Hoy es el primer día de un año que puede ser clave para el nuevo gobierno y para todos los argentinos. El 2020 marcará el rumbo con sus medidas y las palabras dejarán lugar a los hechos. No hay relato mentiroso que derrote a la realidad que cada uno vive en carne propia.
Por eso me comprometo a estar alerta por lo que viene. A no bajar los brazos ni dejarme seducir por el canto de las sirenas. Ya le confesé y le ratifico, que no soy para nada optimista por lo que ya ocurrió y por lo que viene.
En 20 días, el cuarto gobierno kirchnerista ya mostró sus primeros despropósitos. Una Cristina recargada y más chavista que nunca. No quiero ser agorero ni aguarle la fiesta a quienes votaron con esperanza. Pero tampoco quiero ser falso ni mentiroso. Me rebela la hipocresía.
Por eso le quiero decir exactamente lo que siento y lo que pienso. Aunque vaya en contra de la corriente mayoritaria. Yo por supuesto que quiero que nos vaya bien a los argentinos. Pero no creo que con los Fernández nos vaya bien.
No soy para nada optimista porque trato de ver lo que pasa y de leer la realidad con la mayor rigurosidad posible. Cristina en 20 días utilizó dos veces el patrimonio de todos los argentinos como es la página oficial del senado para criticar a los diarios Clarín y La Nación.
Está en todo su derecho de expresar sus rechazos a través de Twitter o sus redes sociales o por medio de entrevistas. Pero la página del Senado es de todos los argentinos. Parece un tema menor. Pero demuestra una confusión mayor. Otra vez, aparece el mismo problema de siempre. Cristina y sus seguidores, no se sienten inquilinos por 4 años del poder. Se sienten los dueños.
Cristina le dio la mano con asco y mirando para otro lado al presidente saliente. Eso puso feliz a Hebe Bonafini que confesó su malestar porque Alberto Fernández le dio tres abrazos a Macri. “Es el enemigo”, se alteró la presidenta de Madres de Plaza de Mayo.
Cristina le dio consejos (¿O eran advertencias?) delante de la multitud a Alberto. Le dijo que no se asustara por la tapa de un diario. Pero lo más grave para todos es que Cristina colocó a sus más fanáticos en el área de justicia, de propaganda y venganza y en las principales cajas del gobierno.
Por eso hay que estar alerta por lo que viene. Yo escuché al presidente Alberto Fernández decir que no hay pruebas para condenar a Cristina y que es una perseguida política. Alberto dijo: “Cristina y yo somos lo mismo” Y eso se lo creo.
Alberto se manifestó conmovido, casi feliz, por el ataque furioso que su jefa hizo contra el tribunal que la estaba juzgando.
Él dijo que varios jueces van a tener que rendir cuentas por las barrabasadas que escribieron y acaba de plantear que hay medios que los quieren hacer pelear cuando es muy claro que la unidad pende de un hilo y que mucha de la información que publican los periodistas sobre enfrentamientos y diferencias entre Cristina y Alberto, son suministradas por gente que está al lado de Cristina y Alberto.
Hoy Alberto dice con la misma vehemencia exactamente todo lo contrario de lo que decía hace 6 meses cuando acusaba a Cristina de muchas cosas que ahora, no le conviene recordar. Pero los periodistas, estamos obligados a recordarlo. Y encima, en una injerencia intolerable en el poder judicial, exige que salgan en libertad, incluso los condenados que no tengan condena firme.
Si eso se confirmara, de pronto saldrían a la calle miles y miles de presos que están en esas mismas condiciones. Hoy están en libertad Julio de Vido, Roberto Baratta, Fernando Esteche, El Caballo Suárez, Gerardo Ferreyra, Cristóbal López, Fabián de Souza, el Indio Castillo de la Salada y Oscar Thomas de Yacyretá, entre otros.
Pronto saldrán libres y aclamados patriotas como el contrabandista y cuñado de De Vido, el Mono Miniccelli, Lázaro, D’Elía, Boudou y el resto. Medio en broma y medio en serio, digo que tragicómicamente, Carlos Robledo Puch, el asesino serial más famoso de la historia tenga un poco de paciencia. Ya le va a tocar a él. Seguro que dirá que es un perseguido político y que lo extorsionaron para que denunciara a Cristina.
Todos repiten lo mismo. Por eso hay que estar alerta por lo que viene. Veo una Cristina alterada emocionalmente que no fue ni a la misa de la convivencia pacífica que propuso la iglesia en Luján. Y eso que se trata de una iglesia que, mayoritariamente, tiene sus simpatías del lado del peronismo.
