Un paraíso fiscal es un Estado o jurisdicción que cuenta con un régimen tributario esencialmente favorable a las personas y empresas no residentes que se instalan en el mismo. Esto los convierte en un lugar ideal para hacer inversiones, crear cuentas bancarias internacionales y constituir sociedades offshore con ventajas fiscales.
Mucho y mal se ha hablado del tema últimamente (2016), por causa de la revelación de información robada conocida como los “Panama papers”, que hizo públicos gran cantidad de actividades realizadas en paraísos fiscales por políticos, empresarios, líderes y personajes públicos de todo el planeta, por medio del estudio de abogados Mossack Fonseca & Co.
Aunque muchos de estos negocios se relacionan con lavado de dinero, corrupción política o evasión impositiva, no todos son ilegales y en diversos casos se trata de mecanismos permitidos para facilitar negocios internacionales, para proteger patrimonios, para asegurar confidencialidad o para disminuir legalmente la carga de impuestos.
Tener sociedades, fideicomisos o cuentas en lugares como las Islas Caimán, Suiza o Delaware no es ilegal. La falta es no declararlos cuando resulta obligatorio y no pagar los respectivos impuestos que imponen muchos países a sus ciudadanos.
Desde ya vale resaltar que la obligación de declarar y las cargas impositivas asociadas son generalmente una muestra más de la abusiva presión de los Estados sobre sus ciudadanos. Que algo esté establecido por una ley no implica necesariamente que dicha ley sea moralmente buena, en muchos casos son flagrantemente inmorales y opresivas. Un claro ejemplo lo constituyen todos los gobiernos autoritarios que han oprimido a sus pueblos o a parte de ellos, estableciendo persecuciones políticas, religiosas, raciales o de género. Léase los escritos de Henry David Thoreau para profundizar en el tema.
Un paraíso fiscal permite -en forma legal- estructurar negocios y efectuar transacciones internacionales, a sociedades que precisen de un sistema financiero sofisticado, con bajos costos de transacción y baja carga impositiva. Muchos expertos hablan entonces de ‘paraíso fiscal transparente’.
Crear una sociedad o abrir una cuenta bancaria en Santa Lucía, las Islas Vírgenes Británicas o Nevada permite hacer negocios con más facilidad. Esto no significa actuar en forma ilegal sino emplear la inteligencia financiera para optimizar los beneficios que brindan las leyes internacionales. Que muchos políticos corruptos o narcotraficantes abusen de los beneficios de los paraísos fiscales no significa que estos no deban existir.
Al operar desde un Tax Haven -como por ejemplo Andorra o BVI- todas las operaciones que usted realice, ya sea en la bolsa de valores, en inmuebles o en otros mercados dispondrán de un régimen fiscal favorable y lograrán así una mayor rentabilidad. De la misma forma, usted podrá adquirir propiedades o establecer su centro de negocios en un lugar geográficamente privilegiado, y así operar a escala global con mayor facilidad y fluidez. Es por este motivo que casi todos los países establecen o patrocinan jurisdicciones como “zonas francas” o “zonas libres de impuestos” para promover y facilitar los negocios.
Crear una empresa offshore es absolutamente legal y constituye un instrumento válido para los negocios internacionales. Por supuesto, como toda herramienta puede usarse para realizar un acto lícito o uno ilícito. Es la intención y el uso por parte del inversor lo que lo hace aceptable o reprochable conforme a la ley.
Constituir estructuras holding, sociedades offshore, fideicomisos o fundaciones, al amparo del marco legal vigente en diversas jurisdicciones, es absolutamente irreprochable. Los motivos para hacerlo pueden ser de la más variada índole: Seguridad, “plata es el buen hablar, oro es el buen callar”; Preservación del patrimonio; Tax planning; Flexibilidad y eficiencia en el Comercio internacional; entre muchos otros posibles. La legalidad o ilegalidad no está en la herramienta empleada sino en el fin buscado.