Si se pudiera hallar algún aspecto positivo en la pandemia de Coronavirus, éste radicaría sin duda alguna en el hecho de que al menos generó en la Argentina un debate sobre su Sistema de Salud Público, un área permanentemente postergada desde el Estado. Alcanza con repasar algunos datos duros para confirmar un descuido de décadas, aunque la falta de estadísticas oficiales hace más complicada la tarea. Y contribuye a reforzar aquella aseveración.
Mientras que en 1954, el sistema contaba con 134.000 camas con una población de 19 millones de habitantes, para 2017, con 45 millones de personas habitando la República, el número de camas está por debajo de 221.000. Es decir, que en el lapso de 63 años, mientras que la población creció un 125%, las camas apenas lo hicieron en un 67%.
En lo que sería casi una perfecta parábola sobre el trágico destino que une a la sociedad argentina con el peronismo, caben consignar algunos datos muy elocuentes: durante los dos primeros gobiernos peronistas, entre 1946 y 1955, la cantidad de camas se duplicó, llevando el promedio a 7,5 unidades por cada 1000 habitantes. Para 1983, entre regímenes militares, gobiernos radicales y también justicialistas, el número había bajado a 5,5. Desde el regreso de la democracia hasta la actualidad, donde el peronismo gobernó 24 de los 36 años, el promedio continuó a la baja: la última cifra de la OMS (Organización Mundial de la Salud) arroja 4,5 camas cada 1000 habitantes.
Más datos: en la década del ´50, Argentina era una de las 25 mejores naciones en registrar una baja mortalidad infantil, y era el segundo país de América Latina, por debajo de Uruguay, en tener una mejor esperanza de vida. 70 años después, la mortalidad infantil creció tanto que la República descendió al puesto 70 en dicha categoría, y pasó del segundo al séptimo lugar de Latinoamérica en esperanza de vida.
El último informe oficial sobre el estado de la Salud Pública data de 2017, llamado “Análisis de situación de Salud Argentina”. Para atrás, cuesta encontrar datos. Y en los años 2018 y 2019 no hay estudios publicados. No está de más decir que en la web del Ministerio de Salud de España, por ejemplo, se puede acceder a un análisis detallado por cada año.
Aquel informe presentado durante el Gobierno de Mauricio Macri, que vale agregar había rebajado de categoría a Salud de Ministerio al rango de Secretaría, especificaba que para Terapia Intensiva hay en la Argentina poco menos de 8.500 camas, de las cuales 2.500 pertenecen al sector público. El 74% de dichas camas se encuentran en la Región Central: CABA, Provincia de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos. Así mismo, el estudio elaborado por el ex Secretario del área, Adolfo Rubinstein, y por la ex Ministro de Desarrollo Social, Carolina Stanley, aseguraba que había en el país 25.751 establecimientos de salud, entre públicos y privados, pero de los cuales una gran mayoría de ellos, el 56%, no poseía internación. Sólo el 9% tiene internación general.
De los casi 25.800 centros de salud, aproximadamente 10.000 pertenecen al sector público. En un informe publicado por el diario “El País” de España en junio de 2018, se afirma que “el 80% de esos establecimientos se construyeron en la década del 50, pensados para un conglomerado de 2 millones de personas”, agregando que “hoy hay una sobredemanda porque 15 millones de personas necesitan acceder al Sistema de Salud Pública”.
Se estima que un 36% de la población no posee ningún tipo de cobertura, ni obras sociales ni prepagas. En una economía con grandes márgenes de trabajo informal, y con una tasa entre desocupados y subocupados superior al 20%, se produce un cuello de botella en cualquier circunstancia, aunque no haya una pandemia en ciernes. Y a su vez, estos datos debieran hacer replantear la asfixiante política impositiva del Estado: para 2020, se estima que estará en el orden del 25% del PBI. El récord lo ostenta 2015, último año de Gobierno de la actual Vicepresidenta, Cristina Kirchner: casi 26%.
Especial atención merece la Provincia de Buenos Aires, la más grande y poblada del país, donde se encuentran aproximadamente 6.700 establecimientos de salud, de los cuales casi 2.500 pertenecen al ámbito púbico. La gran mayoría de estos últimos, más de 2.300, son administrados por los Municipios, pero con una inevitable asistencia del Estado provincial, ya que en la inmensa mayoría de las comunas, la recaudación propia apenas alcanza para pagar los sueldos. Ante la inexistencia de datos oficiales, se debe acudir a la palabra de algún funcionario. Por caso, Juan Riera, Director de Hospitales de la Provincia, afirma que hay una existencia de 14.000 camas repartidas entre 77 nosocomios. Pero solo 760 camas de unidades críticas. Esta cantidad, si se agregan los hospitales municipales, crece a 1600.
