¿Cómo olvidar las peleas encarnizadas que enfrentaron a kirchneristas y opositores por la aplicación de la Ley de Medios, aquella espada justiciera con la que el Gobierno de entonces prometía terminar con los malvados “medios hegemónicos”? ¿Cómo olvidar el desenlace bochornoso que tuvo el 7D, la fecha marcada en el calendario para que se librara la Gran Batalla Final? Un show que prometía ser de antología, arruinado por una aburrida medida cautelar que le dio oxígeno al Grupo Clarín mientras que a Cristina Kirchner le acarreó una de las peores derrotas de su gestión, apenas superada por el famoso voto “no positivo” de Julio Cobos.
Fueron días de adrenalina, de medidas cautelares de una parte que se cruzaban con apelaciones de la otra, cuando Alberto Fernández –ya peleado con Cristina Kirchner- se oponía al proyecto de ley y ni por asomo soñábamos con que hoy, amigos otra vez, integrarían la fórmula presidencial con altísimas chances de ganar la Presidencia en las elecciones de fines de este mes. En su libro de 2011 la periodista Sandra Russo citaba a Cristina asegurando que el que había sido su ex Jefe de Gabinete era “el vocero de Clarín dentro del Gobierno”. Pero no hay que preocuparse por lo que ese pasado tormentoso pueda influir en una eventual presidencia de ambos. AF dijo que no se va a volver a pelear con Cris y por supuesto le creemos.
Parece que pasó un siglo desde que esa controvertida ley vio la luz y prometió una epopeya pero no, sólo pasaron 10 años y, aunque desactivada por el DNU de enero de 2016, ya hay intentos de, al menos, recrearla.
Parto con fórceps
La Ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual –conocida como Ley de Medios- llegó al Congreso en agosto de 2009, durante el primer mandato de Cristina Kirchner, y obtuvo la sanción definitiva no mucho después, el 10 de octubre. Pero llegar a esa instancia no había sido fácil. Desde su presentación el proyecto fue bombardeado a críticas de quienes veían en sus artículos tan solo un mecanismo burdo, diseñado exclusivamente para desguazar al Grupo Clarín, que desde la guerra de la Resolución 125 había terminado sus buenas relaciones con el matrimonio presidencial.
En sus tres primeros años de vigencia, la Ley de Medios tuvo días intensos, de grandes expectativas, con un intercambio de medidas cautelares y de apelaciones que el Grupo Clarín y el Gobierno se tiraban mutuamente por la cabeza. Clarín objetaba los artículos que obligaban a desinvertir (porque limitaban la cantidad de licencias de televisión por aire y por cable), mientras que el Gobierno presentaba aquel enfrentamiento con el grupo empresario como el Gran Combate Final en el que esperaban destruir al enemigo del reino feliz –que era Clarín, obvio- digitado por Héctor Magnetto.
El intercambio de cautelares insumió varios años en los que se fue acrecentando la ansiedad kirchnerista por ver desmembrado a Clarín. CFK hasta le puso fecha a ese momento de éxtasis para que las generaciones futuras lo veneraran y lo transformaran alguna vez en feriado: el 7 de diciembre de 2012, más conocido como el “7D”. Hubieran esperado un día, a la fiesta de la Virgen que desata los nudos complicados como era el caso, y quizás la cosa hubiera terminado distinta.
Aquel 7 de diciembre simplemente era la fecha límite que fijaba la ley para que todos los grupos de medios presentaran su plan de desinversión. Si para ese día los empresarios clarinenses no tenían lista la carpetita forrada de azul araña con el plan de adecuación, el Gobierno estaría en facultad de proceder a dividir a Clarín como mejor le pareciera. Y ahí sí que se terminaban en serio los almuerzos de Mirtha.
Claro que al plantearlo de ese modo, con la épica de una batalla heroica contra el establishment jurídico y mediático, el esperado 7D podía terminar siendo tanto un día glorioso para el Gobierno como uno de bochorno. Y terminó en lo segundo.
