusilánime, y una prensa combativa e independiente, que transmita la realidad como es y no poner en el mismo plano a los extorsionadores, a los piqueteros, a las mal llamadas organizaciones sociales que jaquean a un gobierno débil a cambio de una engañosa paz social.
Extorsionar a las autoridades no es manifestarse libremente, y muchos de los periodistas de las grandes cadenas nacionales insisten con la cantilena de los derechos de estas organizaciones políticas de choque, antidemocráticas, que buscan el caos social para imponer sistemas totalitarios, como el marxista leninista Juan Grabois. Este agitador social es un amigo cercano del Papa Francisco, que abiertamente y no tan abiertamente lo apoya y promociona.
En caso de una victoria de la fórmula kirchnerista, y de la victoria de Aníbal Fernández, un político salpicado, panqueque, lúgubre, venal, barato, casi penoso con su voz aflautada, y que todavía cree que no será un simple testaferro de la Nefertiti y de su hijo Máximo, y que cree equivocadamente que podrá ejercer cierto dominio de la situación escénica, cuenta, lamentablemente, con grandes chances de ser el próximo presidente del sufrido país, salvo que suceda un milagro electoral. La prensa argentina será la que bajo un nuevo gobierno de ese color, sufrirá los primeros embates. Ya las declaraciones del que se cree ya el seguro vencedor, dadas dentro y fuera del país, afirmando que en Venezuela no hay una dictadura, que se trata tan solo de un gobierno autoritario, hacen temer lo peor para la prensa independiente. Agreguemos a este hecho el peligroso factor del empoderamiento del extremista y mediático líder piquetero Juan Grabois, que ya está hablando de la “prensa canalla” que piensa combatir.
No debemos dejar de mencionar junto al nombre de Grabois, monagillo de Bergoglio, el nefasto papel que ha estado jugando el actual Papa en su país natal, y que con todo el poder que le da su investidura ha fogoneado la enorme grieta que padece la sociedad argentina, apoyando abiertamente a un régimen corrupto, fascista, “cuiden a Cristina “, negándose cobardemente a visitar su país natal, dando su apoyo a instituciones democráticas, entre ellas a una prensa independiente. En diferentes artículos en este medio independiente y valiente he tratado de desenmascarar a este lamentable personaje hipócrita que tanto daño está haciendo a nuestras democracias. Grabois, es hoy en día el asesor marxista leninista de Bergoglio en la Argentina. Gran admirador de Maduro, de la Revolución Rusa del 1917, y su gestor Lenin. Admira los hitos históricos de las revoluciones de Mao, Fidel Castro y el Che Guevara. También es un nostálgico de Perón y del justicialismo argentino. Sueña igual que el Papa con la utopía de grandes cambios sociales, rebeliones y gobiernos populares, al estilo cubano o venezolano, y ya sabemos cómo termina la libertad de prensa y la democracia con este ideario totalitario. El Papa lo ha nombrado asesor del Consejo Pontificio de Justicia y Paz del Vaticano, encargado de la organización de los “Encuentros de los Movimientos Populares”.
La libertad de prensa será una de las primeras víctimas de un nuevo régimen kirchnerista, que se sumará a lo que estamos presenciando con los regímenes autoritarios, mafiosos, como los de Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia que azotan esos países.
¿Engrosará la Argentina a la triste lista de estos países que son el eje del mal en nuestro continente? ¿Prefiere el electorado argentino la esclavitud y el servilismo a la libertad y la democracia? Muy probablemente presenciaremos, como en esos países, un panorama bien difícil de la labor de un periodismo independiente y objetivo, más aún con los connotados periodistas oportunistas que pululan en el país y que igual que muchos de los jueces, no tendrán ningún empacho en cambiar de bando y venderse al vil precio de mantener su status económico y alimentar a sus egos. Y este espectáculo ya lo estamos viendo a diario. “Las aguas bajan turbias” para el periodismo independiente argentino a pocas semanas de las próximas elecciones. El país cuenta lamentablemente con un periodismo cobarde, salvo raras excepciones, con muchos periodistas bien llamados “panqueques “, y son muy pocos los colegas independientes que luchan dignamente por mantener en alto nuestro oficio.
El tema central de este artículo se resume en dos palabras: la relación del periodista con el poder o con los poderosos, y desde mi punto de vista, con muchos años en este hermoso oficio, pienso que cualquier periodista que busque mostrar en su actuación profesional su grado de intimidad con el poder o de familiaridad con los poderosos, no importa quienes sean, resulta poco confiable. Los buenos periodistas son aquellos que a la larga, o a la corta terminan en malos términos con los poderosos, o los poderosos con ellos. Si terminan íntimos, de che y tú, siempre hay que mirarlos con desconfianza. La proximidad con el poder proporciona importancia, no cabe duda, pero la distancia da independencia, y luego está el hecho fundamental si el poderoso tiene credenciales de respetar la libertad de prensa y los valores democráticos. Otro factor importante que la prensa independiente argentina probablemente tendrá que enfrentar es a una muy probable y poderosa y subvencionada prensa militante.
El caso de la situación en los EEUU, donde la gran prensa se ha vuelto en su mayor parte, casi en un 80 %, en militante del ala más radical del partido demócrata, en su brazo propagandístico, utilizando muchas veces fake news, como se ha podido demostrar en varias oportunidades, es realmente lamentable, y no le hace honor a la prestigiosa y larga tradición de la libertad de prensa del vecino del norte. El periodismo militante es la negación de lo que debe ser el periodismo. Aquí cabe una acertada reflexión del ya desaparecido estadista alemán, que fuera también Canciller, Helmut Schmidt, que comentaba sabiamente: “Si lo pensamos bien, nos damos cuenta que hoy en día los periodistas que se dedican a temas políticos pertenecen más a la casta de políticos que a la de verdaderos periodistas“.
Es de desear que la Argentina se mantenga inmune a este virus. Vemos con preocupación a este respecto lo que está sucediendo en México bajo el gobierno populista de Manuel López Obrador, donde éste habría pagado 50 millones de dólares a Televisa en un convenio firmado que permitiría “modificar el formato de los programas noticiosos”, como alega el prestigioso periodista Rafael Loret de Mola, quien advierte además sobre “una cacería de periodistas”, de la cual ya fue víctima su hijo, Carlos Loret de Mola, quien trabajaba para Televisa. Así como la Revolución Francesa aplicó la decapitación a sus enemigos , cuidado con regímenes populistas con rasgos totalitarios, como lo es el kirchnerismo que permita que se guillotine a periodistas críticos, es decir que se lleven a cabo operaciones de limpieza o verdaderas cacerías a nuestros colegas que se atrevan a realizar un trabajo crítico.
¿Cómo hacer, cómo podría detenerse el próximo desenlace electoral en la Argentina que bien podría transformarla en una nueva Venezuela al estilo chavista poniendo a la prensa independiente en una situación precaria? Nos quedaría tan sólo esperar la intervención del “Deus ex machina“, es decir un desenlace inesperado, completamente sorprendente, como en la tradición de la tragedia griega, según la cual gracias a la intervención del padre de los dioses, Zeus, el mundo volvía en un instante a estar ordenado de nuevo. Esto es lo que deseamos suceda en la Argentina en las próximas elecciones presidenciales.