Durante las gestiones del ex gobernador Daniel Scioli, entre 2007 y 2015, las partidas destinadas a salud fueron uno de los puntos más críticos de su gobierno. Si bien en los 8 años de gestión, la inversión en el área se mantuvo bastante constante en el orden del 6,5% del presupuesto provincial, fue a su vez entre 4 y 5 veces menor a lo girado a Cultura y Educación. Para Septiembre de 2014, Scioli anunció una inversión de $300 millones para hospitales. Pero a la par se multiplicaban las quejas por el estado de los nosocomios: en el Hospital de Niños de La Plata debieron suspender operaciones programadas debido a la falta de calefacción en los quirófanos, por citar solo un caso.
A su vez, el 17 de febrero de 2014, el actual Embajador en Brasil anunció la inversión de $100 millones para el Hospital Interzonal de Agudos (H.I.G.A.) de Mar del Plata. Sin embargo, un año y medio después, en el establecimiento eran visibles serias deficiencias en las obras de desague, en los pisos, en los sistemas de calefacción, y en su fachada. A su vez, presentaba una alarmante falta de camas, recurrente carencia de medicamentos e insumos, y lo que es peor, falta de médicos.
Una de las acciones de gobierno que más se recuerdan de la gestión de Scioli tiene que ver con la construcción de 19 Unidades de Pronta Atención (UPA), centros de salud de mediana complejidad que el entonces gobernador trajo de Brasil. Cabe recordar que por ese hecho, el ex motonauta está procesado por tráfico de influencias y negociaciones incompatibles con la función pública. El Fiscal Álvaro Garganta pidió la elevación a juicio de dicha instrucción en octubre de 2018, pero como la Jueza Marcela Garmendia fue bruscamente apartada de la causa por un Tribunal de Casación bonaerense en noviembre del año pasado, parece difícil que se produzcan novedades en el corto plazo.
En relación a las UPA, un informe de fines de 2016 daba cuenta que en ellas se registraba una fuerte precarización laboral, ausencia de oficinas de personal, déficit de insumos, deterioro de infraestructura, y también falta de médicos.
Mar del Plata
De acuerdo a un informe publicado en julio de 2019 por la Revista de Estudios Marítimos y Sociales, allí se concluye extrañamente que “no es imprescindible la construcción de un Hospital Municipal” en Mar del Plata, “sino aprovechar mejor los espacios con los que ya cuenta”. La ciudad posee 32 Centros Atención Primaria de Salud, comúnmente llamadas Salitas, 10 centros privados y 2 hospitales, el Materno Infantil y el mencionado Interzonal. Hay aproximadamente 1.600 camas entre todos ellos, incluyendo 200 destinadas a Salud Mental. El sector privado cuenta con más de la mitad de ellas, 870 para ser más precisos, mientras que el H.I.G.A. posee exactamente 243 camas.
Para arribar a la conclusión de lo inncesario que sería la construcción de un Hospital de la ciudad, el estudio mencionado, encabezado por Luis Balcedo, Técnico Superior en Estadística de Salud, aplica una fórmula basada en la cantidad de camas, población y los días del año. Proyectando al año 2020, concluye que “Mar del Plata en verdad necesitaría 1481 camas contra las 1.602 existentes” (SIC), es decir, que tendría un sobrante de 121 unidades. Sin embargo, todos los sondeos y análisis van en sentido contrario.
En Mayo de 2017, la propia ex ministra de Salud provincial, Zulma Ortiz, se mostraba públicamente preocupada por el faltante de camas en la ciudad: “No tiene la cantidad suficiente para la población que hay”. Por su parte, la ex titular del PAMI local, María Navarro Granollers, reconocía en febrero de aquel año que “Mar del Plata tiene la menor cantidad de camas de internación por habitantes del país”. Por ello, y a partir de un diagnóstico oficial en el cual se reconocía “un gran déficit de camas de internación, quirófanos, equipos, y guardias”, se anunció la creación de un nuevo Hospital en el mismo predio del H.I.G.A., con 200 camas principalmente para Terapia Intensiva. La cuenta es muy sencilla y genera escalofríos: aún tomando una población de 700.000 habitantes, bastante menor a la que se estima que tiene la ciudad, y descontando las 200 camas destinadas a psiquiatría, la cuenta ratifica lo dicho por la ex ministra de Salud de María Eugenia Vidal: Mar del Plata sólo tiene 2 camas por cada 1000 habitantes. Esta cifra representa menos de la mitad del promedio nacional, y está muy por debajo de lo que recomienda la OMS: de 8 a 10 camas por cada 1000 personas.
