En República Cromañon, un sitio de moda para el rock under emplazado en el corazón del barrio de Once, faltan diez minutos para las 23.00 del jueves 30 de diciembre de 2004. Está sonando “Distinto”, uno de los muchos temas que planea tocar la banda Callejeros, aunque en realidad es el último que se escuchará esa noche.
Alguien del público (más tarde se dirá que fue un niño, porque esa noche hay muchos bebés y niños entre el público) prende una bengala que alcanza la media sombra que cubre el techo. Detrás de ella, se esconden materiales muy inflamables: guata y planchas de poliuretano, que se encienden antes de que Callejeros pueda entonar la estrofa siguiente. En minutos el fuego y los gases mortales inundan el lugar y la gente huye hacia las dos salidas. Una de ellas se abre hacia adentro complicándolo todo. La otra está cerrada por fuera y se convierte en una trampa.
Muchos de los que consiguen escapar vuelven a entrar para sacar a los que siguen atrapados, pero es tarde. Casi ninguna de las víctimas va a morir quemada: la mayoría se asfixiará antes de que los toque una llama.
Los rescates van a durar toda la noche mientras que los hospitales porteños se empiezan a poblar de heridos y de familiares desesperados. Para cuando amanezca ya no habrá feliz fin de año en Buenos Aires.
Otro aniversario
Este lunes se cumpen 15 años de aquella noche en la que un incendio devoró Cromañón matando a 194 personas y dejando más de 1.400 heridos. Como suele pasar con toda tragedia a gran escala, al incendio le sucedió un vendaval político que empezó con la renuncia del secretario de Seguridad porteño, Juan Carlos López, y que siguió con cambios radicales en la forma de gerenciar y controlar los locales bailables y espacios culturales de todo el país. Entre los primeros cambios, el gobierno de la Ciudad dispuso el cierre por 15 días de todos los establecimientos bailables, que debieron renovar la habilitación para seguir funcionando, y además prohibió la realización de recitales en discotecas porteñas.
A su vez, se ordenó cerrar al tránsito la calle Bartolomé Mitre en el tramo donde había estado Cromañon, donde más tarde se levantó un santuario en recuerdo de las víctimas, llamado “Plaza de la Memoria”.
El empresario que regenteaba el local, Omar Chaban, propietario de la mítica disco Cemento, fue el primero en ser detenido ni bien se constató que el lugar no cumplía con los requerimientos de seguridad y que además, había sobrevendido entradas hasta un nivel de locura. Con una capacidad para 1.031 personas, esa noche ingresaron unos 4.500 espectadores. Los peritos también encontraron la certificación de Bomberos vencida así como los matafuegos y muy pronto la fiscalía a cargo iba a encontrar también pruebas del pago de coimas a policías y comisarios para que pasaran por alto las irregularidades.
El segundo en atraer las miradas fue el jefe de gobierno porteño de entonces, Aníbal Ibarra, que para muchos fue un chivo expiatorio utilizado con fines políticos. Ibarra enfrentó un juicio político que finalizó dos años más tarde con su destitución aunque no fue inhabilitado para ejercer la función pública porque la Justicia no halló pruebas de homicidio culposo.
El presidente Néstor Kirchner y su esposa Cristina Fernández también fueron cuestionados por la inexplicable distancia que mantuvieron de la tragedia y sus víctimas. Se escribieron innumerables columnas periodísticas señalando que Kirchner tardó quince días en referirse al incendio en uno de sus discursos y aunque su explicación fue que pretendía guardar respeto por el dolor de las familias y evitar hacer un uso político de Cromañon, no convenció a casi nadie.
Omar Chaban estuvo unos meses en el penal de Marcos Paz hasta que fue liberado a la espera del juicio. En el medio vivió en varias casas en las que intentó esconderse, pero a todas ellas terminaba llegando el colectivo de familiares y sobrevivientes de Cromañon con escraches y protestas.
Después de establecer las responsabilidades más obvias, llegó el turno de Callejeros. Varios de sus integrantes perdieron familiares en el incendio y al principio parecieron ajenos a todo, pero pronto la justicia empezó a investigarlos por su participación en la organización del show, la venta de entradas y en el control de la seguridad. Los familiares de los fallecidos los acusaron de incentivar a la gente a utilizar pirotecnia durante el recital, o por lo menos, de no desalentarla. El grupo estaba mucho más comprometido de lo que ellos mismos habían pensado.
El juicio por la tragedia de Cromañon se inició el 19 de agosto de 2008 con 15 acusados en el banquillo, y finalizó exactamente un año más tarde con la condena de 20 años de prisión para Omar Chabán y de 18 años para Diego Argarañaz, manager de Callejeros, y para el subcomisario Carlos Díaz. Los funcionarios porteños responsables por las habilitaciones fueron sentenciados a penas de entre 1 y 2 años, por lo que nunca pisaron una celda.
