El presidente Alberto Fernández sorprendió al reclamarles a los jueces que aceleren el tratamiento de dos de las causas que aquejan a quien lo hizo candidato, la vicepresienta Cristina Fernández.
Entrevistado por C5N, el presidente consideró “una vergüenza” que la Justicia siga sin definir si va a llevar a juicio oral la causa por la venta de dólar futuro y la del pacto con Irán. La del dólar futuro es una causa menor.no preocupa demasiado: el BCRA perdió miles de millones en aquel intento desesperado por mantener un dólar electoral falsamente barato al final del gobierno de CFK. Pero eso es parte de la arbitrariedad implícita de un banco central.
La que preocupa es la causa del pacto con Irán. En ella se pidió la prisión preventiva de Cristina -de la que zafó por fueros- y está acusada de encubrir con ese pacto el atentado contra la AMIA.
La mención de Fernández causó mucha sorpresa porque, en 2015, el hoy presidente dejó por escrito su opinión de penalista según la cual no cabía duda de que estaba probada la responsabilidad de Cristina Fernández en ese delito. “Sólo un necio diría que el encubrimiento presidencial a los iraníes no está probado”, dijo entonces.
Es tan grotesca la contradicción entre aquella acusación y compartir hoy el Poder Ejecutivo con CFK, que lo normal sería esperar que Alberto F no mencionara nunca más el caso. Sin embargo, el presidente tiene el tupé de apretar a la Justicia para exigirle celeridad.
¿Por qué están tan apurados ahora? Algunos observadores muy perspicaces encuentran la explicación en el contexto, que le está jugando en contra al Presidente. La sesentena empezó a descoserse entre el hartazgo social y protestas como el “autazo”, la nueva modalidad de reclamo inaugurada el lunes por los médicos cordobeses. La crisis económica y financiera está adquiriendo una dinámica cuyo impacto empobrecedor nadie se anima a medir. El virus empieza a golpear en las urbanizaciones más vulnerables. Por primera vez, opinó un juez de la Corte, Ricardo Lorenzetti, para decir que los aspectos más restrictivos de la cuarentena “tienen que terminar”. Y, encima, la centralidad política que había logrado Alberto F. mostrándose como el líder de un triunvirato que formaba el macrista Rodríguez Larreta y el kirchnerista Kicillof acaba de volar por los aires luego del bombardeo cristinista sobre esa alianza.
Todo eso junto siembra dudas sobre la imagen, la aceptación y el margen de maniobra futuro del gobierno. Entonces, la ruta de la impunidad en la Justicia tiene que asfaltarse con rapidez, antes de que sea demasiado tarde.
Hay que acelerar definiciones de la Justicia mientras todavía se tiene el poder financiero, político e institucional más concentrado que se recuerde en mucho tiempo.