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Anomia: “anemia de normas” y violencia

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Sobre manadas y otras yerbas
Sobre manadas y otras yerbas

“Donde nada está prohibido nada merece la pena”. (G. K. Chesterton 1874-1936).

 

Chesterton, admirado por J.L. Borges, nos enseñaba que la vida es mérito, es difícil, es una conquista cotidiana y que donde no hay límites no hay Libertad posible. Todo lo contrario, a lo que se proclama hoy como paradigma cultural. Hablaba como nuestra época iba hacia una era de los blandengues, lo liviano, lo “light” como oferta de vida y eso era como suicidarnos.

La consulta en las guardias se llena de hechos en “manada”; sexo en bandas con muchos estimulantes y alcohol con conductas tribales y de disputas entre clanes y bandas; mientras tanto asistimos a hechos en donde se rompe y pervierten códigos de ética profesional en una pyme farmacéutica (crónica policial de la semana) que vende oxicodona, fentanilo, metanfetaminas en ritmo de producción enorme con una red de distribuidores en Villas, y en zonas de diversión. Una industria de la eutanasia y del suicidio para miles. Anomia (“anemia de normas”) que reina por doquier.

Así la recepción de los pacientes y sus familias parece ser el último eslabón de lo “salvable” mientras existe toda una cadena de oferta de sustancias que surge desde el exclusivo barrio de San Isidro con una máquina de última generación que genera miles de pastillas por día para un mercado ávido de experiencias alucinatorias y bestiales a la vez.

Los chats y los Facebook e Instagram describen las "manadas" con sus puntos de encuentro en donde ninguna Ley ni autoridad esté presente para que una venta libre de sustancias y una libertad anómica este reinando. Se convocan por redes sociales y así surgen nuevas formas de organizaciones tribales adolescentes en donde se nota la disociación y la distancia educativa y normativa entre las instituciones, las familias, las escuelas y el propio mundo adolescente. Ahí todo parece valer.

 

Anomia prestigiada

A la vez en este marco de anomia vemos como vuelven a aparecer enfermedades casi desterradas como la sífilis, la blenorragia y otras enfermedades de transmisión sexual. Si no hay limites todo es Si y el sexo frenético es una realidad con una subcultura de usuarios de drogas recreativas (¿?) que realizan actos sexuales de alto riesgo bajo la influencia de drogas.

Ahí la metanfetamina es clave para liberar el cerebro automático sin ninguna traba racional y por supuesto también sin medidas profilácticas y todo con un gran número de compañeros sexuales. Es el llamado chem-sex o sexdopaje con múltiples laboratorios como el encontrado en San Isidro proveedores de estas sustancias que se consumen por vía oral, intravenosa o esnifada. El Viagra (aun en jóvenes) acompaña todo esto.

Cuando llegan a la guardia nos encontramos que luego de estos raids de varios días de drogas y sexo sin limites aparecen cuadros psicóticos, el inicio de un cuadro esquizofrénico y el aumento de infecciones de transmisión sexual incluido el VIH y la Hepatitis C además de cuadros de abstinencia en donde la droga no es solo lo añorado sino la “manada” como lo bestial perdido.

Aparecen en estos fenómenos de las “manadas” las llamadas drogas de sumisión química que se utilizan para adormecer o anular la voluntad del partenaire: burundanga, ketamina, GHB. Otras se disuelven fácilmente en bebidas y son de pronta eliminación.

En todo este contexto necesitamos leer contextualmente lo que nos sucede; mientras más aumenta el consumo ya en términos epidémicos más hablamos del consumo recreativo ignorando las consecuencias de estos usos en personas vulnerables (adolescentes, trastornos severos de personalidad, crisis adolescentes, inmadurez cerebral). Ignoramos que el consumo hoy aparece desde los 12 años y está naturalizado. El 62% de nuestros pacientes tiene familiares en carrera de consumo y el 12 % se inició con algún familiar significativo. Los paradigmas culturales estimulan el consumo y paradójicamente en tiempos de epidemia en lugar de prevenirlo. Además de la lectura contextual debemos hacer una lectura del sujeto de la adicción y de sus victimarios; así aparecen con fuerza las llamadas personalidades antisociales (dealers, transas, gerenciadoras del sexo VIP, distribuidores, pequeñas “banditas” al servicio de los verdaderos Patrones que se contratan para determinados servicios, etc.). Y por último por supuesto el agente químico cada vez más potente y cada vez más promocionado al servicio de liberar el automatismo cerebral y adormecer las áreas de control superior que se manejan desde laboratorios caseros. Prevención con alerta temprana, detección precoz y trabajo a grandes escalas institucionales se hace necesario.


Nostalgias de un futuro humano

Mientras tanto ante este panorama que parece ser un desierto con tiempo Nublado recuerdo el saludo de Fin de Año de uno de los filósofos y sociólogos que más impactó en mi pensamiento E. Morín a quien conocí en Francia y Buenos Aires: “Pido rescatar un oasis en donde reine la pasión y la poesía ante tamaña regresión destructiva”. Fue aquel que nos enseño en los 90 que se venía una “mega barbarie organizada en donde la errancia de los amores, el individualismo y las drogas masificadas reinaría”. Parece ser la época del Ultimo Hombre de Nietzsche en donde triunfaría el individualismo, el ultra hedonismo con seres aburridos, sin rumbo y con un tiempo vacío.

Quizás debemos recordar la última frase de Chesterton en su lecho de muerte luego de analizar los problemas de la época actual que rescatan sus biógrafos y amigos: El asunto está claro ahora. Está entre la luz y las sombras; cada uno debe elegir de qué lado está”.

 

2 comentarios Dejá tu comentario

  1. Un antiguo Indio dijo a su nieto: "Hijo mío, dentro de cada uno de nosotros hay una batalla entre dos lobos. Uno es MALVADO. Es la ira, la envidia, la inferioridad, el resentimiento, las mentiras y el ego. El otro es BENÉVOLO. Es la dicha, la paz, el amor, la esperanza, la humildad, la bondad, la empatía, la verdad" El niño pensó un poco y preguntó: "Abuelo, que lobo gana?" ... El anciano respondió: EL QUE ALIMENTAS!!!!!!!

  2. Esta nota merece indiferencia y olvido. Pero su autor no merece ni eso. Porque la mentira y la desinformación son ante todo una falta de respeto al lector. Una vez más Yaría demuestra que es parte de la causa del problema y no de la solución. No hay falta de normas, lo que falta es gente que las cumpla. Y falta gente que las cumpla precisamente porque todo es psicología, pulsiones y deseos. La falsa autoridad y el abuso en la divulgación de algunas teorías ha llevado al presente relativismo que celebra el solipsismo cuando no el delirio como un logro de la personalidad. También Borges, que fue mucho mejor crítico que admirador, escribió sobre eso. Uno de los primeros cuentos de Ficciones, describe precisamente eso. Un mundo falso, insertado en una enciclopedia, donde la realidad objetiva no existe y todo es psicología. Yaria, un charlatán tóxico.

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