Esteban Orestes Carella. Ese es el nombre que propios y ajenos pronuncian en estas horas en la Agencia Federal de Inteligencia (AFI).
Es que, según reveló a sus íntimos la interventora de esa entidad, Cristina Caamaño, este militante de La Cámpora será quien controlará la base Estados Unidos, una de las más importantes del espionaje vernáculo. Ello a pedido de Cristina Kirchner.
Para quienes no lo recuerdan, Carella es un exgerente de la agencia de noticias Télam que fue desplazado de su puesto en enero de 2015 por haber difundido información del vuelo de avión que tomó Damián Pachter, el periodista que informó en las redes sociales que algo había pasado en casa de Alberto Nisman el 18 de enero de ese año, horas antes de que se diera el hallazgo de su muerte.
El “paso en falso” de Carella expuso aquello que Pachter venía sosteniendo: que el kirchnerismo seguía de cerca sus pasos. Pero no fue lo único que le costó la carrera en la agencia estatal: también se lo señala por manejos desprolijos respecto de los fondos de Télam.
No obstante lo ocurrido, poco después el camporista fue “premiado” con suincorporación a la AFI (entonces Secretaría de Inteligencia) junto a otros 137 nuevos espías, muchos de ellos del riñón de La Cámpora también.
Fue a mediados de marzo de 2015, poco antes de que el macrismo llegara al poder y pusiera como jefes de ese organismo a Gustavo Arribas y Silvia Majdalani.
Y ahí arranca la segunda parte de la historia: una de las primeras medidas del nuevo tándem del espionaje fue “redireccionar” la base Estados Unidos de la AFI.
Allí dejó de funcionar entonces la Dirección de Contrainteligencia —que comenzó a maniobrar en el Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas de las Fuerzas Armadas (CITEFA)— y empezó a operar un nuevo tópico, curiosamente a pedido de EEUU: “Terrorismo”.
Allí, en la base Estados Unidos, Carella será el nuevo mandamás, con la presunción de que, en el marco de la reestructuración que impulsan Alberto y Cristina, la AFI termine unificándose ahí mismo y él quede como el “amo y señor” del espionaje.
Por lo pronto, en la más absoluta reserva, en las últimas horas se hizo un recambio orgánico de los directivos de la exSIDE y fueron removidos todos los jefes que habían sido puestos por el tándem Arribas-Majdalani.
Sus lugares serán copados por militantes que se identifican con el kirchnerismo —muchos de ellos camporistas— y nadie formado en el mundo del espionaje.
El mensaje es claro: no se busca profesionalizar ese organismo a efectos de prevenir delitos o anticipar hechos de eventual terrorismo (para lo cual existen las agencias de Inteligencia). Solo se busca copar un lugar clave y emblemático, plagado de datos confidenciales de los ciudadanos argentinos, a efectos de avanzar contra los “enemigos del modelo”.
Ya se dijo... y se repite: llegó la hora del “Ministerio de la Venganza”.