La Asociación Internacional de Aviación Comercial, IATA (por sus siglas en inglés), que reúne a más del 80% de las aerolíneas comerciales del mundo, dio a conocer un documento en el que expresa su seria preocupación de que la Argentina se convierta en otra Venezuela en materia de conectividad aérea internacional dado que es el único mercado grande de la región que sigue con sus fronteras cerradas luego de seis meses de clausura de los vuelos internacionales.
Según dijo Peter Cerda, vicepresidente para las Américas de IATA, en ese comunicado, “la continua postergación por parte del Gobierno” de la fecha de reinicio de los vuelos “reducirá aún más la conectividad internacional del país”…Desde el punto de vista de la industria, nos preocupa que el país se convierta en otra Venezuela, que a lo largo de los años ha pasado de ser uno de los mercados clave de la aviación en el continente a tener ahora una conectividad internacional muy limitada”.
La organización internacional se refirió a la poca claridad que existe en el país sobre la reanudación de los servicios regulares internacionales y de cabotaje, que en un principio se esperaba para el 1 de septiembre y que ahora, informalmente y sin confirmación oficial, se estima para octubre. “La industria ya no puede aceptar más aplazamientos de las fechas de reapertura -dijo Cerda-. Necesita que se aclare cuanto antes cuándo pueden reanudarse los vuelos, especialmente porque ya están en vigor todos los protocolos de bioseguridad”.
Lo que Cerdá ignora (o hace que ignora para mantener las formas de la diplomacia con el país) es que esta cuestión es clave para los planes del fascismo y absolutamente liminar para los popes del gobierno que quieren bajar un efectivo mensaje de aislamiento y de ruptura con el mundo.
Ese plan, lo reiteramos por enésima vez, ya estaba concebido antes del Covid. La Argentina del kirchnerismo fascista hubiera ido en esa dirección de todos modos.
Lo que ocurrió es que la pandemia les dio una oportunidad dorada de dar un salto gigantesco en cuanto a los plazos de sus planes y acelerar lo que ya se habían propuesto: la reducción del país a un rincón oscuro y miserable.
Lo que Cerdá define como “temor”, para el gobierno es una meta, es decir, aislar a la Argentina del mundo tal como el chavismo aisló a Venezuela. Cortar el tráfico aéreo es vital para la consecución de ese plan.
Además que el país pierda su conectividad internacional tornará más difícil a los argentinos salir del país y, como todo régimen presidiario, el kirchnerismo se propone lograr justamente eso, que la salida de la Argentina sea cada vez más dificultosa y cara.
Es un molde que siguen los regímenes carcelarios. Así sucedió en Cuba (hasta que la gente llegó a lanzarse al mar en balsas caseras exponiéndose a perder la vida en las fauces de los tiburones con tal de salir de la cárcel), en Nicaragua y, por supuesto, en Venezuela. Se trata de un capítulo en el manual del totalitarismo.
Existe también un mensaje clasista que quiere imponerse: “viajar es de ricos, si los ricos no pueden viajar, pues que se caguen… Aquí gobierna el proletariado”.
Todo esto lo advertimos aquí durante todo el primer kirchnerato (en donde se sentaron algunas bases carcelarias, pero donde no pudieron completar todo su plan) y lo volvimos a remarcar desde el triunfo de Fernández en las PASO de 2019. Todo estaba escrito en piedra. Solo un conjunto de incautos o de gente muy enojada con el gobierno anterior pudo no advertirlo.
Ustedes tengan en cuenta que siempre un gobierno que defiende los derechos civiles y las garantías de la Constitución es compatible con un programa de integración mundial. Con todos los errores del gobierno de Cambiemos, ese costado fue muy notable durante todo su periodo, en el que la conectividad aérea se multiplicó por cinco y los pasajeros volados por tres.
En cambio una de las primeras víctimas del nacional-populismo es la integración mundial. El nacional-populismo tiene una completa animadversión por el mundo porque el mundo lo expone y lo deja ver tal cual es: decrépito, antiguo, corroído, inútil, miserable, ineficiente, triste, gris, decadente.
No resulta nada extraño que la Dirección Nacional de Migraciones haya oficializado hoy la implementación de un nuevo requisito de ingreso y egreso al territorio argentino. De acuerdo con una disposición publicada en el Boletín Oficial, a partir del 7 de septiembre los pasajeros deberán firmar una declaración jurada electrónica.
A través de esta gestión, cada viajero asume responsabilidades particulares. En el caso de ingresar al país, se comprometerse a realizar los 14 días de cuarentena. En cambio, quienes salgan de la Argentina deben asumir la complejidad de su regreso y deslindan al Estado de la responsabilidad de gestionar esa repatriación.
Se trata de un nuevo torniquete a los derechos reconocidos en el artículo 14 de la Constitución como inalienables de todos los habitantes.
Los sectores que defienden la libertad en la Argentina deberán ponerse muy firmes para que el país no quede aislado y para que la conectividad aérea se recupere. Si ese dique de contención al avance del sistema presidiario, la Argentina terminará convirtiéndose (como presume IATA) en una nueva cárcel, tal cual consta en uno de los principales capítulos que el plan del fascismo tiene preparado para el país.