Todos sabemos que Brasil es el principal socio estratégico de Argentina, es el primer destino de nuestras exportaciones y somos el tercer proveedor de dicho país. Es muy importante poner en valor esta relación comercial y dejar de tirar bombas de estruendo.
Hace poco más de dos meses firmamos la prórroga del acuerdo automotor, llamado FLEX, extendiéndolo por un período de 10 años y lo festejamos, ya que este logro le da la posibilidad a nuestras empresas a pensar a largo plazo y seguir invirtiendo para ser cada día más competitivas.
La industria automotriz es el segundo segmento industrial que más exporta y uno de los grandes motores de la relación comercial Brasil-Argentina.
Nuestro gran desafío es que la ideología no afecte nuestras relaciones comerciales. Las relaciones internacionales discontinuas, los altibajos y los vaivenes nos afectan e influyen directamente en nuestra economía.
Brasil continúa con su política industrial exportadora – estrategia que data de más de 70 años de antigüedad- y se encuentra transitando el camino de las reformas. Ya logró la reforma laboral y previsional y pronto logrará la reforma federal – esto es la relación fiscal del Gobierno con los Estados.
En Brasil los Estados son autónomos, determinan su alícuota de IVA (ICMS), dan plazos y beneficios, atraen a las Empresas y al comercio, fomentan sus puertos y los hacen más competitivos.
Brasil sigue el camino de las reformas y esto lo hace interesante para las inversiones. Una moneda fuerte y estable, sus tasas de interés bajas (6%) y una gran industria fomentan la entrada de dinero.
Es importante para nuestro país tender nuevos lazos, nuevas relaciones estratégicas que podrán ser buenas en el mediano y largo plazo. Pero no debemos olvidar, o mejor dicho, debemos fomentar las relaciones con nuestros socios más importantes. Argentina y Brasil tienen una relación histórica. Hay que pensar en las Empresas que han invertido, apostando a ese acuerdo, a la relación de amistad, a los convenios.
Argentina necesita políticas a largo plazo y mayor compromiso en todos sus estamentos, empezando por el Estado que trasciende a las empresas, para cumplir y honrar los contratos con sus clientes a la hora de exportar, para ser más creíbles y confiables.
Hay que trabajar para ser más competitivos. Hace falta más inversión, pero para ello es menester quitarnos el mote de país poco serio, que cambia permanentemente sus reglas de juego y como consecuencia de ello sus empresas pierden mercados ganados, tras inversiones de largo plazo, al no poder cumplir con sus clientes del exterior.
Podrá haber divergencia política o ideológica entre los Gobiernos, pero eso no debe afectar las relaciones comerciales. Esperemos que las Diplomacias actúen para encontrar caminos de consenso y construcción.