Los días del presidente Mauricio Macri en la Casa Rosada ingresaron definitivamente en una cuenta regresiva que llegará a cero el próximo martes 10 de diciembre, cuando asuma como nuevo jefe de Estado Alberto Fernández.
Macri se prepara para transitar por su última semana de Gobierno, aunque a decir verdad, ya ejerce por estas horas un Poder testimonial, casi virtual, en el corolario de una gestión de cuatro años en la que si bien logró equilibrar las cuentas públicas, a fuerza de políticas ajuste, largamente fracasó en su objetivo de combatir la inflación, reducir la pobreza y reactivar el aparato productivo nacional.
El poder real parece haberse mudado en estos días a las oficinas de Fernández en Encarnación Ezcurra al 300 en el barrio de Puerto Madero, a unas 15 cuadras del Balcarce 50: allí, el mandatario electo aún teje la conformación de su Gabinete, mientras lleva adelante una intensa agenda de reuniones con dirigentes de distintos sectores de la sociedad.
El próximo viernes 6 de diciembre Fernández debería presentar a sus ministros y demás colaboradores en vísperas de su asunción, pero hasta el momento, solo está confirmada la designación de Marco Lavagna al frente del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), en reemplazo de Jorge Todesca.
Aún se desconoce a ciencia cierta quiénes lo acompañarán en su gobierno, más allá de ese puñado de nombres que ya parecen haberse asegurado un lugar en la mesa chica del albertismo, como Santiago Cafiero, ocupando el rol de jefe de Gabinete, Eduardo "Wado" de Pedro y Matías Kulfas.
La "rosca" de los últimos días en torno del armado del equipo de asesores de Fernández, conjuntamente con la danza de apellidos desatada horas después de que el Frente de Todos (FdT) revalidara en las elecciones del 27 de octubre pasado su victoria de las PASO del 11 de agosto, deja traslucir cierto conflicto de intereses dentro de ese espacio o, al menos, que la agenda que maneja el mandatario electo difiere de la que pretende llevar a la práctica la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Si bien el bolígrafo para rubricar las designaciones lo tendría que empuñar Alberto Fernández, que incluso el mes pasado había afirmado que Cristina iba a "tener cero injerencia" en el armado del Gabinete, quién podría dudar el "poder de veto" de la vicepresidenta electa a estas alturas de las negociaciones previas al anuncio formal del viernes que viene.
¿El regreso de Capaccioli?
En este sentido, los gobernadores peronistas y el Frente Renovador que lidera Sergio Massa parecen haber quedado relegados en el reparto de puestos centrales del próximo Gobierno, mientras sectores del sindicalismo insisten con su cabildeo en pos de que sea nombrado un dirigente "del palo" en las áreas de Trabajo, Transporte y en la Superintendencia de Servicios de Salud.
Asimismo, algunos caudillos gremiales verían con buenos ojos la posibilidad de que Héctor Capaccioli retomara las riendas de la SSS, el órgano de control de las estratégicas obras sociales sindicales. En efecto, se trata del mismo operador político y ex hombre de confianza de Alberto Fernández que está procesado por su presunto rol de "recaudador" de la campaña presidencial de Cristina y el radical Julio Cobos en 2007.
El "éxito" que alcancen las gestiones de los cabecillas gremiales con mayor poder de "lobby" para ubicar a dirigentes afines en determinados puestos podría resultar determinante para el grado de resiliencia del movimiento obrero durante el tramo inicial del próximo Gobierno: es decir, la duración que pueda llegar a tener la "luna de miel" entre el sindicalismo más combativo y Fernández luego de su asunción.
Sabido es que Macri finaliza su labor con un país en crisis e incluso referentes sindicales, como el camionero Pablo Moyano, reconocen que se vienen tiempos complejos para la Argentina. En este contexto, está por verse si Fernández conseguirá o no llevar rápidamente alivio a la población.
Lo cierto es que el próximo viernes tendrá que anunciar a sus ministros y hoy por hoy, incluso sobre aquellos que parecían en algún momento "números puestos", como el economista Guillermo Nielsen en el Ministerio de Hacienda o Felipe Solá (canciller), pende un signo de interrogación.
Según pudo averiguar la agencia Noticias Argentinas, en el seno de FdT no habría caído bien que se hayan divulgado detalles de la reunión que mantuvo Nielsen en Miami con Alejandro Werner, director del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI), ni de los planes que tendría en mente Fernández para sentarse a negociar con tenedores de deuda argentina.
Nielsen se encontró con Werner a comienzos de este mes y luego su nombre comenzó a perder vigor como posible ministro de Economía del albertismo. Con Solá ocurrió algo parecido, aunque la figura del ex gobernador bonaerense aún se mantiene fuerte como un probable integrante del Gabinete.
Hace unos días, calzándose un traje de canciller que todavía no posee, Solá se reunió con el embajador de Rusia, Dmitry Feoktistov, entre otras actividades que lo tuvieron como protagonista. Trascendió, en este sentido, que habría recibido un "tirón de orejas" por ese prematuro juego propio.
Dos viajes antes del adiós
Aparentemente, al diputado nacional le sonó el teléfono y del otro lado de la línea, en forma socarrona, una voz le consultó si ya había jurado como ministro de Relaciones Exteriores... De haber sido así, se espera que Solá baje su perfil en los próximos días, mientras aguarda su confirmación oficial en el cargo.
Aunque en menor medida, en el oficialismo también se produjeron ciertas tensiones en los últimos días, en especial, en torno de la figura del senador Miguel Pichetto, a quien el PRO busca ubicar al frente de la Auditoría General de la Nación (AGN), pese a la resistencia de un sector del radicalismo.
Si bien se trata de un Gobierno en retirada, como quedó demostrado en las últimas horas con el ingreso de camiones de mudanza a la Quinta Presidencial de Olivos, las tensiones internas se mantienen en el aún llamado macrismo, que se prepara para abandonar el Poder y convertirse en una fuerza de oposición.
Antes de que todo ello suceda, el actual jefe de Estado protagonizará una ajetreada última semana de trabajo, en la que viajará a Madrid para asistir a la Cumbre Internacional del Cambio Climático que organiza la ONU (Naciones Unidas) en la capital española y luego irá al estado brasileño de Río Grande del Sur con la misión de traspasar la presidencia pro témpore del Mercosur al mandatario anfitrión, Jair Bolsonaro.
Será la última foto entre ambos con Macri como mandatario. En tanto, en Europa, está previsto también que el líder del PRO se reúna con el titular de la FIFA, Gianni Infantino, en medio de la intención de la Argentina de organizar la Copa del Mundo de fútbol de 2030 junto a Uruguay, Paraguay y Chile.
De regreso en el país, se espera que Macri encabece el próximo viernes su última reunión de Gabinete y que el domingo 8 de diciembre asista a una misa especial "Por la unidad y por la paz" en la Basílica de Luján junto a Fernández, a quien dos días más tarde deberá entregar el mando presidencial en el Congreso de la Nación.
Antes de abandonar el Poder, militantes de Juntos por el Cambio aguardan que Macri asista a la Casa Rosada y salude desde uno de los balcones cuando se reúnan en la Plaza de Mayo el próximo sábado 7 a despedirlo, de acuerdo con una convocatoria lanzada días atrás en redes sociales. Emiliano Rodríguez