La continuidad del secesionista Quim Torra como jefe del gobierno regional de Cataluña pende de un hilo un día después de que anunciara su intención de celebrar un nuevo referendo unilateral sin el respaldo de sus socios de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), quienes hoy exigieron "nuevas elecciones".
El paso dado por ERC puede hacer saltar por los aires al gobierno catalán en uno de los momentos más delicados y claves para los independentistas, cuyas bases reclaman "unidad" en la respuesta a la sentencia del Tribunal Supremo español que condena a entre 9 y 13 años de cárcel a los líderes del fallido proceso de secesión de 2017.
No obstante, el partido ERC, dirigido desde la prisión por el ex vicepresidente Oriol Junquera, es actualmente hegemónico entre el electorado independentista. De ahí que apuesta por dar un golpe en los comicios para monopolizar el control del gobierno que ahora comparte con Junts per Catalunya (JxC), la plataforma del ex presidente Carles Puigdemont.
El primer paso para lograr este objetivo lo dio el histórico dirigente de ERC y vocero parlamentario de los independentistas en el Parlamento español, Joan Tardà, quien por medio de un mensaje en Twitter urgió hoy a "convocar elecciones cuanto antes mejor para generar un gobierno que represente mayorías más amplias y un Parlamento con mayores consensos".
Según Tardà, el nuevo ejecutivo debería estar "comprometido con la amnistía, con encarar la crisis económica y para construir un escenario de negociación".
"Lo decimos desde hace semanas y ahora es urgente", aseguró luego de que Torra respondiera al brote de violencia en las calles de Cataluña con una propuesta de nuevo referéndum unilateral.
Torra se convirtió en jefe del gobierno regional ante la imposibilidad de que lo hiciera Puigdemont, quien hace dos años eludió a la justicia española trasladándose a Bélgica, donde hoy declaró ante la justicia local por la tercera orden europea de detención en su contra -emitida a raíz de la sentencia por sedición y malversación contra sus ex compañeros-, y quedó en libertad sin fianza.
Sin embargo, su liderazgo estuvo siempre en entredicho, a raíz de sus posiciones extremas, que le suscitan apoyos principalmente entre las bases más radicales del independentismo, integradas en los llamados Comités de Defensa de la República (CDR), que defienden la idea de que Cataluña ya se encuentra en un escenario de ruptura con España, y solo falta hacerla efectiva por medio de la "desobediencia institucional".
ERC, el partido histórico del independentismo, toleró hasta ahora a Torra y a sus compañeros de la derecha nacionalista catalana pese a sus diferencias, igual que lo hizo con los anticapitalistas de la CUP, ya que sin ambos los secesionistas nunca hubiesen sido mayoría en el Parlamento regional ni llegado a controlar el gobierno.
No obstante, el liderazgo del actual presidente está siendo cuestionado por todos los frentes, incluidos los más extremistas que le reprochan la contradicción de animar a las movilizaciones y defender la "desobediencia civil", pero respaldan a la policía catalana antidisturbios en sus acciones de "represión".
Por ahora, las organizaciones ciudadanas, tanto la Asamblea Nacional Catalana (ANC) como los CDR, van por la cabeza de su responsable de interior, Miquel Buch, cuya dimisión exigen.
El gobierno español del socialista Pedro Sánchez le exige que decida si va a actuar "como presidente regional o como activista", y también le reclama condena y contundencia ante la violencia callejera, mientras amenaza con intervenir la norteña región ante cualquier actitud ilegal del gobierno regional. "Está poniendo en riesgo la autonomía", le espetó el líder socialista catalán, Miquel Iceta, en el debate parlamentario cuando Torra propuso un nuevo referéndum de autodeterminación.
Torra, por su parte, sabe que le queda muy poco tiempo. “Lo último que podemos permitirnos son unas elecciones”, dijo anoche en una entrevista televisiva.
Faltó la parte de entender porqué sucede lo que sucede.
La nota no lo dice pero podemos deducirlo del contenido. Porque el único fundamento que hay en el fondo de todo lo que se dice es la idea de identidad autopercibida. En el fondo es casi idéntico al discurso de la perspectiva de género. Está claro que no pueden descubrir las causas de todo esto porque han incorporado las causas como su propia noción de realidad. A fin de cuentas eso es el idealismo: reemplazar el pensamiento propio con las conclusiones de alguien más.