La pandemia por coronavirus en la Argentina y la prolongada cuarentena que dispuso el Gobierno en busca de mitigar su impacto en la sociedad generaron en el país una discusión cada vez más intensa sobre la libertad y los derechos de las personas.

El debate fue levantando temperatura a medida que la Casa Rosada iba extendiendo las medidas de Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO) a causa del brote de Covid-19 y se espera que el próximo lunes alcance un pico significativo con una marcha convocada en todo el territorio nacional.

La movilización anunciada para el 17 de agosto, fecha en la que se conmemora el 170° aniversario de la muerte del general José de San Martín, tiene entre sus principales impulsores al actor Luis Brandoni y se desarrollará, según dijo el ex diputado radical, en defensa de la libertad.

Se trata de una convocatoria "en favor de la Constitución", insistió Brandoni, al referirse a este nuevo "banderazo", del que tomarán parte quienes consideran que el recurso de la cuarentena "extra-large" (XL) como herramienta para combatir el avance de la pandemia no solo está agotado sino que, además, vulnera sus derechos individuales.

El ASPO en la Argentina se inició allá por el 20 de marzo pasado y si bien en un principio sirvió para ir reforzando el sistema sanitario doméstico, ampliando por ejemplo la cantidad de camas de terapia intensiva en el país, tras casi cinco meses de aquel puntapié inicial hasta los políticos reconocen que la gente se ha cansado del aislamiento.

Por consiguiente, las medidas de prevención se han distendido y el Gobierno se vio obligado a insistir en los últimos días en la importancia de la "responsabilidad social" para prevenir el avance del coronavirus, que continúa propagándose y ocasionando estragos en distintas regiones del país, en especial, en la populosa Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA).

El ASPO, sobre todo en las primeras semanas, ha permitido que la sociedad comience a valorar más cabalmente la libertad y fue entonces cuando empezó a gestarse en la Argentina una discusión sobre derechos individuales que cobrará nuevos bríos probablemente con la marcha del lunes feriado.

La movilización, sesgada por la "grieta", como suele suceder con cada acontecimiento político últimamente en el país, generó preocupación entre quienes cumplen funciones ejecutivas en medio de la pandemia, toda vez que los casos de Covid-19 se mantienen en alza en la Argentina.

La convocatoria también levantó voces detractoras de quienes tachan de "anti-cuarentenas" a quienes planean tomar parte e incluso militantes oficialistas entienden que la marcha persigue supuestamente objetivos "destituyentes". Asimismo, el presidente del Partido Justicialista (PJ), José Luis Gioja, evaluó que "tiene que ver con el resentimiento".

¿Se endurece el cepo al dólar?

Más allá de las consideraciones lanzadas sobre el tapete de un lado y del otro de la "grieta", un interesante debate sobre las libertades individuales tomó forma en el país e incluso motivó a que el mandatario Alberto Fernández tuviera que involucrarse en la discusión en las últimas semanas.

Entre sus principales frase al respecto, se destacan: "Ninguna libertad fue afectada" por la cuarentena; "la libertad se pierde cuando uno muere"; y "para ser libres hay que vivir", entre otras, mientras sectores de la oposición insisten en acusar al Gobierno de promover una "campaña de miedo" para tratar de que la sociedad cumpla con el ASPO.

En este sentido, el propio Fernández reconoció que la gente había relajado las medidas de prevención, pero su rol como jefe de Estado le demanda generar las condiciones necesarias para evitar que eso suceda, en lugar de opinar sobre el contexto actual en el que se desarrolla la cuarentena.

Una extraña situación similar se produce cuando, por ejemplo, funcionarios de la Casa Rosada plantean, "¿Dónde está Facundo Astudillo Castro?", el joven de 22 años cuyo paradero se desconoce desde el pasado 30 de abril: es el Gobierno el que tiene que dar respuestas, no formular preguntas (N. de la R: esta madrugada se encontró un cuerpo que podría ser el del joven).

Por otra parte, en medio de la discusión sobre libertades que presuntamente han sido vulneradas en los últimos meses en el país, comerciantes de zonas de alto tránsito de la ciudad de Buenos Aires aún esperan ser habilitados para volver a trabajar: sus persianas se mantienen bajas desde el 20 de marzo pasado.

Y en el marco del mismo debate, es probable que en los próximos días el temario incluya también a la compraventa de dólares, si es que el Gobierno decide finalmente darle una vuelta más de tuerca al cepo cambiario: Fernández aseguró este sábado que es una posibilidad que se está "estudiando".

Para el jefe de Estado, la demanda de pequeños ahorristas de billetes estadounidenses es "un problema". Consideró al respecto: "Muchos se vuelcan al dólar, no lo puedo evitar" y lanzó: "Es un problema cultural que tiene la Argentina", en referencia al magnetismo que genera aquí la moneda norteamericana.

Reforzar el cepo podría generar que el dólar se dispare en el mercado informal, pero además, lo que cualquier dirigente político debería comprender a estas alturas de la historia económica de la Argentina, con la inflación galopante que existe en el país, que el problema no es el dólar, sino el peso.

El gran inconveniente que tiene la Argentina desde hace largos años, de acuerdo con especialistas en finanzas, es que el peso se ha convertido en una "cuasi moneda", que no sirve en absoluto como refugio de valor ni para realizar operaciones de comercio exterior que favorezcan el desarrollo del andamiaje productivo doméstico. Únicamente se puede utilizar para consumo interno.

Restringir aún más el acceso en el mercado legal a una herramienta de ahorro ya histórica en el país podría significar otro paso en falso para el Gobierno y azuzar las críticas sobre las medidas de la Casa Rosada que, supuestamente, registren libertades y derechos individuales en la Argentina.