Las fronteras suelen ser un territorio de tensión y disputa. “Un espacio de conflicto y odio, de división de territorios y separación de personas”, escribió alguna vez el periodista polaco Ryszard Kapuscinski.
Los atestados pasos fronterizos entre Argentina y Bolivia no son la excepción a la regla. Por los tres puestos pasan millones de personas todos los años, el contrabando es moneda corriente y sus rincones más secretos forman parte de lo que algunos especialistas en seguridad reconocen como “la ruta de la cocaína”.
Sin embargo, por unas horas, en el norte argentino, la problemática del narcotráfico pasó a un segundo plano.
Todas las miradas se posaron en las consecuencias inmediatas que podía traer el golpe de estado perpetrado en Bolivia. Las autoridades de seguridad ajustaron el control fronterizo ante las reiteradas versiones de un posible cruce masivo en las tres fronteras entre Argentina y Bolivia: La Quiaca – Villazón, Aguas Blancas – Bermejo y Salvador Mazza – Yacuiba.
Fue en las horas de mayor convulsión cuando la Gendarmería Nacional detectó el cruce de varios dirigentes cercanos al presidente depuesto, Evo Morales.
A24.com pudo confirmar sus identidades y los detalles no revelados del ingreso de esos dirigentes a territorio argentino.
El episodio se registró el domingo 10 de noviembre, en horas de la noche. En todos los casos, la llegada de estos exfuncionarios fue en el marco de la más absoluta desesperación.
Huyeron de su país por temor a que los mataran. “Ingresaron con poco equipaje, prácticamente con la ropa que llevaban puesta”, confirmó una fuente de la fuerza federal.
Incluso ni bien se encontraron en suelo argentino mostraron “la necesidad de poder hacerse de teléfonos celulares para dar aviso que la llegada al país había sido exitosa”.
El primero en llegar fue Juan Carlos Cejas, hasta pocas horas antes de su huida hacia la Argentina era el gobernador del departamento de Potosí por el Movimiento al Socialismo (MAS).
Potosí es la región minera por excelencia de Bolivia. Se encuentra al sur del país a tan sólo 314 kilómetros de La Quiaca.
Su ciudad capital, que lleva el mismo nombre que la provincia, fue declarada -en 1987- Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Allí estaba el ex gobernador Cejas cuando un grupo de manifestantes le hizo sentir el rigor de las protestas.
La turba llegó hasta su propio despacho en la casa de gobierno provincial y le impidieron ejercer sus funciones durante varias horas, mientras lo amenazaban de muerte a él y su familia.
En cuanto pudo liberarse, Cejas presentó su renuncia irrevocable y salió corriendo hacia la frontera.
“No me voy a aferrar al cargo”, dijo ante un grupo de seguidores cuando entendió que su vida corría peligro. Y agregó: “Dejo el cargo en aras de la paz en la región. No voy a arriesgar a mi familia”.
Cejas fue un hombre clave en el gobierno de Evo Morales. Llegó al cargo en 2015 y respaldó, como pocos dirigentes, las políticas centrales en temas como la explotación de litio.
Esta defensa, le significó acumular un sinfín de enemigos en la zona minera. Incluso llegó a ser considerado persona no grata por el Comité Cívico Potosinista, una entidad que se arroga la defensa de los recuros naturales en la zona.
En octubre, en esa ciudad, los opositores se hicieron sentir realizando huelgas y bloqueos de calles muy violentos. Las manifestaciones siempre fueron en rechazo a la reelección de Morales.
Según pudo saber A24.com, Cejas pasó las dos primeras noches en la Argentina, las del domingo 10 y el lunes 11, en el hotel Crystal de La Quiaca, sobre la avenida Sarmiento al 529.
“Efectivamente, el señor Cejas llegó apurado, se alojó sólo, pasó esas dos jornadas, pagó y luego no lo vimos más”, confirmaron en el pequeño hotel jujeño.
Desde el ministerio de Seguridad también ratificaron la llegada del ex gobernador pero prefirieron no aportar más detalles “por cuestiones de seguridad”.
Ese domingo arribaron al país, por el mismo paso fronterizo de La Quiaca, dos funcionarias. La jefa de la Unidad y Turismo de Potosí, Amezaga Navarro Maribel. Si bien se trata de una funcionaria de rango menor su adhesión al gobierno de Morales la terminó expulsando a un exilio.
Horas más tarde, se registró el ingreso de la jefa de administración de todo el departamento Potosí, Gunner Pereira.
Desde la Cancillería explicaron que ninguno de los tres exfuncionarios está en calidad de asilado ya que “en territorio argentino su seguridad está garantizada”.
De todas maneras, en los tres casos se aplicó el protocolo de informarles que frente a cualquier amenaza pueden contactarse en forma inmediata con la Comisión Nacional de Refugiados.
Los exfuncionarios cercanos a Evo Morales tomaron nota de los contactos y se mostraron interesados en poder contar con ese apoyo.
Hasta el cierre de esta nota ninguno se había contactado con el organismo para obtener el estatus de “refugiado”. Su lugar de residencia y los detalles de su permanencia en el país son un secreto guardado bajo siete llaves.