Como premonición del desastre, el 6 de diciembre, día anterior a la gran gesta K y con todo el país nervioso por lo que se venía, la ciudad porteña amaneció envuelta en una inesperada nube tóxica. Hubiera sido graciosísimo si no fuera porque se trataba de un pesticida y porque además, la situación iba a empeorar: a las pocas horas sobrevino una tormenta huracanada que dejó a la Capital Federal bajo el agua, como para andar cómodos en canoa, a la que siguió un apagón épico en serio. ¿Cuál es la probabilidad de que confluyan en un mismo día el ataque de un pesticida prófugo con inundados y falta de luz? Ínfimas, pero contrariamente a lo que CFK siempre decía, eso sí que deber haber sido magia.
Para el Gobierno, el corolario de ese día calamitoso fue la decisión de la Sala I de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y Comercial Federal, que aún sin luz y con el agua hasta el cuello se las arregló para firmar la prórroga de la medida cautelar que protegía a Clarín “hasta que se dictara sentencia definitiva”. Fue así que hubo que guardar el papel picado acumulado durante meses para el festejo del 7D, que terminó siendo un día gris y aburrido.
Con este golpe inesperado, con los detractores de CFK festejando como si hubieran tenido acciones en Clarín, el cuarto año transcurrió con la Ley de Medios estancada entre presentaciones judiciales y más cautelares. Recién en octubre de 2013 la Corte Suprema se dignaría a pronunciarse y por fin avaló la constitucionalidad de la Ley de Medios. Por supuesto en el Gobierno festejaron, pero ya no fue lo mismo.
Clarín siguió dilatando la cosa hasta que en marzo de 2014 presentó su plan para vender TyC y dividir Cablevisión, que muchos tomaron como una burla. El siempre combativo Aníbal Fernández denunció que los muy pillos sólo repartieron la torta entre familia y amigos. “No desinvierten, sólo hicieron un pase de manos”, se quejó amargamente.
Hibernando
Entre quejas y denuncias, se fue pasando el tiempo y llegó 2015, un año que ocupó a todos en las reñidas elecciones donde se medían Daniel Scioli y Mauricio Macri. Una vez que éste último se consagró presidente, dictó el polémico DNU 267/15 que modificó la ley para que fuera más amigable con los grupos de la comunicación, y dispuso la creación del ENACOM, ente que fusionaba la AFSCA y la AFTIC, dejando en la nada todos los planes de adecuación de medios de los que estuvimos hablando (en balde) durante años.
El que hasta entonces había sido titular del AFSCA, Martín Sabbatella, se opuso terminantemente y haciendo la gran Redrado, se atrincheró en su oficina. Pero en algún momento en que salió a comprar galletitas, la gente de Seguridad le trabó las puertas y no hubo caso de que lo dejaran entrar otra vez. La Ley de Medios quedó frizada y comenzó otra batalla legal para declarar inconstitucional al decreto de Macri. Hay que recordar que en 2017 el caso del DNU recayó en la Corte Suprema a partir de un recurso extraordinario interpuesto por una FM cooperativa, año en el que además, el ENACOM aprobó la fusión de Cablevisión y Telecom, dejando al grupo Clarín fortalecido y haciéndole pito catalán a una foto de Sabbatella.
Sin embargo, una batalla –en este caso, varias- no es la guerra, y hoy, con la derrota de Cambiemos en las elecciones primarias de agosto pasado, AF y varios referentes del kirchnerismo ya expresaron su deseo de volver a la carga y regular los medios.
Si bien en marzo pasado AF reconoció que la Ley de Medios fue un error y un fracaso, admitió que habría que “ver cómo funcionan los medios”. Por supuesto que Alberto, componedor como es, aclaró que aquella normativa a su entender no había sido la manera correcta, pero lo que él diga ya sabemos el lugar que ocupa entre las prioridades de CFK y sus incondicionales camporistas.
Otros referentes kirchneristas de gran peso como Eugenio Zaffaroni insistieron luego de las PASO en contar con una ley de medios que le ponga los puntos a los monopolios criticones, mientras que otros como Juan Grabois, el comediante Dady Brieva, y la candidata a vicejefa porteña Gisela Marziotta, fueron más lejos y se pronunciaron a favor de crear una Conadep de los medios.
Transcurridos dos años desde que le llegó el caso del DNU, la Corte Suprema lo sigue pensando pero pronto podría haber novedades. Conociendo el enorme sentido de la oportunidad del venerable tribunal, no sorprendería que se decidiera en breve, quizás cuando AF y CFK ratifiquen que serán los nuevos conductores de este sufrido país (con información de Agencia NP).