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José Luis Vila, testimonio clave del espionaje ilegal: “La AFI contrató narcos para sacarme del gobierno”

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Puras revelaciones
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José Luis Vila habla en tono pausado y en cada palabra hay un dejo de hastío que busca justificar la situación que atraviesa. Su testimonio dejó estupefactos a los diputados que integran la Comisión Bicameral de Control de los Organismos de Inteligencia y abrió un nuevo capítulo en las distintas denuncias que se presentaron por espionaje ilegal durante la presidencia de Mauricio Macri.

 

En cada detalle, ante los legisladores y en su testimonio judicial, desnudó la promiscua complicidad entre el espionaje local y lo más oscuro de la política argentina.

Habló de una extrema persecución personal, de un intento de montar falsas denuncias por acoso sexual, de amenazas contra su familia y hasta de un frustrado atentado con un potente artefacto explosivo que nunca detonó.

En definitiva, se refirió a operaciones clandestinas de inteligencia llevadas a cabo por un sector de la AFI en complicidad con una banda de narcotraficantes.

Lo particular del caso es que Vila fue perseguido, según denuncia, por un sector del mismo gobierno que él integraba con un cargo jerárquico.

Ni bien atendió el llamado de A24.com se apuró en reconocer que no es afecto a dar entrevistas, pero que “respeta el rol que cumplen los medios en tiempos de democracia”.

Después, rompió el silencio en una entrevista exclusiva que se extendió por más de una hora y media donde el exsubsecretario de Asuntos Internacionales del Ministerio de Defensa durante la gestión Macri reveló de que manera fue víctima de espionaje ilegal y de hechos violentos que lo llevaron a realizar cuatro denuncias en la justicia argentina. Vila fue agente de la ex SIDE durante más de una década.

Pero no se reconoce como un ex espía, sino como “un analista de inteligencia”. Es un hombre de una intensa vida política mezclada entre su militancia y los diversos cargos vinculados a la inteligencia y al área de defensa que desarrolló en todos los gobiernos de la democracia argentina.

Antes de eso, en 1972, fue parte del ejército argentino hasta que decidió renunciar a esa formación que tanto amaba tras la matanza de Trelew. “No me gustó saber que se mataba gente que estaba en el piso, ese no era mi ejército. Sentí que no era mi lugar y me fui”, recuerda hoy.

En 1979, ya en tiempos de la dictadura, fue denunciante de las aberraciones del Proceso ante la Comisión Interamericana de Derecho Humanos que llegó a la Argentina en aquellos años oscuros. Esa acción lo acercó al alfonsinismo porque sintió afinidad por “el coraje civil” del expresidente.

En ese espacio político conoció a Enrique “Coti” Nosiglia antes de que éste integrara el gabinete nacional como ministro del interior.

Me da mucho orgullo cuando me dicen que soy un hombre del Coti. Él es mi referente y mi amigo, juntos integramos un cerrado círculo íntimo donde ayudamos a Alfonsín en un momento de extrema debilidad para la Argentina”, aclara elevando el tono de su voz.

En los últimos meses del gobierno radical, ese grupo reducido tuvo como único objetivo capturar a Enrique Gorriarán Merlo, el ex líder del PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores) que en enero de 1989 lideró el sangriento copamiento al regimiento de La Tablada.

“Lo queríamos encontrar vivo. Teníamos que impedir que lo mataran. Trabajamos día y noche en eso, y toda la información que teníamos se la pasamos al gobierno de Carlos Menem. Esos meses se conformó en la SIDE un grupo interno llamado Sala Patria que tuvo a su cargo esa operación de inteligencia. En mi visión fue la única vez que la inteligencia argentina estuvo a la altura de las circunstancias. Fue lo único que se hizo bien en la historia. Se tomó como un tema de Estado. Después todas fueron metidas de pata”, recuerda con datos precisos.

El 28 de octubre de 1995, ya sin Alfonsín en el poder, y con la información colectada por el grupo que confromaba Vila, en las afueras de Cuautla en México, Gorriarán Merlo fue capturado y extraditado hacia Argentina.

Con la llega de Carlos Menem, Vila se alejó de las operaciones de inteligencia, pero no de su militancia política.

Ingresó formalmente a la SIDE durante el gobierno de Fernando de la Rúa. "Fui el tercero en la estructura de inteligencia y quedé a cargo de la subsecretaría de inteligencia exterior. Tenía a mi cargo todas las delegaciones de espías fuera del país", dice.

Después, siguió formalmente en la inteligencia argentina durante la fatídica semana de los siete presidentes argentinos y al tiempo fue designado a cargo de la delegación de la SIDE en Miami y luego en Washington.

Estuvo en Estados Unidos más de 11 años donde cosechó estrechos vínculos con la CIA y el FBI. También trabajó como agregado de inteligencia del país ante las Naciones Unidas y en el Comité contra el Terrorismo de la OEA.

Los tiempos de pandemia obligan a una entrevista telefónica donde Vila rompe el silencio tras la difusión de los escándalos de presuntos hechos de espionaje ilegal durante la presidencia de Mauricio Macri.

Su recorrido político sirve de contexto para comprender por qué ahora su testimonio será clave en las causas que generan un alto impacto político.

¿En qué momento deja usted la inteligencia para convertirse en funcionario de Macri?

Trabajé en la AFI hasta el 2015 siempre en el tema internacional. Me jubilé en la gestión de Oscar Parrilli. Me siento orgulloso de haber trabajado con él. Fue una gestión con mucho coraje y lucidez. Al ganar Macri fui convocado por mi partido para sumarme el ministerio de Defensa. Primero en la gestión de Julio Martínez, y luego con el ministro Oscar Aguad. Fui subsecretario de Asuntos Internacionales, y como tal tenía el vínculo con todas las agregadurías militares en el exterior.

