La luz tenue del despacho de uno de los jueces de la Corte recortaba la figura de los dos únicos hombres dentro del recinto. Afuera ya era de noche.
Las sombras de ambos se deformaban sobre las añejas paredes de madera. Uno de ellos gesticulaba sin parar. El otro, desplomado en un sillón, con sus lentes puestos al filo de la nariz, leía indignado la pantalla de su celular.
“Otra vez nos tiraron a los trolls encima”, balbuceó el más enojado. El ministro de la Corte lo miró en silencio, y asintió resignado con la cabeza. Las antiguas ventanas de doble hoja permanecían estrictamente cerradas.
El frío de mayo se empezaba a sentir. Era martes 14, y hacía pocas horas que había terminado una acordada entre los cortesanos. El celular que los dos miraban enardecidos vibraba sin parar. Era el quinto mensaje que recibían y analizaban. Todos incluían datos personales y patrimoniales.
Esa mañana, como tantas, los nombres de los ministros del máximo tribunal de justicia estaban en la primera plana de los diarios. “La Corte Suprema pidió el expediente de "Vialidad" y retrasaría el primer juicio a Cristina Kirchner”, se leía como apertura periodística en los diarios online.
La Corte había decidido analizar los pedidos de las defensas en el marco de la causa por irregularidades en la obra pública. Algo que en su momento amenzaba con provocar un atraso en el inicio del primer juicio oral contra la ex presidenta Cristina Kirchner.
Eso no terminó sucediendo pero ni bien se conoció la decisión estallaron los teléfonos. “Fue una explosión de mensajes que fueron recibiendo primero los empleados más periféricos y luego los funcionarios más cercanos a los ministros”, cuenta una alta fuente de la Corte que reclama confidencialidad y reconstruye la escena vivida en ese despacho del Palacio de la calle Talcahuano.
Aquella noche de mayo, los ministros de la Corte se convencieron de la sospecha que los preocupaba hacía varios meses. No sólo eran víctimas de espiojane ilegal sino que que eran el blanco predilecto del accionar de un ejército de trolls dispuestos a difundir información sensible sobre sus vidas y sus bienes.
La catarata de mensajes se repitió en las últimas semanas tras la decisión de la Corte en el fallo que rebajaba los impuestos al “valor agregado” y ganancias.
Esta vez el ataque fue más complejo y sofisticado. A los trolls de mayo, se le sumaron otros mensajes sospechosos que se desarrollaban en varios formatos.
Primero comenzaron vía SMS, (en inglés se refiere a las siglas de “short message service”) un sistema de telefonía que cada vez languidece frente a otras opciones más modernas pero que genera el mismo daño.
Luego, ese mismo contenido era desplegado en una catarata de “mensajes reenviados” a través del sistema de mensajería Whatsapp. Esta última acción tuvo un nivel de mayor efectivdad.
Incluso un ministro de la Corte llegó a recibir en su teléfono personal el mismo mensaje provenientes de cinco números teléfonicos distintos.
Los ministros más afectados por la “operación digital” fueron Ricardo Lorenzetti, Juan Carlos Maqueda y Horacio Rosatti.
Sobre este último, llamó la atención el nivel de rigurosidad que tenía la información publicada en redes. Ya en mayo, y a pocas horas de mudarse a su nuevo departamento de tres ambientes, se habían publicado los datos de la dirección exacta.
Esta información ni siquiera la tenía el equipo de custodia del ministro.
Sobre Lorenzetti, el ataque no fue menos intenso, muchos trolls copiaban y pegaban un mismo mensaje textual: “Ricardo Lorenzetti, que no paga Ganancia y tiene un Patrimonio de $25 millones, 3 inmuebles, autos, acciones en Ratio SA, efectivo y una cuenta bancaria en el exterior con más de $9 millones decidió que vos y yo paguemos el IVA nuevamente en la leche, azúcar, aceite, yerba”.
En el caso de Maqueda, los mensajes fueron en la misma dirección. Le recordaban “que tiene un patrimonio de $6,7 millones, activos en propiedades y dinero en efectivo por más de un millón de pesos”.
Los más llamativo se dio en los mensajes que llegaban tanto vía whasapp como de SMS. La gran mayoría provenían de números telefónicos con caractristicas de Rusia (+7) e India (+91).
Esa misma semana, los jueces, también detectaron un hackeo a sus cuentas de mails y dos intentos de intromisión al sistema informático de la Corte. El ataque culminó este último viernes 11 de octubre en horas de la tarde.
“Durante más de 10 minutos todas las computadoras dependientes de la Corte sufrieron un comportamiento extraño”, le confirmó a A24.com un funcionario judicial.
Esto puso en alerta a los técnicos liderados por Andrés Sacchi, directr informático de la Corte. La última interrupción digital puso en jaque al sistema Lex100, el software exclusivo a través del cual trabajan todos los juzgados, cámaras y tribunales del país y volteó el sitio del Centro de Información Judicial.
La avanzada tecnológica coincidió con el preciso momento en que se transmitía -vía streaming- la declaración del ex jefe del Ejército César Milani en la primera audiencia del juicio oral por la desaparición del soldado Alberto Agapito Ledo durante la última dictadura militar en La Rioja.
Los ministros de la Corte pasaron del enojo al estupor. No sólo están convencidos que son víctimas de espionaje ilegal, sino que también se sienten presionados por un ejercito de trolls y hackers comandados de la más absoluta oscuridad (A24).