El flamante Ministro de Seguridad Bonaerense, Sergio Berni, pronosticó que la marihuana (según su deseo) suplantará el tabaco, poniendo a esa droga ilegal al nivel de los cigarrillos que hoy se obtienen en los kioscos y mostrando idéntico error con la seguridad.
El ex militar y médico cirujano sabe perfectamente que la marihuana es creadora de paranoicos, psicóticos y esquizofrénicos, siendo ésta la diferencia con el tabaco que a uno lo convierten una droga permitida y a la otra en prohibida. Darle el marco de futura legalidad entusiasma a los narcos para mover más sustancia y al consumidor en un luchador por la libertad.
Sin embargo, ésta actitud no priva a los usuarios de sufrir los problemas psiquiátricos que trae el THC, ni las consecuencias laborales, familiares y sociales que acarrea su consumo, sobre todo en una provincia inundada de drogas y pronta a aplastar el movimiento productivo al romper con los efectos de ésta droga, la capacidad laborar y cognitiva del usuario.
El consumidor, en la necesidad de consumir mayores dosis para idéntico efecto necesita mayor inversión económica que la tiene vedada por sus capacidades desarticuladas por la ingesta, obligándolo a obtener divisas de manera espuria y sumando un nuevo riesgo al ya adquirido por el consumo de ésta sustancia.
La minimización en cualquiera de los aspectos de la gobernabilidad, aumenta los riesgos e hipoteca a la sociedad, pero en éste caso no solo se trata del consumidor y su falta de percepción de riesgos, sino que además se lleva la vida de personas inocentes de cuyas muertes no se quiere hacer cargo ese Estado que las permite y las provoca.
Así, como con las drogas, los pequeños delitos son permitidos o tolerados, dándole al delincuente la percepción de impunidad perpetua y es esa escala la razón por la cual se torna inútil la tarea de seguridad. No se puede prevenir el delito llegando después de cometidos los hechos, es decir, se fracasa antes de iniciar la tarea.
Hace algunos años, cuando la política los enfrentaba, Berni dijo que Sergio Massa permitía habitar en Nordelta a narcotraficantes internacionales, siendo que éste era Intendente de Tigre y carecía de poder de policía, pero el cirujano militar era el Secretario de Seguridad de la Nación con todas las fuerzas policiales bajo su mando y jamás fue en busca de aquellos.
Hoy, la política lo pone al frente de la seguridad de la Provincia de Buenos Aires y tiene a Nordelta para mostrar sus habilidades y frenar a los grandes capos de la droga, como a los adláteres de Piedrahita en Pilar, los del cártel de Norte en Zarate – Campana, o los de Comando Vermelho y Comando Capital que hacen pie en el interior provincial.
La minimización no trae seguridad, ni confianza, ni libertad; todo lo contrario. Berni ha iniciado su gestión con el pie izquierdo mostrando cual será el futuro de su gestión, los pequeños grupos de venta de drogas en los barrios y en las intendencias cobraran mayor poder y serán mirados como hace cuatro décadas se soslayaba al vendedor de quiniela clandestina, con mayor decadencia del nivel productivo laboral, con incremento del narcoempleo y plantaciones familiares de marihuana que aseguren cerebros más acotados que solo sirvan para hacer marchas y piquetes contra la clase productiva que los mantiene.