En la actualidad, tanto en la región del cono sur como en la Argentina, hay circulación de virus dengue. Algo que esperábamos a partir de la gran cantidad de casos que se reportaron el año pasado principalmente en Brasil: entre mediados del 2018 y mediados del 2019 el país vecino reportó más de 2.600.000 casos. Se considera este período (mediados de año) porque ahí se inicia el registro de casos para la nueva temporada en nuestra región, que habitualmente se inicia a fines de la primavera y llega hasta bien entrado el otoño.
En este momento, en el cono sur tenemos prácticamente 400.000 casos reportados en ese período en Brasil; 15.000 en Bolivia; y 100.000 casos en Paraguay. Con respecto a la Argentina, también desde el año pasado, pero en realidad con fuerte énfasis a partir de la circulación en diferentes provincias desde fines del mes de diciembre, tenemos reportados prácticamente 1.300 casos, de los cuales 700 corresponden a casos autóctonos en 11 provincias del país y el resto a casos importados, en gran parte correspondientes al Paraguay y en segundo lugar a Bolivia.
¿Qué se espera que suceda el resto de la temporada? Lamentablemente, seguro seguiremos asistiendo a más casos y, potencialmente, a más casos de gravedad. Quizás, también, algunas personas fallezcan debido al fuerte aumento en la cantidad de afectados, lo cual es de esperar en función de tener muchos mosquitos en dos tercios del país y que todavía restan tres meses prácticamente de condiciones climatológicas adecuadas.
Los desafíos a nivel regional, básicamente, tienen que ver en cómo podemos organizar a los Estados y a las sociedades para combatir la presencia del vector. Es una tarea muy compleja que requiere de la participación de todos, con la direccionalidad que tienen que dar los organismos estatales a nivel de nación, a nivel de provincias o municipios, pero con la colaboración de absolutamente toda la población para poder eliminar los criaderos y de esta manera bajar la cantidad de vectores que comparten el ambiente urbano con los seres humanos.
En lugares como las grandes ciudades con crecimiento desorganizado, muchos bolsones de pobreza, con gran cantidad de generación de residuos plásticos que potencialmente demandan muchísimos años para que se biodegraden, la posibilidad de realizar estas tareas y tener éxito es realmente muy difícil. Sin embargo, se puede trabajar en bajar la cantidad de criaderos. Aunque sepamos que llegar a cero es imposible, al reducir los criaderos disminuye la circulación de mosquitos y esto implica menos cantidad de pacientes.
El desafío entonces es recordar todos los años que, en el invierno, empieza la tarea de limpiar las ciudades de todos los posibles criaderos, para que cuando llegue la temporada activa para la transmisión (en nuestra región se inicia a fines de octubre o comienzos de noviembre), las ciudades tengan pocos sitios de reproducción y, en consecuencia, menor cantidad de mosquitos. ¡El compromiso en la lucha antivectorial nos involucra a todos!