Es más chupamedismo que información, pero deja algunas revelaciones. Este domingo, Horacio Verbitsky delinea en su blog cómo será el futuro gobierno de Alberto Fernández. Si llega a ganar en octubre, claro.
“Lo único que por ahora puede darse por cierto es que a diferencia de Cambiemos, que constituyó una alianza electoral pero nunca una coalición de gobierno, el próximo Presidente será acompañado por representantes de todos los sectores que confluyeron en la conformación del Frente”, arranca el “Perro”.
Y avanza: “El candidato afirma que no quiere un albertismo. Entre sus secretarios de Estado figurarán distintos grupos del peronismo (entre otros, representantes de gobernadores e intendentes e incluso alguno de ellos) y las demás fuerzas aliadas. El candidato entiende que esto se expresa también en el trío de inseparables que lo acompañan: su colaborador personal Santiago Cafiero, quien se estrenará como Jefe de Gabinete de Ministros; el ministerio de Comercio Internacional, Relaciones Exteriores y Culto, como pasará a denominarse, fue asignado a Felipe Solá. El ministro del Interior, Wado de Pedro, secretario general en el último gabinete de Cristina, el miembro de la conducción de La Cámpora más próximo a Máximo Kirchner”.
Verbitsky revela también que, “luego del fracaso de varios intentos de reforma, Alberto se propone disolver la Agencia Federal de Inteligencia (…) En cambio, Alberto Fernández no suscribe la idea de ampliar el número de miembros de la Corte Suprema de Justicia”.
Según el mismo “Perro”, el “presidente Fernández” también “disolvería el Ministerio de Seguridad, cuyas funciones serían absorbidas por un Consejo Nacional de Seguridad”.
Finalmente, comenta una imprecisa “reforma de las policías”: “Los protocolos que regulen la excepcionalidad y proporcionalidad en el uso de la fuerza, la estricta demarcación entre defensa y seguridad, el manejo no violento de la conflictividad social en el espacio público, la baja de la tasa de encarcelamiento por la ley de drogas, no pueden quedar librados ni a una conducción autoritaria y retrógrada como ahora, ni a la autoregulación policial”.