El presidente Alberto Fernández no es un tipo iluso, tiene vasta experiencia en el terreno político y aunque muchas de las decisiones que toma o de las declaraciones que realiza son a pedido de La Cámpora y de la propia vicepresidenta Cristina Fernández, tiene el conocimiento suficiente para moverse dentro de los límites pautados.
Si algo aprendió en sus años de carrera política y, sobre todo, del derrotero del expresidente Mauricio Macri, es que el ajuste debe hacerse los primeros meses de gestión, desgastando así su poder político al principio de su mandato y no al final, cuando cree que tendrá el apoyo y la fuerza suficiente para culminar aireado.
Es por ello que hoy toma medidas impopulares, aunque mostrando otras señas que, si bien resultan prácticamente superfluas, intentan dar una señal, ya sea a la sociedad, a los mercados o a su propio espacio político.
Luego de “ponerle plata en el bolsillo” a la gente, y de utilizar el eufemismo de la solidaridad para patrocinar el ajuste, tiene en mente “poner a la Argentina de pie”.
Claro está que ello no significa que va a terminar con la pobreza, ni siquiera reducirla, solo sostenerla, solventarla y repartir dinero, cada vez en mayor cantidad, para consignar el aval social necesario logrando de esa manera, en su ideario, tener una elección legislativa en el 2021 que lo favorezca.
Pero para ello necesita mayor caudal dinerario y, consecuentemente, ajustar más a los sectores medios hacia arriba. Porque, después de todo, si logra convencer a aquellos encumbrados bajo la línea de pobreza (promedio 32%), tendrá un caudal de voto bastante amplio.
En la misma línea va el gobernador de la provincia de Buenos Aires Axel Kicillof al momento de “reperfilar” el pago a los bonistas que debía ser este 26 de enero y trasladarlo al 1 de mayo próximo.
No es que la provincia no tenga los recirsos para abonarlo, sino que la idea es pagarlo a tiempo en el 2021 –año en el que vence el bono- y poder jactarse de que, gracias a su gestión, las cuentas están ordenadas y los vencimientos de deuda pueden pagarse a tiempo.
¿Qué acontecerá en materia política ese año? Las elecciones de medio término. Todo se resume a una medida meramente proselitista.
Volviendo al plan de Alberto Fernández, la ecuación es realmente escueta: agravar la situación lo más que se pueda en dos simples pasos. Primero instalando la idea de “tierra arrasada”, incluso pudo verse un “copy paste” en twitter de muchos funcionarios de primera línea del Gobierno manifestando una crisis en sus áreas respectivas.
Luego hacer el ajuste aduciendo que no existe otra salida, apreciación bastante errónea ya que el Estado tiene recursos suficientes para poner la caja al día sin necesidad de seguir ajustando, ¿La única condición? Reducir el gasto. La realidad es que el único gasto que se redujo fue el de los haberes jubilatorios.
Luego de generar la mayor crisis social posible y de haber recaudado lo necesario, Alberto piensa ser la salvación, aunque nunca mencionará haber sido parte del problema, es la eterna idiosincrasia del peronismo.
¿Cómo lo hará? Como se dijo más arriba, y utilizando el mismo slogan que el primer día de campaña: “poner plata en el bolsillo de la gente”.
Es dable preguntarse ¿Quién en su sano juicio podría creer que así se pone a “la Argentina de pie”? contradicción bastante absurda si la hay.
En definitiva, el proyecto político de Alberto Fernández consiste en sacarnos de un pozo antes de las legislativas del 2021, aunque nunca dirá que es el mismo en el que nos está metiendo en este preciso momento.
El resultado que espera es mayor poder político en ambas Cámaras para ostentar un margen aún mayor a la hora de tomar decisiones que deban pasar por el Congreso.