Todos pudimos observar a una Cristina desencajada y agresiva culpando de todos su males, incluso de la muerte de Néstor o de la enfermedad de Florencia a los jueces y a los periodistas. Nada de eso es cierto. Ya le dije que Cristina no es decente ni inocente. El deliro mayor fue desmentirse a sí misma.
Dijo que los periodistas inventaron eso de que ella se negó a entregarle los atributos de mando al presidente Macri. Y ella misma en su libro “Sinceramente”, confesó que lo veía como una rendición. Y jamás dijo una palabra hasta hace unos días de una presunta prohibición de la justicia.
La estructura que Cristina armó es para garantizar su impunidad absoluta y la de su familia en todas las causas que le siguen por corrupción. Una a una se están cayendo las prisiones preventivas y para eso armó un equipo poderoso: Carlos Zannini, Juan Martin Mena, Felix Crous, el hermano de Wado de Pedro, Cristina Caamaño titular de Justicia Legítima y tal vez Daniel Rafecas.
Cada uno es una pieza clave en el ajedrez de la impunidad para todos y todas, pero sobre todo para la reina. Por eso hay que estar alerta por lo que viene. Cuando analizo el gabinete, veo que dejaron afuera a los gobernadores. Ninguno pudo mojar el pancito en el plato. Solo el señor feudal Gildo Insfrán, el menos progresista de todos, pudo colocar un ministro.
Veo que Sergio Massa cobró un premio menor pese a que fue clave para la victoria. Un ministro de Transporte que viene del radicalismo y su esposa al frente de la empresa de Aguas. Pero en los puestos claves para impulsar el Frente para la Venganza y la Impunidad K están los mismos talibanes de siempre. En esa tarea tiene la inestimable ayuda de un cineasta de trayectoria mediocre que se llama Tristán Bauer.
Panfletos audiovisuales cargados de mentiras llevó a la pantalla con “El camino de Santiago” y con “Tierra Arrasada” donde me da el privilegio de aparecer en pantalla para que toda la hinchada de Víctor Hugo y Cristina me putee con ganas.
Tristán, tan tan tan fanático como poco peronista es el flamante Ministro de Cultura que casi tomó por asalto la sede de su cartera y que permitió que los empleados rompieran la computadora que controlaba el presentismo laboral.
Bauer agradeció a la vida que Pino Solanas estuviera presente en el estreno. Se siente heredero de su cine militante. Hay algunas escenas pornográficas que no deberían pasarse nunca más para que Cristina y su cineasta Bauer no se pongan nerviosos. Pino Solanas y Alberto Fernández fueron dos de los más feroces críticos de Cristina. Carta abierta se cerró. Pero vuelve Zamba y 678? Pregunto.
Por eso hay que estar alerta por lo que viene. Las medidas que hablan por sí solas son demoledoras de su credibilidad. Un impuestazo a la clase media y al campo y un freno a los aumentos automáticos de los jubilados es presentado como una ley de solidaridad. Y un aumento de las retenciones agropecuarias como un remedio aunque sea peor que la enfermedad.
Otro impuestazo feroz pero de Axel Kicillof, en algunos rubros es casi confiscatorio pero su ministro niega la realidad y mira para otro lado: “¿Dónde está el impuestazo que no lo veo?, se pregunta provocador.
La ministra de inseguridad avanza contra las víctimas y tiene mano blanda con los delincuentes. Todas sus medidas son para empoderar y fortalecer a los que violan la ley. Es una insólita postura hija del pensamiento de Zaffaroni y Verbitsky.
Encima, veo que Evo Morales, especialista en fraude electoral, se pasea entre nosotros como si fuera un Dios de la democracia y nos dicta cátedra junto a otra demócrata como Hebe de Bonafini. Eso nos lleva derechito a reconstruir las relaciones carnales con el narco dictador Nicolás Maduro, el castrismo jurásico que somete al pueblo cubano y los negacionistas del holocausto de Irán.
Por eso hay que estar alerta por lo que viene. Yo quiero que nos vaya bien a todos los argentinos y sobre todo, a los que más necesitan. Pero reconozco que ni Alberto ni Cristina, su jefa, me despiertan esperanza ni optimismo. No quiero ni puedo fingir una falsa ilusión.
No soy necio y si hay avances y medidas positivas las voy a apoyar. No soy necio y si de verdad terminan con la persecución y el odio, lo voy a celebrar. Pero voy a resistir con este y con cualquier gobierno a los patoteros, a los autoritarios, a los mafiosos a los ladrones y a los golpistas. Estaré alerta por lo que viene. Resistiré.