Las condenas para los miembros de la banda, policías y demás empleados del local quedaron en suspenso hasta 2015, cuando la Sala IV de la Cámara Federal de Casación Penal revisó el fallo a pedido de la Corte Suprema y dispuso que todos cumplieran las penas.
El líder de la banda, Patricio Fontanet, recibió una condena de 7 años mientras que otros cuatro integrantes debieron pagar con 5 años de cárcel. Para ese momento, el baterista Eduardo Vásquez ya estaba en prisión cumpliendo una pena de 18 años por quemar viva a su esposa. Daniel Cardell (escenógrafo) y Raúl Villareal (asistente de Chaban) fueron sentenciados a 3 y 6 años respectivamente.
Un folclore mortal
Cromañón inició un pase de facturas y un intercambio de culpas que fue difícil de digerir para los argentinos. Aunque al principio todos apuntaron a los responsables principales, con el tiempo se fue instalando el planteo de que, en mayor o menor medida, toda la sociedad contribuyó al desastre. Autoridades corruptas, empresarios irresponsables que bajaban costos sin importar las consecuencias, y espectadores indolentes que se sumaban a la desidia generalizada poniendo en riesgo a otros conformaron el peor combo.
Un integrante del grupo Jóvenes Pordioseros declaró tiempo después a la revista Rolling Stone que locales como Cromañón y Cemento eran sitios obligados para las bandas del under que querían hacerse un lugar en la música, y donde se sentían más cómodas debido a las pocas exigencias. Ninguno era consciente del peligro que se estaba gestando.
La verdad es que en ese entonces, todos los grupos del under eran poco exigentes con las medidas de seguridad y todos eran benevolentes con el uso de bengalas durante el show porque era parte de la ceremonia del rock alternativo. En aquel año se había producido dos focos de incendio en Cromañón que fueron sofocados de inmediato por el personal de seguridad, uno durante un recital de Jóvenes Pordioseros en mayo, y el otro apenas cinco días antes de la tragedia. Callejeros simplemente sacó el palillo corto que lo condenó.
En 2005, el guitarrista del grupo Carajo dijo a LN “en mayor o menor medida, todos tenemos responsabilidad sobre lo que pasó. Esto le pudo haber pasado a cualquiera y en ese sentido, nos sentimos todos culpables”, admitió.
En el mismo artículo, Ciro Pertusi, ex Ataque 77 y hoy líder de Jauría, opinó que “en el caso de tener que encarcelar, deberíamos ir muchos en cana. Somos un país corrupto hasta sin querer”.
Final
Omar Chabán estuvo en prisión desde la sentencia en 2009 hasta agosto de 2013, cuando la Justicia le concedió prisión domiciliaria debido a un agresivo cáncer que le fue diagnosticado. En noviembre de 2014 fue trasladado al Hospital Santojanni donde falleció a los 62 años de edad.
Aníbal Ibarra volvió poco después de su destitución al ruedo como legislador. Hoy continúa con sus actividades como abogado y el año pasado volvió a ser noticia cuando representó a Cristina Kirchner en la causa por encubrimiento en la AMIA.
El grupo Callejeros dio recitales esporádicamente, pero estaba transitando sus últimos momentos. Era imposible que le sobreviviera a las víctimas de Cromañon mucho más y la banda se disolvió en noviembre de 2010. Todos fueron liberados con mitad de sentencia cumplida a excepción del baterista que asesinó a su esposa. Fontanet, que recuperó su libertad en mayo de 2018, hoy lidera la banda Don Osvaldo.
Federico Claramut, uno de los sobrevivientes, compuso el tema “Sin quebrarse” que será presentado mañana en el acto de homenaje por los 15 años de Cromanón, convocado a partir de las 18.00 en el Obelisco. El acto finalizará con la proyección del videoclip de la canción del que participarán artistas como Alejandro Lerner, Celeste Carballo, Javier Calamaro, Kevin Johansen, y Lito Vitale.
En 2006, el líder de Los Piojos, Ciro Martínez, enloqueció cuando alguien del público encendió una bengala en medio de un recital que estaba dando en el Luna Park y advirtió a los irresponsables fans que habían encendido la mecha que estaba dispuesto a cancelar el show en el mismo momento en que viera otra llama. La noticia salió en los diarios y muchos cantantes siguieron su ejemplo. La pirotecnia, un clásico del rock suburbano de entonces y parte de su folclore, se despedía para siempre, como una de las duras enseñanzas que dejó Cromañón.