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Lo que nadie dice sobre el coronavirus y las cárceles

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Palabra de especialista
Palabra de especialista

Como consecuencia de esta maldita Pandemia que tiene paralizado al mundo, el gobierno ha tomado una medida precautoria contra una posible contaminación masiva en las Cárceles, por lo cual ha avalado la decisión de la Justicia de liberar algunos presos para descomprimir un poco la superpoblación de las mismas.

 

Más allá de las connotaciones políticas o de salud que dicha medida pueda tener, ha salido a la luz la discusión sobre la realidad carcelaria y su verdadero rol que, según la Constitución, “no deben ser para castigo si no para la reinserción social de los detenidos”.

Siendo por ello que, con la intención de hacer un aporte a la reflexión sobre dicho tema, quiero trasmitir sintéticamente mi experiencia y visión obtenida en mi trabajo profesional como psicólogo en el Servicio Penitenciario de Córdoba, hace 40 años.

Y en principio debo decir que, desde aquel entonces, pude comprobar que no se cumple para nada con dicho objetivo, ya que más allá de la superpoblación y hacinamiento que existían igualmente en aquellos tiempos, no imperan en ellas las pautas necesarias para conformar un real Tratamiento que sea capaz de modificar la conformación y estructuración psico-moral-conductual de los sujetos internados en las mismas y así poder pretender que a su salida puedan reinsertarse a la sociedad con una conducta diferente a la que los llevó allí. ¿Y esto porqué? Porque dichas Instituciones no le brindan a los sujetos los elementos que se necesitan para esa modificación, que deben ser pautas de vida y comportamiento diferentes a las que recibió en el entorno socio-familiar en el cual se crío y educó, que llevaron a mal estructurar su personalidad y convertirlo en un sujeto antisocial que viola las normas convencionales de la Sociedad.

Y quiero aclarar que, dicha conformación antisocial de su personalidad, no son rígidas y generales para todos los sujetos que se crían en ambientes desfavorables, ya que no todos sus habitantes terminan en una vida antisocial, pero sí, que esas condiciones de vida es en gran parte condicionante para generar un resentimiento y hábitos especiales que los lleva a comportamientos antisociales, y por lo cual se comprueba que, sin hablar de una cifra matemática, podría decir que el 80 % de los allí internados provienen de hogares humildes y/o socio-afectivo desintegrados y negativos para una buena socialización. A punto tal que recuerdo que cuando debíamos hacer informes, nos costaba elaborar conceptos diferentes para no repetir lo expresado en otros casos anteriores.( El otro 20 % pertenecía a sectores sociales y/o a situaciones diferentes que no entraré a detallar por cuestiones de espacio). Condiciones estas que llevó a un psiquiatra norteamericano que no recuerdo su nombre pero con el cual coincido, a decir que: “La delincuencia se trata de un subsistema social con las mismas necesidades de todos los integrantes de la sociedad, y que, al no poder satisfacerlas por los medios convencionales, busca hacerlo de una manera particular”. Siendo por eso que su escala de valores, principios y hábitos de vida recibidos, los llevó a estructurar sus personalidades de manera diferente al de la generalidad de la sociedad.

Todo lo cual, en mis 10 años de experiencia en dicho lugar, me llevó a concluir que, si pretendemos que los internados allí, una vez cumplida su estadía puedan salir y reintegrarse a la Sociedad, se tiene que establecer en el transcurso de su internación, un sistema de vida que les brinde las pautas de comportamientos que no recibieron en su vida anterior. Es decir, Horarios, Educación, Trabajo y condiciones Socio-Sanitarias que, al tener que cumplirlas, modifiquen en el transcurso del tiempo de internación transcurrido, los hábitos, valores y conductas adquiridos en su vida pasada, al punto que le posibiliten integrarse a la convivencia con la sociedad. De lo contrario, en el estado en que están las cárceles hoy en día, tanto por las condiciones infrahumanas en que se vive, de insalubridad, y lo peor de todo, el hacinamiento, que promueve la convivencia entre delincuentes accidentales u ocasionales o simples “rateros”, con personas de mal vivir, asesinos, y algunos verdaderos “cerebros” de la delincuencia, lo cual agrava en muchos las condiciones psicosociales que los llevó allí ya que acrecientan sus hábitos antisociales y resentimientos que los vuelven más agresivos, por lo que se puede decir sin lugar a dudar que las mismas se convierten en verdaderas Escuelas del Delito. Lo cual torna inconcebible que dadas esas condiciones, de un día para otro se liberen recluidos sin consideración alguna de la gravedad de los delitos por los cuales están detenidos cumpliendo sus condenas, ya que se trata de un verdadero acrecentamiento del peligro para la Sociedad.

Y es por la consideración de todo lo antes expresado, que dichas Instituciones, por las especiales características antisociales de las personas con las que debe trabajar, debe tener necesariamente condiciones de Control y Contención para cumplir con los objetivos de la Constitución, pero considero que no deberían ser dirigidas por personal de ese régimen, si no por profesionales de la Salud Psico-Social, y constituirse, en lugar de Cárceles de contención para castigo y purga de condenas por delitos como lo son en la realidad, en verdaderos Centros de Rehabilitación Social.

 

1 comentario Dejá tu comentario

  1. El tema del CORONA VIRUS, responde al accionar SISTEMICO DE SALUD PUBLICA. El comite conformado para tomar las acciones preventivas, se supone CONTIENE A TODO EL ESPECTRO SOCIAL, incluido el carcelario. No se entiende como si para toda la sociedad pudieron generar servicios de emergencia en forma de hospitales de campaña y/o modulares, no hicieron lo mismo para los reclusos,ya sea en espacios libres adyacentes a las prisiones o lugares de fuerzas armadas, donde el personal carcelario podría ser el primer anillo de RESPONSABILIDAD DE CUSTORIA y los militares el anillo externo, sin ningun tipo de interacción con los reclusos internados. No haber incluido a los reclusos en la planificación de prevencion y atención sanitaria, se podría señalar como un caso de discriminación. Es cierto que no es casual que el "sistema de justicia" haya aprovechado esta "discriminación" para torcer el sentido sanitario para convertirlo en una oportunidad de intereses mezquinos, casi como una provocación a la sociedad de parte de un "regimen" (así lo llamó Alberto Fernández en la noche triunfal de las PASO), que dice "VOLVER POR TODO".

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