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El nuevo coronavirus frente a la gripe: similitudes pero también diferencias importantes

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No todo es lo mismo
No todo es lo mismo

La respuesta al nuevo coronavirus COVID-19 requiere el trabajo conjunto de todos. Tal como indicó el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Dr Tedros Adhanom Ghebreyesus, este virus no es el mismo que otros coronavirus como SARS y MERS, y también tiene diferencias con la gripe, que es un virus completamente distinto. COVID-19 es un virus único con características únicas.

 

Tanto COVID-19 como la influenza o gripe causan enfermedades respiratorias y se propagan de la misma manera, a través de pequeñas gotas de líquido de la nariz y la boca de una persona enferma. Con ambos virus, se puede evitar la infección con buena higiene de manos y etiqueta respiratoria, es decir, tosiendo con el pliego del codo. Sin embargo, hay algunas diferencias importantes entre ambas.

Por un lado, la influenza estacional se disemina más rápido por ser más transmisible y por tener un período de incubación más corto, a partir de los datos que tenemos hasta ahora. Con la gripe, las personas que están infectadas pero que aún no están enfermas pueden transmitir el virus, lo que no parece ser el caso en general de este nuevo coronavirus, pero todavía hay mucho escrutinio sobre esta característica. La experiencia de China nos muestra que solo el 1% de los casos reportados no tienen síntomas, y la mayoría de esos casos desarrollan síntomas dentro de los dos siguientes días.

La segunda diferencia es que COVID-19 puede causar una enfermedad más severa que la gripe estacional. Según un gran estudio en China, 15% de los casos de COVID-19 detectados tuvieron síntomas severos y 4%, síntomas críticos. El resto (81%) fueron casos leves.

En promedio, a nivel mundial, unos estudios reportaron que entre 1.4 a 2% de los casos reportados de COVID-19 han muerto. En comparación, la gripe estacional generalmente mata uno 1 en 1000 de los infectados. Sin embargo, hay que ser cautelosos en interpretar los datos disponibles hasta hoy porque puede ser que con el COVID-19 no se estén detectando muchos casos leves.

Cuando se habla de grupos etarios, según la información disponible hasta hoy, ambos virus, COVID-19 e influenza, tienen una tendencia a causar cuadros más severos en personas mayores. Pero en niños, son distintos; el COVID-19 no enferma mucho en este grupo etario, mientras que con la gripe los niños están más en riesgo de tener un cuadro severo. Por otra parte, ya tenemos vacunas y terapias para la gripe estacional, pero por el momento no hay vacuna ni tratamiento específico para COVID-19. Sin embargo, ahora se están realizando ensayos clínicos de tratamientos y se están desarrollando más de 20 vacunas.

Tengamos en cuenta que ni siquiera hablamos sobre la contención para la gripe estacional, porque simplemente no es posible. Pero puede ser posible para COVID-19.

Varios países lo han hecho. No hacemos rastreo de contactos de los pacientes para la gripe estacional, pero los países deberían hacerlo para COVID-19, porque evitará infecciones y salvará vidas. Además, con estas medidas, se puede relentecer la transmisión y dar más tiempo para preparar los servicios de salud, desarrollar más terapias o tener lista una vacuna. De todas formas, hay que tener en cuenta que cuanta más circulación haya en más países, más pequeña será esa ventana de contención.

En síntesis, según la información existente y estudios hechos, la transmisión de este nuevo coronavirus no parece ser impulsada por personas que no tienen síntomas, tiene un período de incubación más largo que la gripe –de 2 a 12 días, mientras de la gripe es de 1 a 4 días-, causa una enfermedad más grave que la gripe, todavía no hay vacunas o terapias, y puede ser contenida. Es por eso que es importante que los países hagan todo lo posible para contenerlo.

Estas diferencias hacen que no podamos tratar COVID-19 exactamente de la misma manera que tratamos la gripe. Pero hay suficientes similitudes que ayudan a los países a no comenzar de cero. Durante décadas, muchos países han invertido en la construcción de sus sistemas para detectar y responder a la influenza. Entonces, debido a que este nuevo coronavirus también es un patógeno respiratorio, esos sistemas pueden ser adaptados para COVID-19.

Además de contar con esta experiencia, contamos con medidas clásicas de salud pública que están funcionando en los países: identificar los casos, aislarlos, tratarlos y hacer el seguimiento de sus contactos. Y también contamos con medidas de prevención que pueden reducir de manera importante los riesgos: lavarnos las manos seguido, toser con el pliegue del codo y estar siempre informados por fuentes oficiales.

Aún hay varios aspectos en investigación sobre este nuevo virus, pero lo que ya sabemos es información de oro en este momento de contención. Esa experiencia sumada al trabajo conjunto de todos es la clave en la respuesta a este nuevo desafío que nos plantea el COVID-19.

 

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