¿Usted se encargaba de comprar armamento para el país?

-No específicamente. Ese no era mi rol, pero si podía asesorar y proponer si había que comprar a un país o a otro.

Antes de avanzar en su relato, Vila se esfuerza por dejar en claro que si bien hay una coincidencia temporal entre la última denuncia que realizó la AFI por la intervención ilegal de mails y las denuncias que él viene realizando “por ahora no hay vínculos entre los dos hechos”.

Pero en ambas situaciones, la Justicia investiga la participación de integrantes de la nómina oficial de la AFI.

Es cierto, pero todavía no se pueden relacionar las denuncias. Por lo menos por ahora.

¿En qué momento usted empieza a ser el blanco de operaciones clandestinas de inteligencia?

Fue durante 2018, siendo funcionario del gobierno de Macri. Primero empezaron a publicar cosas en internet en portales sospechosos, luego me panfletearon dentro del Edificio Libertador acusándome de acosador de mujeres, después llegaron los llamados intimidatorios a mi familia con distintas amenazas y por último me pusieron una bomba.

¿Qué decían esas amenazas?

Algunos llamados decían: “Si te interesa tu familia andate del cargo en el ministerio”.

Y luego llegó la bomba.

Exactamente. Yo estaba en Moscú cuando me avisaron que habían encontrado un artefacto explosivo en un domicilio del que me había mudado hacía meses.

Fue el 7 de julio de 2018. Eran un viernes cuando una mujer denunció que había un paquete sospechoso. La bomba era sofisticada y tenía todos los elementos para explotar.

Tenía una barra trotyl y todo el tren de fuego completo que incluye el estopín, y un teléfono celular. Lo que se compró era algo bien armado. Pero evidentemente el que fue a ponerla no se animó a activarla.

 

¿Y por qué cree que lo amenazaron de esa manera?

Desde que llegué al ministerio querían sacarme del cargo. Y ahora se está sabiendo que detrás de eso estuvo un sector de la AFI que contrató mano de obra de una banda de narcotraficantes.

¿Pero quién puntualmente puede direccionar una operación de esas características?

Es lo que está terminando de dilucidar la justicia en una causa que tiene el juez federal de Lomas de Zamora, Federico Villena. Al principio se intentó decir que todo eso podía responder a que yo era un posible reemplazante de Gustavo Arribas, pero eso fue un relato descabellado.

Yo no tenía la confianza de Macri para ocupar ese cargo. Nunca ni tomé un café con el expresidente. Pero si está claro que un sector de la inteligencia me quería sacar del camino.

¿Y por qué motivo?

Sólo tengo hipótesis, pero es muy prematuro sacar conclusiones. Hay una causa judicial en trámite. Hay que tener paciencia para sacar una conjetura. La pregunta que hay que responderse es quién quería que yo me vaya del ministerio.

¿Porqué la AFI quería sacarme del ministerio de Defensa? Y ahí se abren varios caminos. Podemos pensar que había una doctrina de seguridad nueva que buscaba involucrar a las fuerzas armadas en la lucha contra el narcotráfico y eso significaba mucha plata de gastos reservados para tal fin. Yo no ejecutaba dinero, pero si tenía el vínculo con todas las agregadurías militares en el exterior. Buscaban que yo me vaya de ese lugar para manejar esas relaciones de otra manera.

¿Pero cómo se relaciona el hecho de la bomba con la AFI?

Se desbarató una banda de narcotraficantes que hace tiempo se venía investigando y en ese contexto se encuentran elementos que relacionan los dos hechos. Es más, uno de los detenidos confiesa que fue contratado por la AFI para poner la bomba en mi anterior domicilio.

¿Usted cree que la orden de amedrentarlo vino desde la jerarquía de la AFI?

Yo digo que vino de un sector de la AFI. No puedo especular más que eso. La investigación judicial está avanzando.

¿Cuándo sucedió el hecho de la bomba el ex presidente Macri se comunicó con usted para solidarizarse? En definitiva, usted tenía un cargo jerárquico en su gobierno.

No, yo sólo recibí llamados de todas las autoridades del Partido Radical.

¿Pero nadie del gobierno se comunicó en forma institucional con usted? Usted era un subsecretario de estado

No quiero hacer conjeturas. Me llamaron de mi partido y listo.

¿Usted vive con custodia?

Al principio la fiscalía me puso una custodia. Yo acepté algo discreto. Pero no quiero hablar de eso. No quiero regalarle el dato a quien me quiera venir a pegar un tiro.

¿Pero usted tiene miedo que le peguen un tiro?

No, no, no, pero el miedo te obliga al coraje. Somos una generación que ha vivivo con miedo. Le confieso que, a mí, el miedo ya se me agotó hace muchos años.

Los que vivimos los años 70 tenemos una distinta reacción frente a estas cosas. No es que seamos más corajudos, sino que tenemos que dar la batalla para que no se viva nunca más con miedo en la Argentina.

 

4 comentarios Dejá tu comentario

  1. Muy buen artículo, la verdad que uno ya no sabe que pensar de la política. Es el arte dónde es posible realizar todas las maldades que uno se pueda imaginar, para el beneficio personal

  2. La verdad es la verdad , este es un pulpo con varios tentáculos , pero solo tenemos un solo fin , de apoderarse de todo ,no es difícil de imaginar la cabeza , los qe pasamos los 70 no tenemos miedo , aunque nos digan dinosaurios , estamos vivos y con más cabeza

  3. Tengo problemas con este periodista militonto, NO LE CREO NADA DE NADA. Ya cuando dice que es abogado pero no se matriculó me hace mucho ruido.Lo dijo él.

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