Pero además, aquel estudio pasó por alto un aspecto sumamente relevante. El Hospital Interzonal, construido durante los dos primeros gobiernos de Juan Domingo Perón, pero recién inaugurado en 1961 por el entonces Gobernador bonaerense Oscar Alende bajo la administración nacional de Arturo Frondizi, posee una enorme zona de influencia debido a la inexistencia de hospitales en la región, lo que desnuda un gran déficit de las políticas públicas de Salud durante los últimos 30 años. A sus instalaciones concurren ciudadanos provenientes de 22 distritos, entre ellos, las localidades de Tandil, Necochea, Balcarce, Pinamar, Villa Gesell, Mar Chiquita. Es decir, un conglomerado de más de 1 millón y medio de personas. En un día normal, transitan la guardia no menos de 500 personas. Cuando se inauguró el H.I.G.A., Mar del Plata tenía 225.000 habitantes. En línea con esto, para llegar a su conclusión, el informe reseñado parte de un dato equivocado: considera a la población de General Pueyrredón con un total 656.500 habitantes, tomando como base los datos arrojados por el Censo 2010. Pero de acuerdo a diversos análisis, se calcula que habitan al día de hoy cerca de 900.000 personas. Con este último dato, la cantidad de camas por cada 1000 marplatenses baja a 1,5.
Pero en cualquier caso, el estudio no tuvo en cuenta la veintena de localidades que dependen de un Hospital con 243 camas. Es decir, que aproximadamente 500.000 personas pueden concurrir allí, además de todos los casos graves en los que pueda estar incluído cualquier ciudadano, así tenga le mejor prepaga. Cabe recordar que el H.I.G.A. es un nosocomio de agudos.
Este cuadro de situación permite explicar las razones por las cuales el Intendente de General Pueyrredón, Guillermo Montenegro, decidió suspender las clases un día antes de que lo hiciera el Gobierno Nacional, y prácticamente decretó una cuarentena disponiendo el cierre de bares, restaurantes y shoppings el 16 de marzo, 4 días antes del “Aislamiento” obligatorio que estableciera el Presidente Alberto Fernández. Si bien Mar del Plata presenta al día de hoy sólo un caso activo de coronavirus -y otro por confirmar- y no se registra circulación comunitaria, un estudio de la Universidad local proyectó para fines de mayo 1600 casos.
En 2012, durante la gestión del ex Intendente Gustavo Pulti, se construyó el CEMA (Centro de Especialidades Médicas Ambulatorias), pero es solo un centro de diagnóstico, no de internación. En los últimos días, se instaló junto al CEMA una pequeña carpa sanitaria, que funcionará como Centro Covid-19, destinado a hisopados y a derivación de pacientes. Pero respecto a esta carpa, hay voces críticas: “Es un pelotero”, manifiesta una fuente altamente calificada cuya identificación la comprometería mucho. Y agrega: “Encima no tiene médicos al frente. Tiene dos enfermeras, muy calificadas, pero no son médicos”.
Una de los aspectos que más se cuestiona es que el CEMA, desde el último 23 de abril, decidió suspender todos los turnos en virtud de la pandemia. Y que sólo atiende de lunes a viernes hasta las 20 horas. La fuente consultada se muestra irónica al respecto: “Lo que pasa es que el virus no ataca a la noche y mucho menos los fines de semana”, agregando ya en tono más serio que “esperando la pandemia, las otras patologías no se atienden. No puede ser que no se puedan hacer estudios odontológicos”. Y grafica: “Con una lesión bucal, se puede diagnosticar sífilis”.
Otro ejemplo que ilustra el retroceso de la salud pública en la Argentina, es el hecho que a fines de marzo, un importante laboratorio de Mar del Plata le elevó al Municipio una propuesta que consistía en una campaña de testeos masivos a la población con el fin de detectar casos positivos asintomáticos de coronavirus. Según trascendió, este laboratorio no sólo estaría realizando testeos, sino que además le estaría “marcando el paso” en la materia a la propia gestión municipal. Un dato que estaría confirmando este rumor, es la declaración que recientemente realizara el Colegio de Bioquímicos Zonal VIII, donde desaconsejó la realización de pruebas en laboratorios privados, aclarando que “existe en nuestra ciudad una red muy bien organizada”, con el Instituto de Epidemiología (INE) como gran referente.
Pero más allá de cualquier conjetura, lo cierto es que aquella propuesta deja al descubierto la falta de recursos del Estado para afrontar situaciones como la actual, debiendo dejar en manos privadas lo que debería hacer por sí mismo, más en un país con niveles asfixiantes de presión impositiva. Pablo Portaluppi