Hace muchos años, no recuerdo cuándo ni dónde, vi un "meme" que me pareció genial. Se trataba de un dibujo de una nena que le pregunta a su mamá que significa ser "políticamente correcto", y la madre le responde: "Renunciar a tu propio criterio para conseguir la falsa aceptación de una mayoría de imbéciles".
Y realmente, desde que se desató esta epidemia/pandemia la cantidad de declaraciones "políticamente correctas" que se pueden ver, leer y escuchar por cualquier medio, en especial, sobre el cambio climático y nuestros usos y costumbres, es llamativa, por lo menos para mí.
Fíjese, estimado lector, que vemos en absolutamente todos los noticieros imágenes de animales que se pasean por ciudades, mares y ríos con aguas cristalinas, incluso delfines en Venecia, y como gracias a la baja de la contaminación por la cuarentena el aire es mucho más limpio, en algunas ciudades hasta se pudo volver a ver el cielo estrellado por las noches.
E inmediatamente después de ver estas imágenes, los presentadores, con cara seria y reflexiva dicen: "Sería bueno que las autoridades tomaran nota de esto"; "Sería bueno que esto sirva al menos para que aprendamos a cuidar el planeta".
Y sí... la verdad que sí, sería muy bueno... Pero lo que no dice absolutamente nadie es qué deberíamos hacer, o por lo menos, si los seres humanos preferimos vivir con las comodidades que nos da la modernidad o renegar de ello.
Ya a principios del siglo pasado, Nueva York era una gran metrópoli. En aquel entonces, el medio de transporte más utilizado, especialmente para el reparto y distribución, era la tracción a sangre, y en sus calles se veían cientos de carruajes tirados por caballos.
Pero esto traía un gran problema para la gran ciudad, que era la bosta que iban depositando los caballos a lo largo de sus calles, y era un verdadero trastorno su recolección diaria.
Cuando Henry Ford, allá por 1908 cambió la historia con la fabricación masiva del Ford T, revolucionó, entre otras cosas, la industria automotriz, y esto hizo que de a poco los vehículos motorizados fueran sustituyendo la tracción a sangre, ¿y cual era la mayor ventaja que se veía en ese momento? Precisamente, que la ciudad ya no se tenía que encargar de recoger los desechos de los caballos.
Como podemos ver, curiosa, y paradójicamente, este problema se solucionó con el crecimiento de la fabricación de automóviles y camiones de reparto.
¿Quién podía imaginar, en aquel entonces, que después de cinco décadas el principal problema ambiental sería la contaminación que producen los motores a combustión de autos, camiones y buses?
Por supuesto que nadie, y ninguna persona en su sano juicio puede estar a favor de la contaminación o destrucción del planeta o de sus recursos naturales, pero lo que muy pocos pueden decir es cómo no hacerlo o cómo encontrar una solución definitiva.
Podríamos citar varios ejemplos. El más claro y factible es el cambio de transformar los autos de combustión a eléctricos, cosa que se está desarrollando hace años, especialmente en Japón, Alemania y EEUU.
Sin embargo, sería muy difícil construir, por citar algunos casos, tomógrafos, instrumentos quirúrgicos o, simplemente jeringas descartables sin generar algo de contaminación.
¿Como se hace para fabricar una computadora, un teléfono, o simplemente muebles sin contaminar? ¿Como construimos una casa, un hospital, una escuela o un laboratorio para producir medicamentos, con todo lo que ello implica, sin generar contaminación o, al menos, un cambio ambiental?
Claro que contaminar es malo, pero no es fácil evitarlo. Sería muy difícil, producir lo que a usted se le ocurra, sin generar algo de contaminación.
Entonces, ¿qué hacemos? Una muy buena idea sería volver a la Edad Media, ¿no le parece?
Pero no solo los presentadores de noticias se dedicaron a plantear lo bueno de la cuarentena en cuanto a la recuperación ambiental se refiere.
Muchos actores también hablaron del tema, y uno en especial me llamó mucho la atención. En una entrevista con un medio español, el actor Ricardo Darín dijo, entre otras cosas, algo que también se convirtió en "meme" y circuló por las redes sociales: “Esto que nos está ocurriendo nos desenmascara de la cantidad de estupideces que vivimos persiguiendo. Nos pasamos la vida anhelando estupideces. Consumimos cosas que no necesitamos, esto es real. Leí algo en inglés que decía que la economía del mundo está temblando porque estamos comprando solamente lo que necesitamos. Y es realmente así”.
Evidentemente, parece ser que Darín no se dio cuenta de que la gente no gasta en lo que habitualmente gasta en épocas normales, o sea, en lo que él llama "estupideces", como por ejemplo ir al cine a ver una de sus películas, porque está encerrada y no puede salir a hacer lo que hacía cotidianamente.
En otro acto "políticamente correcto" Darín, vaya uno a saber si por omisión, por ignorancia o por falta de profundidad en el análisis, no evaluó que precisamente "la economía del mundo está temblando" porque la gente está consumiendo solo que necesita para pasar una cuarentena. La gente no está, en estos momentos, preocupada por las "estupideces" que no está consumiendo en cuarentena, sino por poder trabajar para generar ingresos, y por eso la economía del mundo está temblando, porque la inmensa mayoría de las personas no puede ir a trabajar y debe quedarse en sus casas.
Por supuesto que el señor Ricardo Darín es dueño de decir y opinar de lo que le venga en ganas, pero su reflexión políticamente correcta, y que muchos - vaya uno a saber si al igual que Darín por omisión, por ignorancia o por falta de profundidad en el análisis- aplaudieron, me recuerda a otro "meme", que seguramente muchos habrán visto, hecho con una frase que se le atribuye al genial Groucho Marx, que dice: "Es mejor estar callado y parecer tonto que hablar y despejar las dudas definitivamente."