Todos los caminos conducen a un aumento de los pasivos de todos los agentes económicos, a menos que el gobierno pueda atacar con celeridad, la formidable expansión de los agregados monetarios de los últimos meses. Desde que asumió en diciembre pasado, la expansión monetaria alcanzó una magnitud desbordante hasta alcanzar los 700.000 millones de pesos, sin una contrapartida en el crecimiento de las reservas.
Es más, las reservas se han contraído también en función de los pagos de los servicios de la deuda pública y de los desequilibrios externos. Pero la decisión de ampliar la base de pagos de subsidios y asistencias financieras hacia sectores de menores ingresos por razones de tipo político ideológicas, llevó a que el gobierno se quedara sin recursos genuinos para intentar financiar de manera genuina los mayores gastos.
Ya, en un callejón sin salida, el gobierno apela en medio de la pandemia del Covid-19 a intensificar una mayor presión tributaria. No hay país en el mundo a cuyos dirigentes políticos se les ocurra aumentar impuestos, en medio del desastre económico que provocó esta crisis sanitaria.
Nuevamente, el kirchnerismo mostró su impericia para manejar la economía y al igual que en su gestión anterior, comenzó por la liquidación del capital. Ayer, fueron las reservas, el ahorro privado y el deterioro de la infraestructura por falta de inversiones. Hoy se repite, las reservas para intentar demorar el inevitable default, el deterioro de la infraestructura y ahora el patrimonio privado.
Hasta cuándo nos salvaremos de apagones y otras medidas restrictivas, nadie lo sabe, pero están a la vuelta de la esquina. El 60 % de los clientes no paga las facturas de servicios públicos y otro tanto no paga las tasas municipales y los impuestos territoriales, poniendo en jaque las cajas locales. ¿Hasta cuándo aguantará el sistema en estas condiciones sin recursos ni reposición de capital instalado? Por ahora, es una pregunta retórica.
El mantenimiento de un sistema de precios máximos en el marco de una expansión monetaria y de una escasez de oferta provocada por el aislamiento social, va a provocar desabastecimiento en muchas empresas y también menor actividad, con la consecuente suba de precios.
Si algo deja, por estas horas, el manejo de la pandemia que ya se cobró la vida de unas 100 personas, es que el Estado no está preparado para atender una crisis sanitaria de una mediana magnitud y que en lo sucesivo habrá que pensar en el equipamiento de un sistema de salud y de la coordinación de los sistemas públicos y privados que hoy funcionan de manera desarticulada.
Pero también deja otra enseñanza que si este esquema continúa, la economía va inexorablemente a vivir momentos de fuerte tensión provocada por políticas públicas que destruyen la matriz productiva y que, al no contar con instrumentos adecuados van a terminar corrigiendo por el tipo de cambio, los precios y el empleo, todo de manera dramática.